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CARTA DEL LIBERTADOR PARA EL GENERAL EN JEFE JOSÉ ANTONIO PÁEZ, FECHADA EN LA MAGDALENA EL 6 DE MARZO DE 1826. LE ACUSA RECIBO DE LA CARTA ENVIADA CON ANTONIO LEOCADIO GUZMÁN. LE EXPRESA SU DESACUERDO CON LA OPINIÓN ACERCA DE LA INSTAURACIÓN DE UNA MONARQUÍA. DICE QUE CREE QUE EN LA REFORMA DE LA CONSTITUCIÓN PUEDEN HACERSE ALGUNOS CAMBIOS ÚTILES SIN VIOLACIÓN DE LOS BUENOS PRINCIPIOS.*

Magdalena, 6 de marzo de 1826.

Al Exmo. Señor General en Jefe José Antonio Páez.

Mi querido General y amigo:

He recibido la muy importante carta de Ud. del 1° de octubre del año pasado, que me mandó Ud. por medio del señor Guzmán, a quien he visto y oído no sin sorpresa, pues su misión es extraordinaria. Ud. me dice que la situación de Colombia es muy semejante a la de Francia cuando Napoleón se encontraba en Egipto y que yo debo decir con él: “los intrigantes van a perder la patria, vamos a salvarla”. A la verdad, casi toda la carta de Ud. está escrita por el buril de la verdad, mas no basta la verdad sola para que un plan logre su efecto. Ud. no ha juzgado, me parece, bastante imparcialmente el estado de las cosas y de los hombres. Ni Colombia es Francia, ni yo Napoleón. En Francia se piensa mucho y se sabe todavía más, la populación es homogénea, y además la guerra la ponía al borde del precipicio. No había otra república grande que la francesa y la Francia había sido siempre un reino. El gobierno republicano se había desacreditado y abatido hasta entrar en un abismo de execración. Los monstruos que dirigían la Francia eran igualmente crueles e ineptos. Napoleón era grande y único, y además sumamente ambicioso. Aquí no hay nada de esto. Yo no soy Napoleón ni quiero serlo; tampoco quiero imitar a César; aun menos a Iturbide. Tales ejemplos me parecen indignos de mi gloria. El título de Libertador es superior a todos los que ha recibido el orgullo humano. Por tanto, es imposible degradarlo. Por otra parte, nuestra populación no es de franceses en nada, nada, nada. La república ha levantado el país a la gloria y a la prosperidad, dado leyes y libertad. Los magistrados de Colombia no son ni Robespierre [1] ni Marat [2]. El peligro ha cesado cuando las esperanzas empiezan; por lo mismo nada urge para tal medida. Son repúblicas las que rodean a Colombia, y Colombia jamás ha sido un reino. Un trono espantaría tanto por su altura como por su brillo. La igualdad sería rota y los colores verían perdidos todos sus derechos por una nueva aristocracia. En fin, amigo, yo no puedo persuadirme de que el proyecto que me ha comunicado Guzmán sea sensato, y creo también que los que lo han sugerido son hombres de aquéllos que elevaron a Napoleón y a Iturbide para gozar de su prosperidad y abandonarlos en el peligro, o si la buena fe los ha guiado, crea Ud. que son unos aturdidos o partidarios de opiniones exageradas bajo cualquier forma o principios que sean.

Diré a Ud. con toda franqueza que este proyecto no conviene ni a Ud. ni a mí ni al país. Sin embargo, creo que, en el próximo período señalado para la reforma de la constitución, se pueden hacer a ella notables mutaciones en favor de los buenos principios conservadores y sin violar una sola de las reglas más republicanas. Yo enviaré a Ud. un proyecto de constitución que he formado para la república de Bolivia; en él se encuentran reunidas todas las garantías de permanencia y de libertad, de igualdad y de orden. Si Ud. y sus amigos quisieran aprobar este proyecto, sería muy conveniente que se escribiese sobre él y se recomendase a la opinión del pueblo. Este es el servicio que podemos hacer a la patria; servicio que será admirado por todos los partidos que no sean exagerados, o, por mejor decir, que quieran la verdadera libertad con la verdadera estabilidad. Por lo demás, yo no aconsejo a Ud. que haga para sí lo que no quiero para mí, mas si el pueblo lo quiere, y Ud. acepta el voto nacional, mi espada y mi autoridad se emplearán con infinito gozo en sostener y defender los decretos de la soberanía popular. Esta protesta es tan sincera como el corazón de su invariable amigo.

[BOLÍVAR]

* De un impreso moderno: Obras completas de Bolívar, tomo II.

Notas

[1] Maximilien de Robespierre (1758-1794), abogado y político francés. Una de las principales figuras de la Revolución Francesa. Ejerció una fuerte influencia en el Comité de Salvación Pública, que entre septiembre de 1793 y mediados de 1794, gobernó en Francia durante el llamado Reinado del Terror, caracterizado por una brutal represión de los revolucionarios contra sus enemigos políticos. Acusado de dictador, Robespierre fue detenido y sentenciado a morir en la guillotina, junto con otros miembros del Comité de Salvación Pública, el 27 de julio de 1794.

[2] Jean-Paul Marat (1743-1793), periodista y político francés. Ferviente partidario del republicanismo durante la Revolución Francesa, apoyó las medidas represivas del Reinado del Terror y atacó la posición de los líderes revolucionarios más moderados. Murió asesinado el 17 de julio de 1793.

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