Maracaibo, 16 de diciembre de 1826
Señor General de Brigada Pedro Briceño Méndez.
Mi querido general:
Al salir de Pamplona tuve la satisfacción de recibir las comunica dones de Vd. que me ha traído Buroz, de cuya boca he tomado todos los informes que podía desear con respecto al estado de Venezuela y al movimiento de Puerto Cabello. Déle Vd. a todos esos señores, particularmente a Boguier, las gracias, y asegúreles que ellos serán confirmados en los grados que se les hayan ofrecido. Apenas llego a esta ciudad cuanto ya estoy preparando un socorro de tropas de 800 hombres compuesto del batallón Boyacá y el escuadrón de Dragones, que van a marchar ya, víveres y el poco dinero que se haya podido conseguir. Todos estos recursos saldrán dentro de tres días a más tardar. El general Salom despachado desde Pamplona a Ocaña y Bucaramanga a reunir los batallones Junin y Callao para llevarlos a Trujillo, donde reuniré 2.000 hombres dentro de muy pocos días. Yo estoy tomando mis medidas como si estuviera en una guerra abierta; porque estoy ya muy persuadido que sólo el temor y la fuerza pueden hacer plegar a la facción de Venezuela. Sin embargo, no por eso quiero que se combata, al menos, no seamos nosotros los agresores. No ataque Vd.; pero si es atacado forzoso es defenderse. A todos los que hubiesen proclamado la obediencia a mi autoridad dígales Vd. que se mantengan fiel a ella, puesto que es la de la república, la del orden y la tranquilidad; que dentro de muy pocos días estaré yo en el corazón de Venezuela.
Mando a Vd. mis tres proclamas desde que pisé el suelo de Colombia. Procure Vd. hacerlas correr en todas direcciones y a todo el mundo dígale que para allá voy; que los leales tendrán de mí toda la estimación, y los locos toda mi indulgencia.
En cuanto al general Páez, es preciso convenir que este hombre es la víctima de algunos perversos que están empeñados en destruir la patria. Pero si él vuelve sobre si, verá con espanto el abismo donde lo han precipitado. Trate Vd. con él sobre el modo de reconocer mi autoridad inmediatamente y de venir a mi cuartel general a encontrarme, para que yo pueda contar con su buena fe, y aun llevar conmigo un gaje de seguridad que desmientan las negras perfidias que me aseguran se traman contra mi persona.
Mandé al general Silva desde Cúcuta a Apure, para que desengañase al general Páez de cualquiera vago temor que hubiera concebido de mí; en substancia, Silva lleva la misma comisión que Vd. tiene con respecto a este general, con quien Vd. tratará conforme a lo que oficialmente se le ordena por la secretaría general, pero de ningún modo entrega Vd. a Puerto Cabello sino a mi persona misma.
Dé Vd. una proclama a los jefes y oficiales deciéndoles que yo he aprobado su conducta; que son dignos de ser soldados de la Guardia; que ellos son los soldados de mi corazón. Lo mismo hará Vd. con todos los que se hayan sometido a mi autoridad. En una palabra, Vd. procure sostener el partido de la lealtad en la inteligencia que dentro de diez o doce días estaré yo con Vd., y este año no se terminará sin que yo haya dado a Vd. un abrazo. Las proclamas que envió dirán a Vd. cuales son mis sentimientos, los que pienso cumplir inmediatamente que haya llegado a Venezuela.
A la familia muchas cosas. Soy de Vd. de todo corazón.
BOLIVAR
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