Caraz, 5 de junio de 1824.
Al Señor General Antonio José de Sucre.
Mí querido general y amigo:
En este momento que son las 9 de la noche, acaba de recibir S.E. comunicaciones oficiales de Panamá y Quito, por las cuales ha sabido que el 22 del mes próximo pasado salió para estas costas una fuerte división de 1.110 hombres, compuesta del batallón Zulia, dos compañías del batallón Cartagena, los Dragones de Venezuela y algunos reclutas de Guayaquil. Vienen en la expedición fusiles, vestuarios y varios elementos de guerra. Han empezado a llegar a Guayaquil los reclutas del Cauca. La expedición viene perfectamente armada, vestida y equipada, y en ella vienen oficiales de conocido y acreditado valor.
Carreño había pedido buques al intendente de Guayaquil para remitir una expedición nueva que, según las probabilidades que él tenía, debía llegar muy pronto al Istmo.
S.E. el Libertador me manda decir a Ud. que, después de escrita su carta de esta fecha, ha recibido la de Ud. del 3; pero que no ha variado un punto de las resoluciones que le ha comunicado antes a Ud.
Por el señor coronel Cerdeña que acaba de llegar en este instante, con viaje de quince días desde Quilca, sabe S.E., que continúan con todo furor de los partidos las disensiones entre el virrey La Serna y Olañeta. Valdés, muy enfermo, permanecía con su división en Oruro, y Olañeta ocupaba el país comprendido desde el Desaguadero hasta Tupiza. Le habían pedido a éste el regimiento de caballería de la guardia del Virrey al mando de Ferraz; pero lejos de hacerlo así, lo ha situado a su retaguardia sobre Tupiza, con su familia e intereses. En todo el Alto Perú se corría la voz de que Olañeta estaba por los patriotas; y el general las Heras dijo a Cerdeña, que él había interceptado una carta de Olañeta para las Heras en que le decía ya el primer paso está dado. Lanza aumentaba sus fuerzas y podía ponerse en aptitud de causar cuidados al enemigo. Un teniente coronel que habló con Cerdeña le dijo que Canterac no podía tener más que de 5.500 a 6.000 hombres.
De todo resulta, que cuanto los enemigos hacen correr en Jauja, sobre llegada de tropas del Alto Perú, es una de las tramoyas militares en que ellos son tan diestros.
Aquí todas son satisfacciones y esperanzas lisonjeras. ¡Ojala Ud. participe de este mismo buen estado!
Soy su verdadero amigo.
[TOMÁS DE HERES]
* Bolívar, Simón. Obras Completas. Vol. II. 1950. pp. 14-15. Fue tomado de: Blanco y Azpúrua, Tomo IX, p. 437.
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