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DOCUMENTO 179. CARTA DIRIGIDA DESDE LA PLATA (CHUQUISACA), AL PRESBÍTERO DON SANTIAGO COSTAS, DONDE TRATA ASUN­TOS DE INTERÉS PARA ESA FAMILIA AMIGA, Y SE REFIERE TAMBIÉN A LA SITUACIÓN POLÍTICA.*

Plata, a 3 de diciembre de 1825.

Al Señor Dr. Dn. Santiago Costas.

Muy estimado amigo: El Canónigo Urreta ha puesto en mis manos su estimable carta y el presente que Vm. ha querido obsequiarme. He dado a esta prenda todo el valor que merece, por ser la del cariño de una persona que estimo tan de corazón; yo la conservaré.

La adjunta orden del Señor Deán le autoriza a Vm. a restituirse a su curato de Potosí. Días ha que yo pensaba dar este paso, mas no me atrevía a hacerlo hasta saber la voluntad de Vm. Pero como V. ha tenido la noble delicadeza de no decirme nada, aproveché la ocasión de una carta que Vm. escribía al Señor Deán y que re­mitía al amigo Urreta. Yo supuse que éste sería su objeto y me apresuré en entregarla yo mismo. Debo decir, en honor del Señor Deán, que siempre se ha mostrado amigo de Vm. Como yo no tenía otro objeto que el de obtener la orden, todo lo he agradecido, sin averiguar si es o no ingenuo.

Hablaré a Vm. sobre la recomendación para Doña Liberata [1], que yo no olvido. Yo espero que todo se hará como mejor se pueda, y a pesar de que no estoy tan bien instruido de todo, como es de de­searse, doy cuantos pasos puedan propender a facilitarlo. El señor Alvear [2] es la persona a quien yo voy a encomendar el asunto de la Señora Liberata, pues que ninguno mejor que él puede allanarlo con su influjo en Buenos Aires; él debe partir dentro de poco tiem­po, y yo prometo a Vms. que lo recomendaré a su amistad. Me pa­rece muy conveniente que Vms. escribiesen a sus parientes y apo­derados en Salta y Buenos Aires que se acerquen al Señor Alvear, y le recuerden mi súplica, que no desatenderá. ¡Ah!, señor, ojalá que el destino nos llevase al Río de la Plata; yo mismo me en­cargaría del asunto de su buena hermana. Ciertamente que así se­ría. Tal vez, tal vez pueda realizarse este deseo. Nosotros no tene­mos otra ambición que la de la gloria; ni otros deseos que los del bien de la América, y estos mismos sentimientos podrían obligar-nos a llevar nuestras armas a la Banda Oriental [3] a combatir a un usurpador, que viola los derechos del pueblo argentino. Como hom­bre empleado en los negocios públicos siento que me voy dejando arrastrar por la política, pero suspenderé mis opiniones por ahora, porque el objeto de esta carta es otro, y este capítulo más bien co­rresponde a su hermana que a V. mismo.

También le va a V. el nombramiento de Vicario. Yo bien co­nozco que éste es un destino de ningún provecho; pero es honroso y le conviene a Vm. tenerlo en las presentes circunstancias por al­gunos días. Si a Vm. le es molesto este destino, podrá Vm. renun­ciarlo. El Señor Deán ha quedado de acuerdo conmigo en que le admitirá la renuncia cuando Vm. tenga a bien hacerla. En fin, Se­ñor, éste es un asunto que le pertenece a Vm. enteramente, y la parte que Vm. tome será la mía; dígaselo así. Tenga V. la bon­dad de presentarle mis más afectuosos cariños y asegurarle que nin­guna circunstancia puede hacérmela olvidar.

Saludo muy amistosamente al Señor Alvares y a su buena espo­sa, y también al Señor Gasteaburu.

Si la Señora Condesa se halla en Otullo [4], sírvase V. presentarle mis respetos y decirle que no le escribo porque aquí se la aguarda para las fiestas de Ayacucho. Si no viene, yo le escribiré dándole las gracias por el generoso perdón que ella me ha concedido: yo siem­pre lo esperé de su bello carácter.

Vm. debe saber que estoy dispuesto a cuanto V. me quiera man­dar, y que mi más ardiente deseo es emplearme en obsequio de una persona que tanto estimo. Esto lo digo una vez y no más. Sé cumplir con mis amigos y no sé mentir.

Estoy desesperado por conocer a Vm. y muchas veces he que­rido ir a Otullo, pero me he acordado que aunque libre, soy muy esclavo, y que mi deber me obliga a hacer mucho por la Patria, nada por mí mismo, así dejaremos que corra el tiempo y nuestra amistad.

Escríbame V. siempre, dígame cuál es el estado de su salud, su suerte me interesa mucho. Créame V., etc.

[BOLIVAR].

* Archivo del Libertador. Documentos donados por la Sucesión Villa-nueva a la Academia Nacional de la Historia, y transferidos los de carácter bolivariano por esta Institución a la Casa Natal del Libertador. De un borrador, de letra del Coronel Juan Santana, Secretario particular del Liber­tador. Carece de firma. La que aparece al final no es de Bolívar ni de Santana sino moderna y está puesta con lápiz por una mano desconocida. Se trata, sin embargo, de un documento auténtico del Libertador dictado por él a su Secretario privado Santana. El destinatario, Presbítero Dr. San­tiago Costas, miembro de la familia potosina de ese apellido a la cual nos hemos referido en nota anterior (véase el documento N° 176) se hallaba en el pueblo de Otullo (u Otuyo), lugar del Departamento de Potosí en Bolivia.

Notas

[1] Hermana del destinatario de la carta.

[2] Se trata del General y político argentino Carlos María de Alvear (1789-1854), quien se hallaba entonces en el Alto Perú como uno de los dos Comisionados del Gobierno de Buenos Aires ante el Libertador.

[3] Es decir, el Uruguay de hoy.

[4] Lugar del Departamento de Potosí, mencionado en la nota principal de este mismo documento.

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