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DOCUMENTO 8519 CARTA DE JOSÉ D. ESPINAR AL CORONEL TOMAS DE HERES, FECHADA EN PATIVILCA EL 11 DE ENERO DE 1824, LE COMUNICA LAS NEGOCIACIONES ENTRE BUENOS AIRES Y EL GOBIERNO DEL PERÚ, Y LE DA LA OPINIÓN DEL LIBERTADOR AL RESPECTO. SE LE RECOMIENDA TRATAR DE LOGRAR UN ARMISTICIO CON LA SERNA*

Pativilca a 11 de enero de 1824.

Señor Coronel Heres

Mi estimado Coronel:

Con la llegada a Lima del señor Alzaga, y las instancias que han hecho al Gobierno para iniciar sus negociaciones sobre la Convención celebrada entre los comisionados de S.M.E. y el Gobierno de Buenos Aires, S.E. el Libertador cree poder tener lugar un armisticio entre el General La Serna y el Gobierno del Perú, el cual siendo de seis o más meses de duración nos pusiera a cubiertos de ser invadidos actualmente por el ejército español, que tiene por ahora una preponderancia numérica sobre el de Colombia.

Al efecto desea S.E. que la convención de Buenos Aires sea ratificada por los españoles del Cuzco, antes que por nuestra parte; porque sería el modo de que obtuviésemos un partido favorable, cuando por el contrario siendo ratificado por nosotros antes que por La Serna sucedería que seguro éste de nuestra decisión, recargaría sus pretensiones excesivamente, y todas las desventajas recaerían sobre nosotros. El Libertador opina que el gobierno se ponga de acuerdo con el Congreso, y que se dirija un parlamentario al Cuzco, o adonde esté La Serna, invitando a este General a entrar en conferencias, que tengan por base dicho armisticio. Aceptadas que fuesen por La Serna, éste enviaría sus comisionados a Jauja plenamente autorizados para tratar con nosotros sobre el armisticio, arreglo de demarcación y otros particulares que S.E. se propone. S.E. quiere que el lenguaje de que usase el gobierno sea en estos términos, u otros semejantes, indícase franqueza de principios, libertad de ideas, y una absoluta confianza en el ejército Libertador y sus jefes. Que se hable a La Serna con noble orgullo, y sin descubrir por nada un estado de debilidad. Está tan satisfecho el Libertador del éxito de esta negociación, que S.E. responde de la libertad del Perú, después de un armisticio de seis meses. Toda la dificultad estriba en que esta cosa sea tan bien manejada, que no se trascienda los motivos de esta proposición. S.E. el Libertador no quiere dar la cara al iniciar este negocio; porque sería indicar un estado de debilidad en el ejército, y una desconfianza de nuestras propias fuerzas; lo que haría desaparecer el prestigio de la opinión que los españoles tienen de S.E. y todo sería malogrado. Entonces La Serna y demás jefes no entrarían por nada, acelerarían sus marchas hasta encontrarnos, y sería incierto el resultado de un combate. Luego que lleguen los auxilios que S.E. ha pedido de Colombia, y que espera dentro de seis meses, se disiparán los temores que al presente nos arredran. Sobre todo, este asunto exige la más grande destreza en su manejo, y el más inviolable sigilo en su guarda. Las proposiciones que haga el gobierno ("siempre a su nombre y de ningún modo al del Libertador") pueden llegar a noticia de algunos; pero las causas que las motivan deben ser absolutamente reservadas aún a los mismos que intervengan en las negociaciones. Por esta causa es que S.E. no me ha permitido contestar oficialmente al gobierno sobre la llegada del señor Alzaga, su presentación de la convención, etc.; y así mismo se lo dirá Ud. a su S.E. el Presidente a nombre del Libertador. El Presidente debe escribir con cierta franqueza al jefe de la vanguardia y al Virrey La Serna diciéndoles éstas y otras semejantes razones: "Que ha llegado a su noticia que el señor La Serna animado de los más nobles sentimientos de filantropía, deseaba terminar la guerra de América por una negociación pacífica. Que basta de sangre. Que el mundo liberal está escandalizado de nuestra contienda fraticida. Que demasiado ha tronado el cañón. Que demasiado la sangre americana ha sido vertida por la mano de sus hermanos. Que siendo todos hijos de la libertad y defendiendo los derechos de la humanidad, parece que esta guerra sanguinaria es más monstruosa por su inconsecuencia que por los desastres que causa. Que somos hombres y debemos emplear la razón antes que la fuerza. Que nos entendamos, y el bien de la América como el de la España, vendrán a reunirse en un mismo y solo punto. El gobierno peninsular, las cortes y el Rey han reconocido la independencia de toda la América. Que Buenos Aires ha concluido ya sus tratados. Méjico lo mismo, y Colombia ha entablado ya su negociación en Bogotá con los agentes españoles sobre un armisticio y preliminares de paz. Que así sólo el Perú es el desgraciado, que no goza ya de reposo, por no haberse entendido aún las partes contendientes. Que el gobierno español puede sacar muchas ventajas de la actual posición del Perú, y que es de la prudencia humana aprovechar los últimos restos de esperanza que le quedan a la España para tratar con provecho con nosotros. Debe decirse además a La Serna: Que con motivo de la lega­ción del señor Alzaga por el gobierno de Buenos Aires, y de haber pro­puesto una convención celebrada entre los comisionados de los gobiernos de Buenos Aires y de S.M.C., S.E. el Presidente invita al señor General La Serna a que pronuncie explícitamente sus disposiciones, su voluntad y su avenimiento, o su repulsa sobre estos tratados".

El Gobierno debe aparentar al dirigir esta comunicación, que ninguna intervención tiene en ella el Libertador; que no sólo no ha prestado su anuencia, sino que aún no tiene un conocimiento exacto de las intenciones benéficas del gobierno; en suma, que no se hable palabra en dichas comunicaciones de S.E. el Libertador.

Adiós amigo mío. Esta carta, aunque particular respecto a su forma, tiene esencialmente todo el carácter de oficial. Sea así, caso necesario.

Todo de Ud.

JOSÉ ESPINAR.

Rubricado

* De un impreso moderno. L. A. Eguiguren, El Proceso de Berindoaga, Buenos Aires, 1953, pp. 267-269.

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