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DOCUMENTO 7998. OFICIO DE JOSÉ GABRIEL PÉREZ PARA EL SECRETARIO DE GUERRA, FECHADO EN LIMA EL 14 DE OCTUBRE DE 1823, EN EL CUAL, DE ORDEN DE BOLÍVAR, SE REFIERE A LA DISPERSIÓN DEL EJERCITO MANDADO POR SANTA CRUZ. CONSIDERACIONES SOBRE ESTE FRACASO DE LAS FUERZAS PATRIOTAS, SEÑALANDO QUE SI DE COLOMBIA NO SE ENVÍAN AUXILIOS, DIFÍCIL SERIA CONTRARRESTAR LAS FUERZAS DEL ENEMIGO.*

Lima a 14 de octubre de 1823.

Al Secretario de Guerra.

Ayer participé a V.S. precipitadamente, por aprovechar la ocasión de un buque que marchaba a Guayaquil, la desagradable noticia que se recibió de Arica de la dispersión de la División del General Santa Cruz en el Alto Perú. Hoy voy a dar a V.S. un conocimiento algo más detallado de aquel suceso y a poner en mayor claridad los deseos de S.E. el Libertador para poder sostener esta República y preservar de la guerra nuestro territorio.

Varias cartas particulares de Arica que alcanzan hasta el 7 del presente dicen que el General Santa Cruz llegó a Moquegua con sólo 600 hombres y que había hecho alto allí para esperar la reunión de los que venían por su espalda y los dispersos en la marcha que ha emprendido de Oruro en La Paz hasta Moquegua. El General Santa Cruz ha hecho este movimiento retrógrado porque no podía hacer frente al Virrey y Valdés que se habían reunido a Olaneta y lo perseguían picándole su retaguardia. Esta penosa y dilatada marcha con tropas no todas veteranas amenazadas tan de cerca, habrá sido la causa de la asombrosa disolución de un cuerpo de 5.000 hombres que ha quedado reducido a 600. Probablemente no llegarán muchos más a Moquegua y este pequeño resto será lo salvado de una fuerte epidemia. El General Sucre que marchó el 25 de setiembre de Arequipa con dirección a Puno para proteger al General Santa Cruz dicen que ha retrocedido hacia Arequipa para embarcarse en Quilca donde tenía sus buques. Es muy probable que no sea batido porque tiene franco el camino de la costa y será un gran bien salvar dos mil colombianos y mil chilenos que están a sus órdenes. A pesar de estas circunstancias no está completamente pura de riesgos. No puedo decir a V.S. nada más ni la causa verdadera de estos movimientos fundado en datos positivos, porque no se ha recibido ninguna comunicación oficial de Intermedios. Aseguran los que vienen de Arica que el Gobierno había mandado exportar sus efectos a los que pudieran. Esto confirma la pérdida de la División del General Santa Cruz y el abandono que va a hacerse de aquel departamento. Dicen que habían llegado a Arica trescientos soldados sin armas de la División del General Santa Cruz.

Destruida ésta, y enseñoreado el enemigo de todo el Alto Perú tiene tiempo de organizarse tranquilamente y de aumentar su Ejército con el poderoso refuerzo de hombres, fusiles y municiones que acaban de tomar en esta desgraciada campaña. El Perú ha perdido en ella la mayor parte de sus tropas y de su armamento cuya pérdida es más sensible aún que la del territorio que ha cedido al enemigo, porque no tiene como reponerla tan pronto como es necesario. El resto de las tropas que le queda está en el Bajo Perú a las órdenes del ex-Presidente Riva-Agüero, que está en guerra abierta con el Gobierno legítimo y negociando con el enemigo para entregarse con sus tropas, según participan del territorio ocupado por los realistas.

El Perú está completamente agotado, no tiene libre sino una pequeña parte de su territorio y ésta la más estéril e improductiva. No tiene comercio, ni numerario, ni crédito; sus minas están en poder del enemigo y sus producciones agrícolas en la costa aniquiladas por la guerra y por la falta de los brazos que se han tomado para ella. Este país necesita de todo, de todo absolutamente, es decir de tropas, de armas, de víveres y aun de dinero. En la revolución se han gastado más de veinte millones, y en sustancia está agotado. Esta es la verdadera situación de la pequeña parte libre de esta República. El Libertador cree sin embargo, que es del interés de nuestro Gobierno conservar la parte libre del Norte de este Estado y hacer de ella el teatro de la guerra antes que permitir que éste se traslade a nuestras posesiones del Sur. Piensa que es de nuestro interés transportar nuestras fuerzas aquí para combatir al enemigo en territorio ajeno y agotar los recursos que le quedan antes de abandonarlo, si la necesidad lo obligare a ello.

Así el Libertador me manda hacer a V.S. esta exposición para que se sirva elevarla a nuestro Gobierno, para que impuesto de ella se convenza de la necesidad con que S.E. reclama y pide auxilios y refuerzos de todas clases para combatir aquí al enemigo común. Estas razones son las que han estimulado al Libertador a pedir 3.000 hombres, además de los 3.000 que deben haber llegado ya al Istmo. Estos 3.000 hombres deberán venir armados y con todo el equipo que puedan traer, pues aquí no hay nada. Pide también S.E. todos los elementos de guerra que puedan enviársele para una larga y obstinada campaña. Pide también que se destinen algunos Oficiales de marina al Sur, para encargarlos de los buques de guerra [del Perú que están en la más completa desorganización y así en estado de alzarse] [1]] y la marina se necesita actualmente para muchas operaciones de grande importancia. Pide también que con estos 3.000 hombres vengan [cuando menos cuatrocientos] [2]] seiscientos llaneros de caballería que hacen aquí una gran falta; y pide, en fin, que el Gobierno le envíe algunos auxilios pecuniarios para atender a las necesidades de este Ejército. Entre los elementos de guerra pide S.E. de preferencia fusiles y plomo que son los dos artículos más escasos aquí.

Para facilitar la traslación con la prontitud y oportunidad posible de las tropas que pide al Gobierno por el Istmo, ha ordenado al General Salom que se traslade a Guayaquil, y encarga a V.S. que le comunique tanto al Comandante General del Istmo como al General Salom cuando marchan o estén próximos a marchar los últimos 3.000 hombres que ahora pide, para que tomen las medidas correspondientes y anticipadas para su traslación al Sur. Según comunicaciones del Intendente de Guayaquil ya habían salido algunos buques para Panamá, para transportar una parte de los primeros 3.000 hombres que destinó el Poder Ejecutivo al Sur, por el Istmo, a donde deben haber llegado ya, según he informado a V.S. antes de ahora.

En fin, señor Ministro, si de Colombia no se envían a S.E. estos 6.000 hombres con las armas y elementos de guerra, algunos Oficiales de marina, los 600 llaneros de caballería y cuanto esté al alcance de nuestro Gobierno, incluyendo también algún numerario; las fuerzas que actualmente defienden esta República no pueden contrarrestar las del enemigo, que se apoderará de este país y seguidamente invadirá al nuestro. La Expedición de Chile no ha llegado ni se tenía noticia en Intermedios de que hubiera salido de Valparaíso. S.E. cree por todas las probabilidades, que no vendrá ni un hombre solo de allí y que aquella República empleará las fuerzas que se preparaban para venir aquí, en apoderarse de Chiloé que le interesa mucho y después aceptará el armisticio. Así S.E. no cuenta con más auxilios que con los que le manden de Colombia, y con lo que a viva fuerza arranque a los habitantes del Perú que están arruinados y más que todo cansados de hacer sacrificios infructuosos.

Es inútil hablando a V.S. recomendarle la prontitud y la actividad con que deben enviársele a S.E. los auxilios que pide, y que por esta exposición puede V.S. calcular muy bien la situación de este país, la de S.E. y los males que amenazan a esta República, y al Sur de la de Colombia.

Dios, etc.

[J. GABRIEL PÉREZ]

* Del Archivo del Libertador. Sección O’Leary. Tomo XX. Fº 216 vuelto al 220 y vuelto.

Notas

[1] [Tachado en el Original

[2] [Tachado en el original

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