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DOCUMENTO 2038. DE UNA COPIA. O.C.B. CARTA DEL LIBERTADOR SIMÓN BOLÍVAR A JOSÉ FERNÁNDEZ MADRID, FECHADA EN CAMPO BUIJÓ AL FRENTE DE GUAYAQUIL, 28 DE JUNIO DE 1829. LE COMUNICA SOBRE LAS CONDICIONES DEL PERÚ Y PIDE QUE SE COMUNIQUE CON EL SEÑOR GABRIEL CAMACHO Y ARREGLE LOS NEGOCIOS.

Campo de Buijó, al frente de Guayaquil, 28 de junio de 1829.

Al Señor José Fernández Madrid.

Mí querido amigo:

He recibido constantemente, y ahora mismo acabo de recibir, dife­rentes cartas de Vd. desde el 16 de febrero hasta el 5 de marzo, en las cuales me habla Vd. de la insurrección de Obando y guerra del Perú, como también de mis negocios particulares. Desea Vd. saber de mi salud, y por cierto es muy buena y mi espíritu está eminentemente ale­gre por el triunfo que ha obtenido nuestra patria contra el Perú, la caída de La Mar y la lucha que va a haber por el mando supremo. Mientras tanto, el general La Fuente, antiguo amigo mío, es el jefe del Perú, y Gamarra pretende el mismo destino, por lo que habrá una guerra civil en aquel país antes de seis meses. El partido de Gamarra será más fuerte, pero el de La Fuente mejor y muy adicto a mí. Ya verá Vd. los documentos que han publicado ambos contra el antiguo gobierno del Perú y honrosos a Colombia. La proclama de La Fuente ha vindicado a Colombia y a su gobierno; yo le estoy sumamente agra­decido, así como La Mar debe haber quedado muerto con su deposición y los documentos que sobre ella se han publicado. En el Perú todo es extremo, sea en bien o en mal.

Acabamos de concluir un armisticio provisorio mientras se celebra otro para evacuar la plaza de Guayaquil y suspender las hostilidades marítimas. Yo he declarado que no celebrare tratado alguno con el Perú antes de recibir la plaza de Guayaquil, como se le entregó y están prontos a hacerlo, según me aseguran el hecho es que ellos harán cuanto yo quiera, porque en el día tengo un inmenso poder y ellos están perdidos.

Cuente Vd., pues, con la paz más satisfactoria y también con una buena constitución en Colombia, según es el espíritu público que reina. Procuraremos salvarnos del naufragio de la América; y, aunque tengo muy pocas ganas de hacer nuevos sacrificios, soportaré cuanto admita mi paciencia, bastante exhausta.

He recibido la nueva contrata celebrada con los señores Badams y Boote, la que apruebo en todas sus partes; y doy a Vd. las gracias por este nuevo servicio.

Incluyo una ratificación, como Vd. pide, y la haré en toda forma cuando entre en Guayaquil.

Vd. debe estar desesperado, como lo estoy yo, con este cansado asunto de las minas y de las letras, que mi hermana ha tenido la habi­lidad de embrollar sin saber por qué.

Ruego a Vd. que se entienda con el señor Gabriel Camacho, resi­dente en Caracas, sobre todos estos negocios. Yo le escribo para que se comunique con Vd. y arregle mis asuntos de manera que queden prontamente claros.

Haga Vd. del dinero lo que tenga por conveniente en la inteligencia que todo lo que Vd. haga ahora y siempre será de mi aprobación; y si Camacho no cumple bien, y Vd. se encontrare en nuevos embarazos, demos de mano a todo y no tratemos más de minas ni de venta. Yo estoy sobre las costas del Pacífico, mi hermana no entiende de negocios, y si Camacho no desempeña su comisión bien, debemos terminar de una vez este miserable negocio.

Vd. sabrá que se perdió el principal de las letras de cambio que giré a favor de mi hermana, y mientras tanto di otras en favor del señor Ángel Álamo a tiempo que mi hermana negociaba las que antes había recibido. Nadie ha pagado todavía su valor; y, sin embargo, ya tenemos un pleito sin saber yo porque ni por qué no. En fin, yo no me meteré más en negocios de ninguna especie mientras esté empleado y distante de mi casa, porque es insoportable verse uno chasqueado por cosas que no valen la pena; y lo peor de todo es comprometer personajes públicos a la faz de una inmensa capital como Londres. Hablo por Vd., que sufrirá lo que no merece por mi culpa. Por último, haga Vd. lo que quiera o desentiéndase de todo, que es lo que debe hacer para no tener que tratar con esos mercaderes. ¡Malditas sean las minas y las libran­zas, y los que gastan sin tener con qué!

Su hermano de Vd. está conmigo y se conduce muy bien. He quedado satisfecho con respecto a su conducta pasada. No puede ser malo, aun­que quiera, porque su corazón es admirable y es hermano de Vd.

Vd. me dispensará, mi buen amigo, si no soy muy exacto en contes­tarle, porque de ordinario me falta tiempo y manos para lo particular.

Soy como siempre de Vd. su amigo de corazón.

BOLÍVAR.

(*) Todas las cartas del Libertador merecen el dictado de admirables; pero esta lo es en superlativo grado como reflejo de su patriotismo y desprendimiento.

Escribiéndola se sentía "eminentemente alegre" porque los negocios públicos marchaban bien, y aunque los suyos particulares se complicaban y torcían, man­daba darles de mano, mirándolos con el mayor desdén.

Las minas de que habla con tanta indiferencia el Libertador y que constituían el único caudal que le quedaba, habían sido estimadas en cuarenta mil libras es­terlinas: el contrato de venta a que se refiere, aunque no llegó a realizarse en vida del señor Madrid debía producir una suma casi igual a la expresada.

A pesar que estas consideraciones juzgo que la presente carta no debe publi­carse y sólo la incluyo para que los señores general Márquez y doctor Larrazábal tengan la satisfacción de leerlo. Hay en ella brotes de impaciencia y alusiones indeliberadas, que eran obra de una expansión amistosa, y que, por lo mismo, pueden excusarse; pero tienen el inconveniente de lastimar a personas inocentes.

El señor Camacho prestaba desinteresadamente sus servicios y si bien se abs­tuvo de enviar los títulos de propiedad en la forma exigida por los compraderos, procedió con acuerdo y dictamen de un abogado respetable de Caracas.

Si la señora Bolívar instruyó a los directores de minas para que no cubriesen cierta letra sin que fuese acompañada de carta especial suya, fue porque el prin­cipal se habia perdido en el tránsito y temió que se cometiera algún fraude.

La referencia que en la parte final de dicha carta se hace al general Fran­cisco F. Madrid, no tiene otro fundamento que el de sus antiguas y amistosas re­laciones personales con el general Santander.—Serrezuela,1870.—Pedro Fernández Madrid.

Leyendo esta carta de nuevo al cabo de tres años, me parece que en obsequio del mérito que observará cualquier lector, bien pudiera librarse a la publicidad sustituyendo el nombre del señor Camacho y el de la señora Bolívar con unos asteriscos.

Serrezuela, 6 de octubre de 1873. Por incapacidad mía firma mi hija. Gabriela F. Madrid..

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