Magdalena, 4 de marzo de 1826.
Señor Coronel Diego Ibarra.
Mi querido Diego:
He recibido dos cartas tuyas del 21 de octubre que contesto. No me parece que debas venir al Sur, puesto que el gobierno te ha empleado en ese destino; ahí estás inmediato a tu familia y puedes atenderla y cuidarla. Me alegro que hayas recibido el dinero que te mandé entregar, él puede servirte de algo.
He venido a Lima después de haber recorrido las provincias del Alto Perú; ellas han tomado mi nombre para hacerse república y esta es una demostración de gratitud que agradezco en mi corazón: creo que jamás se ha hecho mayor honor a un viviente.
El congreso no se ha instalado todavía por falta de diputados, pero no pasarán ocho días sin que se reúna. Entonces renunciaré el mando que ejerzo actualmente.
Por lo demás de tu carta, sólo te diré que no te metas en esas locuras.
Saluda a toda tu familia, a tus padres y créeme tu invariable.