Lima, 10 de octubre de 1823.
Al Señor Intendente del Istmo.
Si los 3.000 hombres destinados por el Poder Ejecutivo a los Departamentos del Sur llegaren al Istmo sin armas, S.E. me manda encarecer a V.S. de todos modos que procure darles cuantas pueda, porque como he dicho a V.S. muchas veces ni en el Perú, ni en el Sur de Colombia hay un solo fusil sobrante, ni hay esperanzas próximas de conseguirlos. Casi puedo asegurar a V.S. que si estas tropas vienen desarmadas no valen la pena, ni los costos de irlas a transportar, porque no sólo necesitamos de hombres, sino de hombres con armas. El Libertador espera que V.S. haga un esfuerzo extraordinario proporcionándoles todas aquellas de que no tenga una absoluta necesidad. El Libertador se promete que a V.S. le sería actualmente tanto más fácil proporcionar armas, cuanto que la ocupación de Maracaibo que V.S. ha comunicado en que ha sido destruido completamente el Ejército y la Escuadra Española, asegura esos Departamentos del Norte de tentativas de parte del enemigo: mientras que en el Sur existe un Ejército que amenaza no sólo al Perú, sino también al de Colombia. El Ejército real del Perú es fuerte y aguerrido y sin fuerzas por lo menos iguales no hay probabilidad ninguna de batirlo.
Dios guarde a V.S.
[J. GABRIEL PÉREZ]
* De un copiador del Archivo del Libertador. Sección O’Leary. Tº XX. Fº 79 y vto.
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