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DOCUMENTO 10183 CARTA DE SIMÓN BOLÍVAR PARA EL GENERAL FRANCISCO DE PAULA SANTANDER, FECHADA EN LIMA EL 8 DE MARZO DE 1825, LE DICE QUE ESTÁ MOLESTO POR EL CONTENIDO DE LA NOTA DEL MINISTRO FRANCÉS, PUBLICADA EN UN PERIÓDICO INGLÉS. CONSIDERA ALIADOS EVENTUALES A LOS INGLESES Y A LOS NORTEAMERICANOS Y LA NECESIDAD DE ENTRAR EN RELACIONES CON ELLOS. LE OFRECE DIEZ MIL HOMBRES DE LAS TROPAS QUE HAY EN EL PERÚ Y LE ANUNCIA SU VIAJE HACIA EL ALTO PERÚ, A FINALES DE MES. *

Lima, 8 de marzo de 1825.

A.S.E. el General Francisco de Paula Santander.

Mí Querido General:

Lo que más me ocupa en este momento, es la nota del ministro francés que ha dado el Morning Chronicle, y que se supone dirigida a Chasseriau. Este documento tiene una fisonomía que parece ingenua, aunque puede ser fingido; pero yo no creo, porque las ideas de la Francia están allí bien pintadas. Lo cierto es que los europeos están empleando todo género de intrigas contra nosotros, y que nosotros nos estamos como los españoles estuvieron con su constitución, en la más grande apatía, mientras que los enemigos trabajaban con una actividad incansable. Se ha dicho que la Francia ha mandado más de 20.000 hombres a sus islas. Unos han asegurado esta aserción, y otros la han negado. Yo creo que deberíamos mandar espías de inteligencia a ver si es cierto, y qué tropas tienen esos señores en sus colonias. Además, creo que sería muy conveniente que examinásemos cuáles son las miras definitivas del gobierno francés. Ud. sabe que el príncipe de Polignac ha dicho que la Francia desea que tengamos gobiernos monárquicos, o a lo menos aristocráticos. También el príncipe de Polignac le dijo a los enviados del Perú, que les era poco menos que indiferente el que se coronasen en América príncipes europeos o generales de la revolución. Luego esto parece que todo lo que desea es un orden de cosas análogo al de Europa, sin el empeño decidido de someternos a la metrópoli.

Los franceses con España se empeñaron en que se reformase la constitución de un modo análogo a la suya. Los españoles se cerraron a la banda y se perdieron. Si nosotros seguimos la misma conducta, no se qué ganaremos. Toda la Europa contra nosotros, y la América entera devastada, es un cuadro un poco espantoso. Los ingleses y los norteamericanos son unos aliados eventuales, y muy egoístas. Luego, parece político entrar en relaciones amistosas con los señores aliados, usando con ellos de un lenguaje dulce e insinuante para arrancarles su última decisión, y ganar tiempo, mientras tanto. Para esto, yo creo que Colombia, que está a la cabeza de los negocios, podría dar algunos pasos con sus agentes en Europa, mientras que el resto de la América reunido en el Istmo se presentaba de un modo más importante. Si los americanos me creyeran, yo les presentaría medios para evitar la guerra, y conservar su libertad plena y absoluta. Mientras tanto insto de nuevo por la reunión del congreso en el Istmo. Este paso y otros más son indispensables en estas circunstancias.

Yo no quiero nada para mí: nada, absolutamente nada. Ud. que me conoce y los demás que deben conocerme, me harán esta justicia. Así, deberían poner toda su confianza en mí, y dejarme obrar con los aliados. Desde luego digo, que ni aquí ni en Colombia ejerceré nunca poder ejecutivo alguno, pero puedo servir algo en el congreso o de enviado en Europa. Estos servicios no los haré sino en el caso de que las circunstancias sean terribles y muy peligrosas, pues yo estoy resuelto a abandonarlo todo, todo en este año (si no vienen los franceses) para meterme al agradable oficio de simple ciudadano; para dar mis consejos; para hablar con libertad; y para que todo el mundo vea con sus ojos que no tengo miras ambiciosas. Crea Ud., mi querido general, que entonces es que voy a servir bien a mí patria: voy a servirla con libertad, sin hipocresía, y de un modo digno de gratitud, porque voy a sacrificarle hasta mi popularidad.

Muchos días ha que no sé del general Sucre, pero supongo que habrá pasado el Desaguadero, y habrá tomado algunas provincias de las de Olañeta. Yo me hallo aquí dando dirección al sitio del Callao, que no dejará de costamos mucha pena y mucha sangre, pues nos falta casi todo para el sitio. He pedido a Guayaquil, a Panamá y a Chile gruesa artillería, municiones, y aun madera: no sé cuando vendrá.

Repito a Ud. que Ud. puede contar con 10.000 hombres de los que tenemos en el Perú: de los cuales más de 4.000 serán peruanos alistados en nuestras banderas en reemplazo de nuestras pérdidas. Puede Ud. decir lo que quiera de estas tropas, para disponer su envío, disponiendo a la vez del modo de transportarlas del Istmo hacia el Norte, y también repito, que si no hay necesidad de muchas tropas por allá, pueden quedarse 2.000 ó 3.000 hombres por acá, mientras que se arregla este gobierno.

A fines de este mes, pienso irme al Alto Perú, dejando aquí al general Salom, como he dicho antes, en el ejército, y al general La Mar en el gobierno.

A la menor insinuación que Ud. o el congreso me hagan sobre irme a Colombia, ya estoy marchando. Por lo mismo, deseo saber que piensan Uds. sobre esto por allá. Mucho deseo un reposo político por algunos meses o años, y aquí tengo más que hacer que en Colombia, pues gracias a Dios y gracias a un prodigio del cielo que he encontrado allá, a un amigo que me liberte del gobierno del estado, en tanto que aquí no hay nadie, pues el pobre general La Mar no tiene bastante voluntad ni carácter. El correo de Colombia no ha llegado aún: se espera de hoy a mañana, mas llegue cuando llegare, escribo sin tener ninguna de Ud. que contestar sabiendo que no ha de traer carta para mí.

El congreso de este país está reunido haciendo algunas cosas buenas y el 10 de este mes se disuelve. Ud. verá por las gacetas lo bien que se ha portado en el negocio del millón. Es muy digna su última resolución. A Sucre le han regalado doscientos mil pesos, en plata o propiedad: yo le he dado por los doscientos mil pesos una hacienda que vale poco menos. Es muy bonita la tal hacienda, era de los jesuítas. Los demás recibirán una recompensa proporcionada. Mis compañeros en el ejército del Sur han sido muy dichosos y, sin embargo, es tal la condición humana, que no están contentos, porque todos quieren volverse a Colombia o, por mejor decir, dejar el ejército. Parece que todos participan de mis sentimientos. Yo he recibido en el Perú el complemento de mis más ilimitados deseos, y, sin embargo, no estoy contento. Para variar quiero abandonarlo todo.

Tenga Ud. la bondad, mi querido general, de dar muchas expresiones de mi parte a Briceño [1]], Gual [2]] y Restrepo [3]]. A París que me escriba y me diga como está Guatavita, la sal de Zipaquirá y las minas de diamantes: dígale que es un tal por cual y es que no me escribe, bien que lo mismo merecen los demás, excepto el pobre Gual.

Si Ibarra está por ahí, dígale Ud. que se venga, a menos que su mujer o sus males se lo impidan.

Soy de Ud. de corazón.

[BOLÍVAR]

* De un impreso moderno: Simón Bolívar, Obras completas, tomo II, pp. 94-97. El compilador informa que la carta fue tomada "del original" pero no da a conocer su ubicación

Notas

[1] [Pedro Briceño Méndez.

[2] [Pedro Gual.

[3] [José Manuel Restrepo.

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