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DOCUMENTO 1157.—DEL ORIGINAL. O.C.B. CARTA DEL LIBERTADOR SIMÓN BOLÍVAR A ANDRÉS DE SANTA CRUZ, FECHADA EN LIMA, PERÚ, 29 DE JULIO DE 1826, SOBRE LAS MEDIDAS ADOPTADAS ANTE LOS MOVIMIENTOS INSURGENTES.

Lima, 29 de julio de 1826.

(A S. E. EL GENERAL DON ANDRÉS DE SANTA CRUZ).

Mi querido general:

Ayer me delataron una grande conspiración, premeditada contra el gobierno, contra las tropas colombianas y contra mí. En ella están comprendidas muchas personas de suposición y de carácter público, así como hay en ella otras de grande influjo en la gente de pueblo por su audacia y otras cualidades. Lo peor de todo es que el proyecto es vasto, tiene mil ramificaciones y apenas habrá un solo jefe de cuerpo del ejército del Perú que no tenga alguna complicidad, o, por lo menos, que no piense de un modo semejante a los conspiradores, de modo que no hay con quien contar. Yo me he visto en la necesidad de hacer venir a Arequipa dos batallones colombianos para guarnecer esta capital y contener, de la manera posible, la desmoralización que se observa en los cuerpos nacionales.

Hoy he recibido comunicaciones de Colombia en las que me llaman urgentemente. Aquella república se ve amenazada de un principio de disolución del uno al otro. extremo; mi nombre sólo les conserva un ser que sería muy precario si prolongase más mi ausencia. En todas partes de Colombia me apellidan como al restaurador de la paz y de la tranquilidad y del orden. Mi presencia allí es más necesaria y no debo diferir mi marcha por más tiempo.

Véngase Vd., pues, mi querido general, a volver a tomar las riendas del gobierno, que, de otro modo, quedará expuesto a oscilaciones frecuentes. Pero antes de ponerse en camino, deje Vd. tomadas todas las medidas que estime conducentes a fin de que el regreso indispensable de Vd. no paralice el objeto de su expedición.

Me es muy plausible cuanto Vd. me dice en su apreciable del 22; pero a pesar del interés que Vd. toma en mi actual permanencia en el Perú, yo la creo por ahora inconveniente, mientras que en Colombia podré enjugar las lágrimas vertidas en mi ausencia, y conciliar los intereses de provincia, sin cuya medida no puede existir ningún gobierno sobre la tierra.

Soy de Vd. el mejor amigo.

Bolívar.

P. D.—Cuando digo que el ejército está comprendido en este asunto, hablo del de esta capital, pues hasta ahora no había más que esperan­za de los Ayacucho. Ninavilca está declarando todo. Necochea era el jefe de la traición. Vd. era también aborrecido de los picaros. Dicen que tentaron a Vd. y les respondió que no podía hacer traición a su deber y a mí. Vale.

Delatados:

General Necochea..............Preso

General Correa ...................

General Ninavilca................ Id.

Coronel Vidal .....................

Coronel Prieto..................... Id.

Teniente coronel Marsana....

Teniente coronel Calvez ....... Id.

Capitán Gúrpide................... Id.

Capitán Solis......................... Id.

Coronel Estomba..................

Coronel Aldao.......................

Oficial José Larrión...............

Teniente Algueda.................. Id.

Capitán Vallejos.................... Id.

Marino: D. Esteban Salmón.... Id.

Ministro de justicia señor Forcada... Id.

Canónigo señor Requena ....

Ministro de justicia señor Mariátegui... Id.

En el archivo se halla la siguiente relación de letra de Santana:

(Lima, 30 de julio de 1826).

Los partidarios del traidor Riva Agüero, unidos con algunos de Buenos Aires, tramaban una conspiración contra el gobierno actual, que fue descubierta el 28 de julio. Examinada la naturaleza de este proyecto 7 su origen, puede decirse que era el primero, la completa destrucción de la actual administración que debía caer en manos de los conspiradores, y el segundo, las pasiones de perversos que, perdido el influjo de que gozaron, por su inmoralidad y corrupción, no pueden soportar el régimen inflexible de una administración recta. Como desde que S. E. el Libertador llegó al Perú empezaron a tomarse medidas muy serias para que la marcha de los negocios fuese regular y metódica sin permitir ni abusos ni intrigas: como la vigilancia sobre la hacienda pública ha sido extraordinaria y se han cerrado absolutamente los caminos por donde se llegaba a los empleos en las anteriores viciosas administraciones, los que no conocían otros medios que los reprobados de que he hablado, se han hecho enemigos del gobierno.

Aunque la conspiración no era directamente contra el Libertador y las tropas auxiliares de Colombia, sino contra el consejo de gobierno, siendo este nombrado por S. E., sostenido por su autoridad y el ejército colombiano, entraba en el proyecto de los conspiradores la expulsión de éstos del territorio.

El consejo de gobierno ha tomado medidas muy activas y oportunas para descubrir toda la extensión de la conspiración: hay presos muchos que constan de la nota adjunta y continúa procurando descubrir todos los cómplices. El consejo de gobierno ha desplegado toda la firmeza y energía necesaria para hacerse respetar y hacer ver al pueblo que sus altos funcionarios son muy capaces de destruir a cuantos quieran subvertir el orden y hollar las leyes.

Estoy seguro de que cuantos pasos se han dado hasta aquí y cuantas medidas se han tomado son obra exclusiva del consejo de gobierno, sin que el Libertador haya tenido ningún género de intervención. La conducta que ha mostrado el gobierno lo ha recomendado mucho en la estimación pública y es de esperarse que continúe por esta misma senda hasta escarmentar a los delincuentes y consolidar el orden y la estabilidad.

Principales conspiradores:

* Los generales Necochea y Correa, de Buenos Aires.

Los coroneles Prieto y Ninavilca, peruanos.

El teniente coronel Azcurrinaga, peruano.

El fiscal de la Corte de justicia Mariátegui y uno de sus hermanos, peruanos.

* El canónigo Requena, peruano.

* El coronel Pedernera, de Buenos Aires.

El coronel Tur, español.

* El coronel Vidal y capitán Carrillo, peruanos.

El coronel Eatomba, de -Buenos Aires.

El coronel Raulet, francés.

El capitán Gúrpide, español.

El capitán de navio Soroa, español.

El teniente coronel Vallejo, peruano.

En este escrito aparecen testados los nombres marcados con asteriscos. Los demás estaban presos. Otra descripción se halla reproducida en la obra de O’Leary, XXIV, 54.

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