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DOCUMENTO 8980 OFICIO DE LA SECRETARIA DE S.E. EL LIBERTADOR AL SE CRETARIO DE ESTADO Y RELACIONES EXTERIORES DEL GOBIERNO DE GUATEMALA, FECHADO EN PATIVILCA EL 23 DE FEBRERO DE 1824, LE INFORMA SOBRE LA TRAICIÓN DE RIVA AGÜERO, LA REORGANIZACIÓN DEL EJERCITO EN EL PERÚ Y LA SUBLEVACIÓN DE EL CALLAO. EL LIBERTADOR PIDE, AL GOBIERNO DE GUATEMALA, AUXILIOS PARA PREPARAR UNA EXPEDICIÓN*

Pativilca, 23 de febrero de 1824.

Al señor Secretario de Estado y Relaciones Exteriores del Gobierno de Guatemala.

Señor Secretario:

Los acontecimientos militares del Perú han sido constantemente desgraciados en todo el año de 23, protegiendo la fortuna a los españoles. Cuando en Setiembre del año último S.E. el Libertador de Colombia se trasladó a Lima, encontró este desgraciado país envuelto en una espantosa anarquía y al Jefe del Poder Ejecutivo, Riva-Agüero, que había sido exonerado del mando por el Congreso Constituyente, en guerra, abierta con el Gobierno legítimo, conservando a las órdenes más de tres mil hombres en las Provincias del Norte, único resto del Ejército peruano. Riva-Agüero llevó su crimen hasta invitar a los españoles a que ocupasen el país y se apoderasen de su Ejército. El Libertador que contaba en aquella época con 4.000 colombianos se dirigió al Norte y pudo impedir que Riva-Agüero verificase su pérfida, y detestable traición. Un Jefe, el Coronel La Fuente, de los Coraceros de Riva-Agüero protegido por la aproximación de nuestras tropas, puso a aquel en prisión y evitó un choque entre nuestras tropas y las disidentes, que aunque hubiera sido feliz para nosotros, habría sido siempre sensible porque era entre americanos. El Libertador, plenamente autorizado por el Congreso Constituyente para terminar la divergencia de Riva-Agüero, concedió a éste, y a su Ejército la más absoluta amnistía, y el Ejército, Riva-Agüero y el General Herrera se han embarcado para Gibraltar en un buque Inglés a fines de enero en Guayaquil.

En el entretanto el Libertador se ha ocupado incesantemente de la organización militar del Perú y de regenerar los cuerpos que aún quedan a éste. La marcha en un país agitado por facciones ha sida lenta, llena de tropiezos, a pesar de la actividad extraordinaria que ha empleado el Libertador.

Una nueva desgracia ha venido a hacer más crítica la situación de este Estado. Las tropas de la Plata que guarnecían los Castillos del Callao se sublevaron el 5 del presente, prendieron a sus Jefes y Oficiales, pusieron en libertad a los prisioneros españoles detenidos en las bóvedas de las fortalezas: les han dado el mando de éstas y han enarbolado en ellas el pabellón del Rey de España. Este suceso que nos ha arrancado el importante punto del Callao les dará necesariamente la posesión de la Capital de Lima sobre la que marcha una columna fuerte y estará en ella el 26 del presente, sin que las pocas tropas que guarnecen a Lima, puedan tomar otro partido que el de retirarse. La pérdida de las fortalezas del Callao y de Lima, importa la de un inmenso Parque depositado en las primeras, la del único punto militar fortificado, que tiene el Perú, y la de la moral que conservábamos con la posesión de la Capital y de las fortalezas. Desde que S.E. el Libertador arribó al Callao conoció la debilidad del Perú y se ocupó de pedir a Colombia un refuerzo de 12.000 hombres: a Chile dos o tres mil y de invitar a los Estados de la América del Sur a tomar una parte actica, pronta y eficaz en la salvación del Perú en que está envuelta la de todos los Estados americanos. El Ejército real en el Perú no baja de 14 o 16.000 hombres ocupando con él todo el Alto Perú, y la Cordillera. Nosotros apenas poseímos una parte de la Costa del Norte que probablemente tendremos que abandonar: una parte muy pequeña de la Sierra y la Provincia de Trujillo, hasta Tumbes que es lo más estéril y árido de este país.

Los españoles, con un Ejército fuerte, aguerrido y vencedor, es muy probale que vengan sobre el Libertador que no puede hoy oponerles más que 4.000 colombianos de excelentes tropas y 3.000 peruanos, soldados nuevos y viciados por el mal ejemplo y por los partidos en que han estado divididos. A pesar de este cuadro horrible el Libertador está resuelto a no abandonar el territorio y a esperar en él los auxilios que ha pedido a Colombia y a Chile para impedir que los Españoles ocupen íntegramente este Estado.

Si los españoles logran su completa posesión son infinitas las ventajas que van a obtener y es incalculable el grado de poder y de fuerza a que van a llegar, amenazando así a los Estados limítrofes. La posesión del Callao les va a dar marina y a la vez van a ser fuertes y a presentarse tales, por mar y tierra. Pero si oportunamente llegan a S.E. los auxilios que ha pedido, una sola batalla será suficiente para arrancarles las ventajas de cuantas han obtenido y aniquilar en América el poder español, asegurando así la libertad e independencia de toda la América.

S.E. el Libertador me manda presentar a la sabiduría del Supremo Poder Ejecutivo de las Provincias Unidas del Centro de América esta exposición y me manda rogar a nuestros hermanos de Guatemala, cuyas generosas disposiciones son bien conocidas, y cuyo interés por la causa de América es tan decidida, que se sirvan [. . .con auxilios de tropas, o de dinero] [1]] penetrarse de la situación deplorable de este Estado que reclama auxilios de todos los que están comprometidos por unanimidad de sentimientos en la lucha contra el Rey de España. Esa República, libre de enemigos, puede alargar una mano benéfica de sus hermanos del Perú que están amenazados inminentemente con nuevas y más pesadas cadenas de esclavitud de muerte.

Si el Supremo Gobierno de esa República se dignara equipar con toda la prontitud y brevedad posible una expedición de 3.000 hombres que se dirigiera a [los puertos del Norte del Perú, desde Payta hasta Huanchaco] [2] Guayaquil donde se les explicará la dirección que deben tomar, recordaría en sus días de glorias el rasgo benéfico, y si no pudiendo hacer un esfuerzo militar de esta clase, pudiera auxiliarnos con [uno, o dos millares de pesos] [3]] dos o trescientos mil pesos, la situación de este país se mejoraría infinito y los españoles no podrían gloriarse de su opresión.

S.E. el Libertador, al dirigirse a ese Gobierno Supremo, tiene la mayor confianza de no haber hecho una exposición estéril e infructuosa, confía que nuestros generosos hermanos del Norte verán con el mismo interés que nosotros nuestros males y nuestros bienes.

El Gobierno de la República de Colombia se compromete por los gas­tos de la expedición o por el pago del contingente en dinero con que ese Gobierno se sirva auxiliarnos.

Dios guarde, &.

* De un copiador del Archivo del Libertador. Sección O’Leary. Tº XXII, 1ª parte, Fº 94 al 97.

Notas

[1] [tachado en el original

[2] [id id

[3] [id id

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