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DOCUMENTO 5613 DECRETO MARGINAL DE BOLÍVAR, FECHADO EN BARINAS EL 9 DE MAYO DE 1821, POR EL CUAL SUSPENDE LA EJECUCIÓN DEL ALFÉREZ LARRARTE Y PERMANEZCA PRESO "HASTA QUE SE LE ABSUELVA O CONDENE".*

Excmo. Señor Libertador y Presidente:

Germán Larrarte, Subteniente de Caballería, ayudante de órdenes del Regimiento Casanare que hoy está parte de él en ésta, ante S.E. con el debido respeto desde el principal dice: que a él he sido conducido de orden de S.E. con destino a ser mañana pasado por las armas por la deserción que se me atribuye; pero encarecidamente suplico a S.E. se digne oírme en mi defensa los descargos siguientes:

En la expedición que el año de 1819 hizo S.E. contra los enemigos que ocupaban a Cundinamarca, iba yo y militaba bajo las inmediatas órdenes del que se decía Teniente Coronel Juan Francisco Rodríguez, y mi destino era el mismo que hoy obtengo; y es el caso que luego que pasó la acción dada en Vargas, serían las once o doce de la noche cuando dicho Rodríguez llegándose adonde yo estaba dormido, y en voz baja me dijo estas palabras: "Arriba, arriba, Larrarte"; a esta voz le dije a mi asistente: "Mi caballo", y a esta ocasión replicó Rodríguez diciéndome: "No, no, a pie"; dígole yo: "¿A dónde vamos a pie?"; díceme: "Ahora sabrá V.: marche en silencio". Así fue: me incorporé y le seguí; luego que ya íbamos como a distancia de una y media cuadra de nuestro cam­po, le reconvine de nuevo: "¿A dónde vamos, mi Comandante?"; a cuya voz me contestó: "Tendo orden reservada del Presidente para marchar en estos términos a reunir las caballerías de los lla­nos y conducirlas con brevedad a este Ejército, y ya a la fecha deben estar en Morcóte". Yo, Señor, no tuve la menor duda en creerlo, ni menos cuanto siendo aquél un Jefe, me comunicaba orden de S.E. De esta suerte marché; al segundo día, observé que un oficial de los que venían reunidos a Rodríguez desapareció de nosotros; y luego nuevamente reconvine a Rodríguez, sobre cuál era nuestro destino, porque ya me entró sospecha, y díceme: "Yo voy huido y estos soldados y oficiales van lo mismo". A esto le dije: "Amigo, siendo así, hasta hoy le acompaño, y yo contramarcho al Ejército". En este acto, y diciendo esto volteé la espalda, y entonces trató de persuadirme con palabras y yo a ninguna le di oído absolutamente, y viendo mi resistencia me dijo impacientado: "Irá V. por buenas o por malas". Así fue que dispuso conducirme amarrado gran trecho hasta que de su espontánea voluntad me hizo soltar y dejarme con custodia, siendo él mismo el que la hacía en el día y noche. En estos términos llegué a los llanos, y en ellos le dije: "Amigo, ya que V. no me dejó volver al Ejército, permítame ir al Gobierno de la Provincia y presentarme en él"; tampoco lo permitió, y me dijo por último que sobre eso no le hablase; callé, y en una ocasión que se separó de mí a un destino como de una legua me le deserté, pero como tenía yo los pies hinchados y abiertos de caminar a pie no me pude escapar de él; me alcanzó y quiso primero darme un sablazo y después mandó a un soldado me tirase con un trabuco; éste no lo hizo y le suplicó a Rodríguez no me matase, que yo no quería acompañarlos, que me dejase ir; habien­do pasado todo esto, accedió a dejarme ir como yo quería. Sin parar marché de allí al Gobierno y le insinué esto mismo al señor Coronel José Concha que era el Jefe de Casanare. El me absolvió teniendo en consideración mi razonamiento. Me insinuó que había orden de coger a Rodríguez y decapitarlo; yo me comprometí a cogerlo siem­pre que se me diese gente, el Gobernador quedó en que así sería, pero nunca tuvo efecto a causa no sé por qué cosa que se ofreció de urgencia.

Por lo que creo que no hay en mí un delito en esta parte, pues aquel señor Gobernador no me creyó culpado en nada, porque aunque no tenía un conocimiento de mi conducta se informó de ella, mi modo de proceder y manejarme, y habiendo tenido noticia de mi buen porte (sin embargo que no me toca a mí el decirlo), no sólo me creyó lo expuesto, sino me confirió comisiones importantes a la República y en todo me distinguió.

Por tanto, acogiéndome a la benignidad de S.E., concluyo suplicándole tenga la bondad de mandar se revoque la sentencia man­dada ejecutar en mí, dignándose asimismo tener en consideración lo relacionado al mismo tiempo que desde el principio de nuestra transformación política estoy sirviendo con las armas, que nunca he delinquido ni en lo más leve; que aunque mi Provincia fue des­graciadamente ocupada por los enemigos de la libertad, siempre permanecí constante, defendiendo los derechos que pertenecen a los republicanos. El señor Teniente Coronel Manuel Ortega es buen testigo, pues en la guerrilla que a las órdenes de él obraba en aquella provincia estuve yo hasta que al fin logramos libertarla, habiendo aprehendido no solamente la tropa que la guarnecía sino al comandante General enemigo que la mandaba, Bayer; por otra parte, que si yo desgraciadamente el año diez y nueve falté, los antedichos artículos disminuyendo absolutamente el gran cargo que se imputa, sacando en consecuencia que no he faltado ni en lo más leve, y sí he acreditado la subordinación que me caracteriza y la puntualidad en obedecer las órdenes de mis superiores. Esta es merced y justicia que recibiré de la alta justicia que en S.E. tiene depositada la Nación.

Barinas, mayo 9 de 1821. Excmo. Señor,

GERMÁN LARRARTE

Excmo. Señor:

He tenido noticias positivas que el Comandante Juan Francisco Rodríguez sedujo y engañó todos los demás hombres que con él desertaron la noche después de la acción de Vargas, fingiendo tenía orden de V.E., y después que ya conocieron que era deserción se le separaron algunos y los restantes lo seguían por la fuerza, pues después de estar en el llano los obligaba a que le siguieran, huyendo para que no los cogieran, pues haciéndole yo cargo a dos soldados de los que desertaron con él, me contestaron esto mismo; también es constante que cuando yo vine de Bogotá a Casanare, ya se había presentado el que representa a mi antecesor señor Coronel José Concha, y lo había destinado de ayudante del Comandante de Arau-ca Teniente Coronel Manuel Ortega, y bajo de sus órdenes ha es­tado hasta ahora que marchó conmigo de mi ayudante en el Regi­miento; también me constan los servicios que manifiesta, y su buena educación, que ha tenido subordinación y obediencia a los Jefes. Es cuanto puedo informar a V.E. sobre el particular en Barinas a 9 de mayo de 1821.

Excmo. Señor,

JUAN NEPOMUCENO MORENO

Cuartel General en Barinas, a 9 de mayo de 1821.

Suspéndase la ejecución del Alférez Larrarte para que sea juzgado, debiendo entre tanto permanecer preso con un par de grillos en un calabozo hasta que se le absuelva o condene.

BOLÍVAR

* Acotaciones Bolivarianas. Decretos Marginales del Libertador, pp. 172-175. Edición conmemorativa del Sesquicentenario de la Independencia. Fundación John Boulton. Caracas, 1960.

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