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DOCUMENTO 9428 CARTA DE SIMÓN BOLÍVAR AL MARISCAL DE CAMPO PEDRO ANTONIO DE OLAÑETA, FECHADA EN HUARAZ EL 21 DE MAYO DE 1824, POR MEDIO DE LA CUAL LE EXPRESA SU BENEPLÁCITO POR LA DECISIÓN TOMADA AL REBELARSE CONTRA SU LEGÍTIMO COMANDANTE DON JOSÉ DE LA SERNA.*

Huaraz, 21 de mayo de 1824.

Al Señor General Pedro Antonio Olañeta.

Señor General:

He tenido la satisfacción de saber oportunamente la generosa resolución que V.S. ha adoptado de desprenderse de ese odioso partido que hasta ahora ha oprimido a esta desgraciada parte el mundo. Sin duda que cuando V.S. abrazó esta noble determinación, no tuvo otro objeto a la mira que el único que es justo: los derechos de la humanidad doliente, y la conservación de las doctrinas sagradas del legislador del Universo. En esta convicción, yo me aventuro a dirigir a V.S. estas letras para convidarle con palabras de paz y con ofertas de amistad. Si V.S. las acepta, la América habrá recibido el sello de su libertad y la dicha de las manos de un guerrero afortunado, que siempre se ha hecho respetar de sus enemigos, y que no ha querido ser más tiempo el instrumento ciego de una facción desenfrenada, que a la vez es parricida y opresiva.

Si, señor general, La Serna y sus asociados están muy distantes de oprimir a la América en beneficio de la España: ellos pretenden al Perú, para entregarlo a la extinguida facción constitucional que ni supo defender su patria, ni conciliar los intereses de la Europa y de la América.

Si La Serna lograre, por un milagro del cielo, un suceso en el Perú, la España no sería beneficiada por el producto de este suelo. Una independencia absoluta, pero constitucional, sería el fruto de esta ventaja. Y esta constitución, tan viciosa por su naturaleza, sería de tal modo opuesta a los intereses de todos, que ni la América, ni la España, ni la libertad, ni la religión, lograrían la menor mejora.

V.S. sabe que la constitución española es un monstruo de una forma indefinible semejante al gobierno del gran turco, aunque con apariencias enteramente opuestas. Lo que en Constantinopla hace el gran señor, en Madrid lo ejecuta constitucionalmente una asamblea de infinitas cabezas, tan absoluta en su voluntad como el primer déspota del mundo. Así se ha visto que ha hollado la religión, ha hollado el trono, y no ha sembrado la libertad, porque esta preciosa planta no nace ni en los páramos helados, ni en los ardientes arenales, sino en aquellos terrenos donde la naturaleza ha combinado sabiamente los principios del calor y del frío. La constitución española en fin no es más que un gobierno popular con un rey, para que estos dos extremos, en un choque perpetuo, produzcan el conflicto más doloroso y más interminable.

Por estas consideraciones, señor general, yo no puedo menos que persuadirme de que V.S. bien aconsejado por su propia rectitud y por la experiencia, ponga a cubierto de sus enemigos personales esa parte del país y las tropas que le obedecen, con el fin verdaderamente laudable de asociarse a la buena causa de la América, que la Providencia había separado del antiguo mundo con el justo designio de darlo en propiedad a sus moradores, V.S. no dejará de convenir en que la Providencia está declarada a favor de la independencia de América. Eche V.S. la vista sobre toda la América y observe cuantos prodigios el cielo ha operado en estos días, para consumar la obra de nuestros gobiernos. Y observe V.S. igualmente los ejemplares castigos que sufre la España por los crímenes cometidos contra la América, pues no hay la menor duda de que en Europa la España es inocente; sin embargo, sufre los azotes más crueles.

Ultimadamente, señor general, la posición de V.S. es al mismo tiempo tan crítica como ventajosa. Siempre que V.S. conserve la actitud amenazadora que V.S. tiene actualmente, su suerte no puede ser infausta, y probablemente debe ser honrosa. Nosotros vamos a emprender la campaña y debemos triunfar; entonces V.S. habrá sido uno de nuestros más grandes auxiliares, por haber llamado la atención de nuestros enemigos por esa parte: por consiguiente, nuestra gratitud será igual al servicio que V.S. nos haya hecho. Tanto V.S. como los oficiales, tropas y pueblos de su mando serán beneméritos del Perú y de la América, y gozarán de las mayores ventajas, y yo ofrezco a V.S. una generosidad sin límites y la protección más cordial.

Supongamos el caso más remoto que puede ocurrir jamás, de que nosotros, quiero decir, que todos los hijos del Nuevo Mundo, seamos batidos y reconquistados por los españoles: en este supuesto, digo que V.S. nada tiene que temer del rey de España cuya causa ha servido hasta el día con un celo, fervor, a la verdad excesiva. Pero, como esta catástrofe no puede ocurrir, porque está fuera del orden posible, V.S. nada tiene que temer del gobierno español.

Quizás V.S. no querrá creerme, porque me considera enemigo; mas lo que voy a decir es evidente, notorio, y por decirlo así, chocante a los ojos de todos: excepto una parte del Perú, el resto del Nuevo Mundo está por la independencia. La Inglaterra y los Estados Unidos nos protegen, y V.S. debe saber que estas dos naciones son las únicas marítimas en el día, y que a los españoles nada les puede venir sino por mar. También supongo que V.S. no ignorará que toda la América está confederada con nosotros para nuestra común defensa, y que todos los ejércitos aliados se han puesto a mis órdenes para la destrucción de nuestros enemigos en el Perú, y además, bien pronto sabrá V.S. y todo el mundo que aquí tenemos un ejército de Colombia capaz de libertar todas las regiones de la tierra que opriman sus enemigos.

Si V.S. quiere verificar estos hechos y otros muchos que puedo probar, le convido encarecidamente para que mande un sujeto de toda su confianza a ver nuestro ejército y a examinar los documentos que califican hasta la evidencia la nulidad del gobierno español y la inmensidad de nuestro poder.

Tengo el honor de ser de V.S. atento servidor.

[BOLÍVAR]

* De un impreso moderno: Bolívar, Simón. Obras Completas. Vol. II. 1950. pp. 9-11. También se encuentra en: Memorias del General O’Leary. Tomo XXIX, pp. 493-497. El compilador indica que el texto fue tomado "del borrador", pero no indica donde se halla dicho borrador. La Comisión Editora no ha visto los originales de este documento.

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