(Lima, 4 de julio de 1826).
(Exmo. Señor Casimiro Olañeta, presidente del congreso constituyente de Bolivia).
Exmo. Señor:
El despacho de V. E. en que se sirve anunciarme la instalación del Congreso constituyente de Bolivia, el mismo día asignado para su reunión, y el nombramiento del gran Mariscal de Ayacucho para presidente, me ha dado una completa satisfacción. El congreso muestra en su primera deliberación un acierto admirable y fija la suerte del pueblo, escogiendo unánimemente el más célebre conductor. Este principio anuncia los Inagotables bienes que van a derramarse sobre el suelo de Bolivia.
Los trabajos que de preferencia ha escogido el congreso son una prueba triunfante de que se ha penetrado de las obligaciones sublimes que le ha impuesto la nación boliviana. La ley de creación del ejecutivo es una obra perfecta y me atrevería a llamarla de modelo. El pueblo más moderno de América en la marcha nacional, parece que quiere ponerse a la cabeza de los demás por la elevación del espíritu que lo guía. Si yo no temiese lisonjearme a mí mismo, pues ya yo compongo una parte de Bolivia, diría: que la sabiduría ha recibido este infante en su cuna, para llevarlo al templo de las leyes a fijarle allí sus venturosos destinos.
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