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DOCUMENTO 7674. CARTA DE BOLÍVAR PARA SANTANDER, FECHADA EN QUITO EL 21 DE JULIO DE 1823, EN LA CUAL SE REFIERE A LA DERROTA DE LOS PASTUSOS, A LOS PROBLEMAS DEL PERÚ CON RIVA AGÜERO, SANTA CRUZ, ETC. LE SUGIERE EL ENVIÓ DE HOMBRES Y MATERIAL DE GUERRA PARA OPONERSE A CANTERAC. MENCIONA LA TARDANZA DEL CONGRESO EN DARLE LA LICENCIA PARA IR AL PERÚ Y CONCLUYE CON UN COMENTARIO SOBRE CIERTOS DISIDENTES DE CATEGORÍA QUE DESPUÉS IMPLORARON SU AUTORIDAD.*

Quito, 21 de julio de 1823.

(Contestada el 21 de septiembre).

Mi querido amigo General:

Logramos, en fin, destruir a los pastusos. No sé si me equivoco como me he equivocado otras veces con esos malditos hombres, pero me parece que por ahora no levantarán más su cabeza los muertos. Se pueden contar 500 por lo menos; mas como tenían más de 1.500, no se puede saber si todos los pastusos han caído o no. Muchas medidas habíamos tomado para cogerlos a todos y realmente estaban envueltos y cortados por todas partes. Probablemente debíamos coger el mayor número de estos malvados. Ud. sabrá por el General Salom los que hayan cooperado, y lo más que haya sucedido después de la victoria. Yo he dictado medidas terribles contra ese infame pueblo, y Ud. tendrá una copia para el ministerio, de las instrucciones dadas al General Salom. Pasto es la puerta del sur, y si no la tenemos expedita, estamos siempre cortados, por consiguiente es de necesidad que no haya un solo enemigo nuestro en esa garganta. Las mujeres mismas son peligrosísimas. Lo peor de todo, es que cinco pueblos de los pastusos son igualmente enemigos, y algunos de los de Patía también lo son. Quiere decir esto, que tenemos un cuerpo de más de 3.000 almas contra nosotros, pero una alma de acero que no plega por nada. Desde la conquista acá, ningún pueblo se ha mostrado más tenaz que ese. Acuérdese Ud. de lo que dije sobre la capitulación de Pasto, porque desde entonces conocí la importancia de ganar esos malvados. Ya está visto que no se pueden ganar, y por lo mismo es preciso destruirlos hasta en sus elementos.

Las cosas del Perú siguen en razón compuesta de la revolución y de la guerra. Al presidente Riva Agüero lo ha depuesto el congreso, y él se ha resistido a largar el mando. El congreso ha sido muy enemigo de Colombia, pero ahora ha cambiado casaca, por la enemistad que tiene con la facción de Riva Agüero. Todos ellos son unos malvados, llenos de ambición y faltos de patriotismo.

La expedición de Santa Cruz es del partido de Riva Agüero, y ha llegado a las playas de Intermedios con mucho suceso. Tres mil chilenos debían reunírseles, y Sucre debe haber sacado del Callao 3.000 colombianos con el mismo objeto. Se teme que Santa Cruz no obedezca a Sucre, autorizado por el congreso ampliamente. Riva Agüero también le ha dado el mando a Sucre, pero de mala fe, porque quiere que Santa Cruz sea el libertador del Perú, aunque nadie lo cree capaz para ello. Es natural que el ejército aliado del Alto Perú se vuelva el campo de Agramante, habiendo pocos peligros y muchas ventajas que ganar. En-Lima está la mayor parte del ejército español. 2.500 hombres vienen a destruir el congreso a Trujillo, y probablemente se extenderán hacia el norte destruyendo las fuerzas que tenemos por esa parte, que malamente serán comprometidas e indignamente mandadas. El hecho es que yo tengo muchas aprehensiones sobre la suerte de estas provincias. Muchas veces he estado resuelto a ir a buscar tropas a las costas del Magdalena y Zulia, y si no lo ejecuto, es por miedo del peligro que está muy cercano, el que se multiplicará con mi ausencia. Cada día me convenzo más de la incapacidad de todos nuestros jefes para mandar: nadie acierta; a nadie le obedecen, y todo se vuelve bochinche. Vea Ud. lo que ha sucedido después de la batalla de Carabobo en Venezuela. Vea Ud. la gracia del señor Flores destruido en el campo de batalla a palos por unos salvajes. Y sin embargo ninguno es mejor que él, aunque un poco presuntuoso.

La verdad sea dicha, si Ud. no me manda 3.000 hombres con 1.000 llaneros, armas y municiones, crea Ud. que Canterac conquista a Colombia. Canterac es un gran militar, y tiene diez o doce subalternos admirables. Ha peleado con Laserna por la operación sobre Lima, y probablemente no puede volver al Alto Perú porque su cálculo le ha salido errado. Por consiguiente él dilatará el teatro de sus operaciones al norte, así como nosotros al sur. Esto lo creo como de fe. Perderá probablemente sus cuencanos por el clima y la deserción, pero tomará reemplazos en las populosas provincias de Lima, Trujillo y Piura, como dicen que lo está haciendo. Con dinero compra armas y municiones de los extranjeros. A todo esto yo no puedo oponerle nada, porque no tengo armas ni base para crear cuerpos. Nuestros generales están muy graciosos, no quieren servir para nada, principalmente Valdés, Lara y Mires. Sólo Salom y Sucre valen algo, y quiere servir. Salom se ha portado heroicamente en esa campaña contra Pasto, y es lo mejor que tenemos en todo sentido.

Ya va para cuatro meses que he pedido la licencia del congreso, y su silencio está haciendo que se pierda todo, todo. Canterac y Valdés son el demonio, tienen una actividad más grande que Salom, mucho valor y conocimientos generales de la guerra. Sus oponentes son unos miserables muñecos divididos entre sí y muertos de miedo. Aseguro a usted que esta situación me tiene desesperado. Cuando vaya a oponerme a esos señores ya no habrá medios para nada. Por otra parte, vea usted la exposición del jefe de estado mayor al ministro de la guerra, y se convencerá de mis apuros. Este pueblo es muy enemigo de los españoles, pero no más, no más, no más. Nadie da nada ni nadie quiere servir. Vivas, arengas y palabras son todos sus socorros al gobierno, y después nada. En esta opotunidad he desplegado una energía superior a toda la que usted me ha conocido jamás, y ni por eso he logrado cosa de provecho. Esta es una gente aparte del resto de Colombia. Todavía no han hecho nada por la libertad y ya están aburridos. Los godos de Guayaquil sirven mucho mejor que los patriotas quiteños.

Mando a usted la arenga de Olmedo [1] y mi respuesta. Es la segunda vez que un jefe de sedición contra mí ha venido a implorar mi autoridad por el bien de la causa pública. Marino fue el que me fue a rogar por el congreso de Venezuela para que aceptase la presidencia después de haber sido disidente, Olmedo ha sido peor. De paso que se ponga una nota en la gaceta haciéndole honor a su docilidad y patriotismo. Será una lástima perder esta ocasión de hacer notar estos hermosos contrastes. Cada día tengo nuevos motivos de agradecer a la suerte sus favores, mas cuanto me elevo, tanto más hondo se ofrece el abismo. Tengo mucho miedo mental, y sin embargo mi audacia se aumenta de continuo. Mi marcha al Perú es un salto prodigioso que no me espanta, aunque muchos me amenazan con el peligro.

Por acá hemos sabido la caída de Iturbide que sirve de nueva sombra a mi cuadro. También sabemos los dares y tomares de la Europa, y corre el rum rum del armisticio con España; quiéralo Dios!

Soy de usted de corazón, y déle muchas memorias a Briceño y a los demás amigos.

BOLÍVAR

P.D. Le incluyo a usted copia de la arenga del diputado Olmedo, algunas gacetas de Guayaquil y copia de la última carta que he recibido de Riva Agüero.

* De un impreso moderno. "Archivo Santander", tomo X, pág. 330.

Notas

[1] Olmedo, José Joaquín, patriota y poeta neoclásico ecuatoriano (1787-1847), autor, entre otros grandes poemas, de "La Victoria de Junín" y del "Canto a Bolívar".

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