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DOCUMENTO 8013 OFICIO DE JOSÉ GABRIEL PÉREZ PARA LOS SECRETARIOS DEL SOBERANO CONGRESO, FECHADO EN LIMA EL 16 DE OCTUBRE DE 1823, EN EL CUAL, DE ORDEN DE BOLÍVAR, LES PLANTEA LA DIFÍCIL SITUACIÓN EN QUE SE HALLA LA NACIÓN, DE LO QUE SE DERIVA LA ESCASEZ DE RECURSOS QUE CONFRONTA EL EJERCITO. OFRECE EL LIBERTADOR LIBERAR AL PERÚ EN CUATRO MESES SIEMPRE QUE SE LE PONGAN A SUS ORDENES LOS RECURSOS NECESARIOS.*

Lima a 16 de octubre de 1823.

Señores Secretarios del Soberano Congreso.

Por cartas particulares de Intermedios que alcanzan hasta el 17 de este mes, se asegura que el General Santa Cruz ha llegado a Moquegua con sólo 600 hombres, y que allí ha hecho alto con el objeto de esperar las tropas y los dispersos que vienen por su espalda; diciendo también que aquella División se ha disuelto completamente con la marcha que emprendió desde Oruro, no teniendo esperanza de ver llegar mas que algunos dispersos, sin armas, como han llegado ya 300 a Arica; que el General Sucre que se había movido de Arequipa hacia Puno para proteger al General Santa Cruz había retrogradado a Arequipa para preparar los buques que tenía en Quilca, y reembarcar allí su División, cuyo movimiento debe ser efecto de la noticia de la llegada del General Santa Cruz a Moquegua y de la inutilidad por consiguiente de la continuación de su marcha. Esta noticia, si es cierta, como parece, ha destruido las esperanzas de los sucesos del Alto Perú, y circunscribe de nuevo el Territorio libre a la costa y las provincias del Norte; dando además al enemigo un poderoso refuerzo de hombres y de armas. La expedición de Chile que según las últimas noticias de Valparaíso zarparía de aquel puerto a mediados de este mes, no podrá ya desembarcarse en Intermedios y probablemente tendrá que venir al Callao, adonde vendrá la División del General Sucre y quizás los restos de la del General Santa Cruz. Esta Capital y sus inmediaciones tendrán entonces que mantener un Ejército de doce mil hombres que con los que están a las órdenes de Riva-Agüero, y los que vienen del Istmo de Panamá subirán a 160 mil soldados.

El Libertador cree de su deber presentar al Congreso Constituyente la verdadera situación de la República antes que sean irremediables los males que la amenazan.

El Ejército está reducido a una cortísima ración que no puede alimentarlo, no recibe sino una pequeña parte de su paga; alcanza grandes cantidades, está falto de vestuario y de equipo. Aun la pequeña ración no podrá dársele porque no hay víveres para ocho días más. Los Castillos del Callao tampoco los tienen pues una pequeña cantidad que existe es de tan mala calidad que no puede usarse. Necesitan también de reparos indispensables. Las tropas sufren cada día más en la prolongación de su escasez y de sus padecimientos. Las medidas dictadas por el Congreso para procurar numerario, no han tenido hasta ahora efecto, y probablemente la última contribución de cien mil pesos mensuales no se verifica, o al menos después de infinitas dificultades sufrirá una inmensa rebaja por las noticias que ya tiene el Libertador de las excusas que oponen los contribuyentes. En el Tesoro y en la Comisaría del Ejército, no hay numerario, ni esperanza de que lo haya, porque todo ramo productivo está paralizado. No puede, pues, contarse con las rentas ordinarias del Tesoro. El Ejército no tiene movilidad porque está falto de bagajes y la caballería a pie. Se han tomado medidas muy fuertes para procurarles mulas y caballos; pero estas medidas no han podido producir un grande efecto, porque se han tocado obstáculos invencibles. Nadie quiere dar su mula ni su caballo, y los pocos que se han colectado ha sido por la fuerza.

La Marina necesita también de grandes aprestos. Alcanza igualmente algunas cantidades, y no es posible contar con ella sin extraordinarios sacrificios en favor de esta arma que constituye nuestra superioridad en el Pacífico.

Ha sido preciso valerse de la fuerza para obtener algunos empréstitos, y sin embargo no se han conseguido, sino pequeñas cantidades, porque el crédito, que es una fuente de recursos para todos los Gobiernos, aquí está agotado. Ninguno quiere prestar. Ninguno contrata sino al contado. Ninguno espera.

No debe contarse con el empréstito que ha ido a solicitar a Chile el señor Salazar porque aquel Gobierno ha empleado el resto que le quedaba, del que negoció en Inglaterra en sus propios usos. El que se había adquirido antes está invertido y ya han dejado de cubrirse las letras giradas por este Gobierno. El Señor Larrea protestó un libramiento de 250.000 pesos, pues los auxilios enviados al General Santa Cruz, al Coronel Urdinea, y los gastos hechos en la expedición chilena que debe venir al Perú, han agotado aquellos fondos.

Por falta de numerario y de crédito no se han fletado buques, y ha dejado de salir la expedición preparada aquí, y aún no se sabe cuando marchará. Estas faltas dilatan las operaciones y exponen los resultados.

En este estado, el Libertador me manda someter a la sabiduría del Congreso esta sencilla exposición, para que impuesto de la situación del Perú, tome, de acuerdo con el Poder Ejecutivo, todas las medidas para proporcionar los elementos de libertarlo, escogitando los arbitrios, recursos y medios que crea necesarios, porque no conociendo el Libertador los que pueden emplearse en este país, no ha podido sacar el fruto que se proponía, aunque ha desplegado la energía que le inspira el peligro de la causa que defiende.

Por fin, S.E. me manda decir a V.SS. que a pesar del aspecto horrible de este cuadro lastimoso, S.E. está muy lejos de desesperar de la salud de la patria, y por el contrario, se compromete a libertar el Perú en el término de cuatro meses, siempre que en estos dos primeros se pongan a sus órdenes 400.000 pesos con las provisiones necesarias para la marcha del Ejército. Este sacrificio parece muy corto, balanceado con la completa libertad del Perú. De otro modo, el Libertador se descarga de la responsabilidad que pesa actualmente sobre su reputación, y devuelve desde luego las altas y extraordinarias facultades, con que le había honrado el Cuerpo Soberano de la República.

Dios, etc.

[J. GABRIEL PÉREZ]

* De un copiador del Archivo del Libertador. Sección O’Leary. Tº XX. Fº 224 al 227.

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