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DOCUMENTO 7730. CARTA DE BOLÍVAR PARA SANTANDER, FECHADA EN GUAYAQUIL EL 6 DE AGOSTO DE 1823, EN LA CUAL LE INFORMA ESTAR A PUNTO DE PARTIR AL PERÚ, LE RECUERDA SU OFERTA DEL ENVIÓ DE 3.000 HOMBRES QUE UTILIZARÍA EN EL PERÚ, REFIRIÉNDOSE TAMBIÉN BREVEMENTE A OTROS PORMENORES.*

Guayaquil, 6 de agosto de 1823.

Al señor General F. de P. Santander.

Mi querido General:

Hasta ahora he estado escribiendo esta larga carta y en este momento me ha llegado un correo de Bogotá, trayéndome la correspondencia del 21 de mayo y 6 de junio. También me ha venido el decreto del Congreso permitiéndome pasar al Perú. Infinito he celebrado la llegada de esta orden antes de partir de Colombia porque yo tenía una repugnancia invencible a irme sin el permiso del Congreso. Al fin me voy lleno de la confianza de que no seré mal visto por el Congreso por un acto que la necesidad me obligaba. Yo tenía facultad para todo, pero no quería usar de esa facultad en un caso semejante para no dar que decir a nadie y menos al Congreso. No puede Vd. imaginar que agradecido estoy a Vd. y al Congreso por esta gracia: a Vd. por haberla agenciado, y al Congreso por haberla hecho.

Yo estoy como Vd. con las cosas de Europa, con mil incertidumbres; pero mi esperanza cada día es más fuerte. La cosa de América no es un problema ni un hecho siquiera, es un decreto soberano, irrevocable del destino: este mundo no se puede ligar a nada, porque los dos grandes océanos del mundo lo rodean y el corazón de los americanos es absolutamente independiente. La Europa no es ciega para ver esto como nosotros lo sentimos: así, no tenga Vd. cuidado por el reconocimiento de la independencia y la paz, ello será bien pronto mal que le pese a la Europa y a España.

Celebro la derrota de nuestra escuadrilla porque causó la ocupación del lago de Maracaibo por Padilla. Este suceso vale infinitamente más que el de los godos.

El dicho de Canning [1] sobre quietud y fuerzas de represión debe ponerse en todos nuestros papeles en letras de oro, porque nosotros estamos quietos y tenemos fuerzas de represión, y por consiguiente está reconocida nuestra independencia: además exigimos quietud y fuerza: es lo que debemos pedir al pueblo.

Celebro mucho la buena conducta del Congreso con el poder ejecutivo y también la reconciliación de Vd. con Nariño. Yo aconsejo a Vd. que procure ganarse a todo el mundo para que haya quietud y fuerza, de otro modo no habrá nada sino disensiones, contradicciones y penas, y después flaqueza y más flaqueza de ánimo y de medios.

Déle Vd. las enhorabuenas de mi parte a los señores secretarios del despacho por sus bellas exposiciones y por los servicios eminentes que han hecho en la creación del nuevo gobierno. No he recorrido aun sino la de Gual, que me parece buena. O’Leary dice que la de Briceño está excelente y yo no dudo porque ese calvo tiene talento, y escribe con mucha propiedad y belleza: lo mismo se dice de las otras: no he tenido tiempo para leer en un rato resmas de papel y así nada he leído de las tales exposiciones. Por el oficio de Gual de 6 de junio sé las buenas noticias de Europa sobre reconocimiento y guerra continental. Me parece que estas noticias sí son ciertas porque son buenas.

Vd. me ofrece los 3.000 hombres si vencen a Morales: ya esto debe haber sucedido, y por consiguiente vendrán los 3.000 hombres, lo más pronto posible porque así lo exige la salud de este país y el éxito final de la guerra de América, que de todos modos nos interesa y es complemento de nuestras empresas militares y políticas. Ruego a Vd. de nuevo mi querido general, que me mande los 3.000 hombres para que no me suceda otra cosa, como la de Bombona por falta de tropas; porque a la verdad es muy doloroso andar uno con reclutas y pocos, después de tantos años de veteranía y de triunfos.

Ahora en Pasto hemos peleado con reclutas de Bochalema, con harto dolor de mi corazón, sin más veteranos que 120 hombres de caballería.

Ya tengo escritos a Vd. cuatro pliegos con éste, en dos días consecutivos y como ya me voy no puedo ser más largo y perdone Vd. la cortedad.

Acabo de comprar hoy una corbeta de guerra nuevecita por 25.000 duros para el servicio de estos mares; esta se llamará la Pichincha; servirá para reemplazar la Bombona que costó 90.000 pesos y está podrida haciéndonos gastos diarios con sus composiciones. El dinero lo sacaré por un empréstito a la provincia de Guayaquil. En Quito he echado una contribución de veinte y cinco mil pesos mensuales para mantener tropas durante la guerra: dudo mucho que los paguen porque son los quiteños muy renuentes en estos servicios.

A Morales [2] me lo llevo al Perú para tener allí la ocasión de hacerlo General, porque no dude Vd. que hay más de ocho o diez Coroneles que han servido más que él, a lo menos yo así lo creo, aunque él no lo crea así. Carrillo, Armario, Rieux y trescientos Coroneles de caballería son más antiguos y tienen más combates.

Soy de Vd. mi querido General, cuente Vd. conmigo en el Cuzco o en el Perú (así está).

BOLÍVAR

El amanuense saluda a Vd. y a Perucho, les pide órdenes para la tierra de los Incas y les recomienda con mucho interés a su padre Vicente I barra, favor que espera de Vd. su siempre amigo que les quiere y desea tener la gran fortuna de volverlos a ver.

D. IBARRA

Saludos a las Ibañez, y Barayas y Páez.

Esta es el final de la carta del 4 de agosto.

*De un impreso moderno. "Cartas del Libertador" (Fundación Lecuna), tomo III, págs. 451-453.

Notas

[1] Jorge Canning, político y orador inglés (1770-1827). Reconoció las antiguas colonias españolas en América.

[2] Se refiere el Libertador al prócer neogranadino Antonio Morales Galavís. Prestó importantes servicios a la causa patriota. En el año de 1823 fue ascendido a General de Brigada y Comandante de Armas de Guayaquil.

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