AL SEÑOR GENERAL LAFAYETTE.
Señor general:
He tenido la honra de ver, por la primera vez, los nobles caracteres de esa mano bienhechora del mundo de Colón. Esta dicha la he logrado por el señor coronel Mercher, que me ha entregado la muy favorecida de V. E. fecha 13 de octubre próximo pasado.
Por los papeles públicos he sabido, con un gozo indecible, que V. E. ha tenido la bondad de honrarme con un tesoro sacado del Monte Vernon: la imagen de Washington, algunas de sus reliquias y uno de los monumentos de su gloria, deben serme ofreridos por V. E. a nombre de los manes del gran ciudadano y primogénito del mundo nuevo. Lo que vale para mi corazón una reunión tan gloriosa de cosas y de modos, no puede ser explicado por ninguna expresión. La familia de Washington me honra de una manera que yo no podía ni remotamente esperar jamás, pues Washington, por la mano de Lafayette, es la corona de todas las recompensas humanas. Aquél fue el insigne promotor de la reforma social, y V. E. es el héroe ciudadano, el atleta de la libertad que, con una mano, ha servido a la América, y con la otra al mundo antiguo. ¿Qué mortal, pues, seria digno de los honores con que V. E. y el Monte Vernon quieren colmarme? Mi confusión se iguala a la inmensidad de mi reconocimiento, que ofrezco a V. E. con el respeto y la veneración que se debe al Néstor de la libertad.
Soy de V. E. con la mayor consideración su respetuoso admirador.
El texto publicado va en el número siguiente.
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