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DOCUMENTO 76. CARTA A LA VIUDA DEL GENERAL JUAN ROBERTSON, DESDE KINGSTON, EN LA QUE LE DA EL PÉSAME POR LA MUERTE DE SU ESPOSO, DE QUIEN HACE FERVOROSO ELOGIO.*

Kingston, le 15 novembre 1815.

A Madame la Genérale Robertson.

Madame: Un devoir aussi pénible que sacre pour moi, me fait vous adresser cette funeste lettre, que je ne puis éviter.

Les malheurs que ma patrie et mon coeur viennent d’éprouver par la perte irreparable de votre digne époux, le general Mr. Jean Robertson, m’accablent et j’ose a peine interrompre votre juste douleur; cependant, j’ai encoré un autre devoir á remplir.

Je sais bien que rien, pour le moment, rendra le calme á votre coeur, rriais je sais aussi que les hommages que mon pays rend á la mémoire de cet homme illustre qui consacra son existence á la liberté de la Terre Ferme vous seront consolants.

Venezuela et la Nouvelle Grenade doivent trop au general Robertson pour qu’elles ne fassent pas une démonstration digne de leur défenseur et d’elles-mémes, en faveur de son intéressante famille.

Je suis vénézuélien et j’ai été honoré de la noble amitié du general Robertson; dans ce double titre il faut que je me montre reconnaissant envers son épouse et ses enfants, dont le bien-étre était la seule recompense qu’il ambitionnait. Je vous le garantís, si Venezuela obtient, comme il est á espérer, le bonheur qu’elle attend de son indépendance.

Agréez, madame, l’hommage respectueux des sentiments d’estime et de considération, avec lesquels je suis vótre tres humble et obéissant serviteur.

S. BOLÍVAR.

TRADUCCIÓN

Kingston, 15 de noviembre de 1815.

A la Señora del General Robertson.

Señora: Un deber tan penible como sagrado para mí me obliga a dirigirle esta funesta carta que yo no puedo evitar.

Las desgracias que mi patria y mi corazón acaban de experimentar por la pérdida irreparable de vuestro digno esposo, el General Juan Robertson, me apesadumbran y apenas me atrevo a interrum­pir el justo dolor de Ud.; sin embargo, tengo todavía que cumplir otro deber.

Sé muy bien que nada, en estos momentos, devolverá la calma a su corazón, pero sé también que los homenajes que mi país rinde a la memoria de este hombre ilustre que consagró su existencia a la libertad de Tierra Firme, le llevarán a Ud. algún consuelo.

Venezuela y la Nueva Granada le deben demasiado al General Robertson para que no hagan una demostración digna de su de­fensor y de ellas mismas en favor de su interesante familia.

Soy venezolano y me he sentido honrado con la noble amistad del General Robertson; por este doble título es preciso que me sienta agradecido hacia su esposa y sus hijos, cuyo bienestar era la única recompensa que él ambicionaba. Yo se lo garantizo, si Venezuela obtiene, como es de esperar, la dicha, que ella aguarda, de su independencia.

Acepte, Señora, el respetuoso homenaje de los sentimientos de estima y consideración, con los cuales soy su más humilde y obe­diente servidor.

S. BOLÍVAR.

* El original se conserva en el Foreign Office, Londres, signatura Co­lombia 1829, N° 72. Publicó esta carta por primera vez el historiador Carlos A. Villanueva en su obra Fernando Vil y los nuevos Estados. París, 1911, página 249. Existe una copia de la época en el Public Record Office, signa­tura F. O. 18/73, f.s 248-249. La destinataria, señora Catalina Robertson, viuda del General John Robertson (véase la nota 2 del doc. N° 73) residía entonces en Europa con sus tres hijas. La traducción del original francés al castellano ha sido hecha especialmente para la presente edición.

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