Bucaramanga, 28 de abril de 1828.
Al señor J[osé] F[ernández] Madrid.
Mi querido amigo: Incluyo a Vd. una carta para los señores de la asociación de minas de Bolívar, reducida a reclamar de ellos sobre el pago de los libramientos que he girado contra ellos por el valor del arrendamiento de las minas, pues que su encargado en Caracas le ha asegurado a mi hermana, tenedora de un libramiento, que ellos no debían abonarlo, puesto que el dinero debió ponerse en el Banco y que contra éste debió librarse. Yo no sé, a la verdad, cómo es que estos señores se niegan a este pago, cuando abonaron corrientemente los anteriores libramientos, a cuenta de esas mismas minas, sin que fuese necesario girar contra el Banco. Yo creo que ésta es una equivocación del agente de las minas, y por lo tanto deseo que Vd., con la bondad de su carácter, se acerque a estos señores y les pida una explicación sobre esto, así como urgirles el pago de este libramiento, pues que interesa a mi honor. Si ellos han depositado el dinero en el Banco, ellos mismos pueden extraerlo de él para hacer este pago, y dado que hubiese sido hecha la entrega en mi nombre, Vd. lo puede hacer teniendo mi poder; lo que interesa es que se cubran esos libramientos.
Por acá va todo más o menos bien. Vd. sabrá por otros lo que ocurrió en Cartagena [1] y lo que diariamente sucede en la Convención [2] que va así, así, no sé qué decir de ella. Los cartageneros son mis mejores amigos; Castillo [3]a la cabeza. El resto de la República marcha bien, bien.
Soy de Vd.
BOLÍVAR.
* Del texto dado en “El Repertorio Colombian”o, tomo V, Bogotá, 1880. Se dirige Bolívar a José Fernández Madrid (1789-1830), Ministro de Colombia en Inglaterra en relación con el pago de los arrendamientos de las Minas de Aroa (Véanse: docs. Nos. 294, 295, 296). Se refiere a las gestiones hechas en Caracas por su hermana, María Antonia Bolívar, quien no pudo hacer efectivo el cobro de unos libramientos, excusándose el agente de la Asociación de las Minas de Bolívar que los pagos debían haberse hecho en un Banco de Londres. Fernández Madrid podía usar el amplio poder que el Libertador le había extendido. (Véase: doc. N° 296.)