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DOCUMENTO 999 DEL ORIGINAL. O.C.B. CARTA DEL LIBERTADOR SIMÓN BOLÍVAR PARA EL SEÑOR HIPÓLITO UNANÚE, LE INFORMA DE LA APREHENSIÓN DEL TRAIDOR BERINDOAGA ENTRE OTROS ASUNTOS DE ESTADO. PLATA, 25 DE NOVIEMBRE DE 1825.

Plata,- 25 de noviembre de 1825.

(AL señor J. Hipólito Unanúe).

Mi querido Presidente:

He recibido hoy con asombro la hermosa espada que la buena ciudad de Lima ha querido mandarme. A la verdad que está ejecutada con un gusto muy europeo. No hubiera creído que se pudiese hacer en América una alhaja tan preciosa; yo la conservaré hasta los últimos días de mi vida con gratitud al pueblo que más me ha colmado de gracias. El domingo recibiré en público esta espada, y la del general Sucre le será presentada el 9 de diciembre, porque el día es muy digno de esta recompensa. He sabido con mucho gusto la aprehensión de Berindoaga, el destino parece que se ha encargado de nuestra venganza: y si no, la muerte de Torre Tagle y su esposa. La Gaceta debía hacer algunas declamaciones sobre estos prodigios. ¡Dios destruya siempre a los enemigos del Perú! porque la clemencia con el malvado es un castigo del bueno: y si es una virtud la indulgencia, lo es, ciertamente, cuando es ejercida por un particular, pero no por un gobierno. Los magistrados de Lima deben juzgar con estricta justicia a Berindoaga, y si las leyes lo condenan, el deber de los magistrados es cumplirlas, y si ellas lo salvan, nuestro mayor placer debe ser salvarlo. Esto lo digo en respuesta a lo que Vd. pregunta de oficio. Vd. debe verse muy sofocado con tantas libranzas dadas a favor de los oficiales, libertadores del Perú, pero no hay más que esperar el dinero que viene de Inglaterra para pagarlas. Yo estoy desesperado, por volverme a Lima, pero no lo podré hacer hasta el mes de abril, luego que haya instalado esta república el 19 de aquel mes. Yo ruego a Vd., a fin de que empeñe toda su influencia con el congreso para que inmediatamente que sea instalado haga el reconocimiento de esta nueva república de Bolivia. Amigo, perdóneme Vd. esta confianza, que necesariamente debo tener en una persona como Vd. que debe disculparme el interés que tomo por un país que ha querido hacerse de mi familia. Una bondad semejante no tiene límites y yo creo que tampoco ha tenido ejemplo, pues yo no he fundado este estado como Rómulo fundó aquella ciudad que le dio nombre al imperio más poderoso de la tierra. Los plenipotenciarios del Río de la Plata están muy satisfechos de mi conducta con ellos. Mucho espero de las relaciones que estoy formando con esta república vecina; quiero decir que espero bienes para la América por la uniformidad de nuestras relaciones. La América meridional formará, sin duda, una confederación cordial en los primeros años de su vida; y esto lo veo realizar cada día más y más. Quedándome un par de años en el Sur de Colombia; (siempre que me lo permita nuestro congreso), me lisonjeo de que nuestras repúblicas se ligarán de tal modo, que no parezcan en calidad de naciones, sino de hermanas, unidas por todos los vincules que.nos han estrechado en los siglos pasados, con la diferencia de que entonces obedecían a una sola tiranía, y ahora vamos a abrazar una misma libertad con leyes diferentes, y aun gobiernos diversos; pues cada pueblo será libre a su modo y disfrutará de su soberanía, según la voluntad de su conciencia. Supongo que esta carta encontrará a Vd. dueño del Callao, y que dirá Vd. al congreso, o al general La Mar: Entrego la república, libre de enemigos, libre de facciosos, Ubre de todas las calamidades públicas y domésticas; las leyes han mandado en lugar del gobierno, la nación ha cumplido sus empeños, y ella ha recobrado su dignidad mientras la he servido. Yo no veía esta nación cuando empecé la carrera pública y ahora la presento íntegra, gloriosa, libre y pacífica: los enemigos la cubrían al nacer, con todo el peso de su poder y de su mal, y al presente, peruanos, mirad: ningún español ofenderá vuestra vista: /Oíd! y un solo eslabón de las cadenas no herirá vuestros oídos: ¡Reflexionad! y contemplaréis que la disolución de los males que desolaban nuestro país, ha producido los elementos del bien, la dicha, o la esperanza de todos. Vd. dirá verdad después de haber concluido este discurso; y el Perú será justo, si considera a Vd. entre sus primeros bienhechores.

Recuérdeme Vd. a la memoria de los señores ministros.

Soy de Vd. de todo corazón.

Bolívar.

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