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DOCUMENTO 1034. DEL ORIGINAL .O.C.B. CARTA DEL LIBERTADOR SIMÓN BOLÍVAR A JOSÉ RAFAEL REVENGA, FECHADA EN LIMA, 17 DE FEBRERO DE 1826, SOBRE LAS BASES DE LA CONFEDERACIÓN DE ESTADOS A REUNIRSE EN PANAMÁ.

Magdalena, 17 de febrero de 1826.

Señor José Rafael Revenga.

Mi querido Revenga:

Tengo a la vista las cartas de Vd. de 21 de octubre, 6 y 21 de noviembre en que me habla extensamente sobre la confederación del Istmo y de los artículos adicionales que ha propuesto a los confederados. De oficio digo al Vicepresidente lo que siento acerca de ellos y voy a hablarle a Vd. con un poco más de extensión.

La alianza de la Gran Bretaña nos dará una grande importancia y respetabilidad. A su sombra creceremos, y nos presentaremos después entre las naciones civilizados, y fuertes. Los temores de que esa nación poderosa sea el arbitro de los consejos y decisiones de la asamblea; que su voz, su voluntad y sus intereses sean el alma de ella, son temores remotos y que, aun cuando se realicen algún día, no pueden balancear las ventajas positivas, próximas y sensibles que nos da ahora. Nacer y robustecerse es lo primero; lo demás viene después. En la infancia necesitamos apoyo, que en la virilidad sabremos defendernos. Ahora nos es muy útil, y en lo futuro ya seremos otra cosa.

La facultad de los plenipotenciarios de formar por si, o por personas autorizadas por ellos, tratados de alianza, aunque sea puramente defensiva, les da una facultad extraordinaria para resolver sobre negocios de un alta trascendencia, y que se extienden a toda la nación.

Me parece que debería limitarse esta facultad a preliminares que serían ratificados con previa aprobación de los gobiernos respectivos.

De resto, me parecen las adiciones tan justas y tan benéficas, como todo lo esencial del proyecto, y creo como Vd. que adoptado éste por todo el continente americano y por la Gran Bretaña, va a presentar una masa inmensa de poder, que debe necesariamente producir la estabilidad de los nuevos estados.

Diré a Vd. que no tengo ningunas esperanzas de que Chile y las Provincias Unidas del Río de la Plata entren en la confederación, ni adopten de buena fe el proyecto tal cual se ha presentado, por el contrario, las creo perjudiciales. Estos dos países están en una situación lamentable, y casi sin gobierno, y por esta razón he sentido mucho que Vds. hayan enviado los articules adicionales a nuestros agentes en aquellos gobiernos, antes de estar seguros de que entrarían en la confederación, y de que los aprobarían. Ellos no harán más que publicarlos con apéndices burlescos, si no amargos y satíricos, aunque sean infundados. También habría querido que nada se hubiera dicho de la invitación hecha al rey de la Gran Bretaña, antes de estar bien seguros de su asentimiento, porque si no se logra, va a rebajar en mucho el crédito de la confederación esta negativa, y mientras que, manejada la negociación secretamente, quedaba ileso su crédito, o recibía un grande esplendor al ver aparecer en el Istmo los diputados británicos, y esto habría apresurado a los que no hubieran entrado en la confederación a solicitar su admisión en ella.

Este gobierno ha interpuesto sus buenos oficios con Chile y Buenos Aires, pero repito que me parece todo inútil por las razones que he dicho. Con respecto a él, puedo asegurar que tiene la más perfecta deferencia por Colombia, que seguirá por mucho tiempo unido a ella y que verá con complacencia cuanto estreche más con ella sus vínculos y relaciones.

La necesaria mediación de los confederados con respecto a un extraño, creo que presentará muchas dificultades por parte de éstos. Sin embargo, para la federación sería ventajosísima.

Voy a añadir a Vd. dos palabras con respecto a Buenos Aires y Chile. El primero no entrará nunca de buena fe en la confederación. Tratará de entorpecerlo y contrariarlo todo; no pondrá sino obstáculos a la marcha de la asamblea. Esto está esencialmente envuelto en su actual organización, y en el carácter y principios de sus turbulentos habitantes. El segundo, si manda sus plenipotenciarios, quizá será de mejor buena fe, y serán más dóciles, y útiles en la confederación.

Tengo noticias muy recientes de Venezuela, por conductos dignos de crédito, que me aseguran que aunque los de la oposición están menos agitados que antes, esta tranquilidad es muy precaria y su origen de mala naturaleza. El general Páez me habla de diferentes opiniones que reinan allí, y yo pienso mandarle una constitución que he formado para presentarla al congreso de la república de Bolivia, porque abraza los intereses de todos los partidos, da una estabilidad firme al gobierno unida a una grande energía y conserva ilesos los principios que hemos proclamado de libertad e igualdad. Si se va preparando la opinión por medio de la imprenta, ella podrá ser presentada al congreso del año de 31, en cuya época puede legalmente reformarse nuestra constitución.

Aquí han convocado para el congreso constitucional a los diputados de las provincias de Jaén, de Bracamoros y de Mainas, reclamadas, mucho tiempo ha, como pertenecientes a Colombia. Yo he dicho a Armero esta ocurrencia y creo que Vds. le ordenarán a nuestro plenipotenciario en esta república, que introduzca el reclamo en forma hasta obtener su restitución a Colombia.

Me he complacido mucho de que Vd. está preparando materiales para justificar al gobierno, Vd. debe hacerlo, porque es verdad, y porque no debe dejársele atacar con injusticia. También me complazco de que Vd. esté ahora a la cabeza de ese ministerio.

Soy de Vd. afmo. que lo aprecia.

Bolívar.

Museo Boliviano, Caracas, N’ 1.242.

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