Pallasca, 8 de diciembre de 1823.
Señor general Bartolomé Salom.
Mi querido general:
Hace muchos días que no recibo comunicaciones de Vd. y los mismos que no le he escrito en cartas confidenciales. Vd. que es tan escritor, y los buques que vienen tan frecuentemente, deberían tenerme al corriente de los negocios de Quito, Pasto y Guayaquil; pero con la guerra de este maldito Riva-Agüero todo se ha trastornado y hasta me encuentro metido en la Tebaida de la sierra del Perú, que es más sierra que todas las demás sierras de Colombia. El general Morales, que ya es general, y que también es poeta, le pintará a Vd. con colores vivos lo que es este país y el estado de las cosas en todo el Perú; así, no soy largo en esta parte.
Voy a escribir a Vd. como de oficio en esta carta para que ejecute todo lo que digo en ella como si fuese ordenado por el secretario general. 1° Quiero que Vd. me despache volando y del modo que se pueda, sin hacer muchos gastos, la goleta Guayaquileña y la corbeta Limeña, trayendo a su bordo todos los equipajes del ejército, las municiones, tropa y oficiales que estaban embarcados en el Monteagudo. Estos buques deben venir directamente a Huanachaco a descargar allí todo lo que pertenece al ejercito de tierra.
2º Deseo que Vd. se queda con el Monteagudo en Guayaquil, para que me mande en el 900 reclutas, vestidos y equipados perfectamente para aumentar al Vencedor, Pichincha, y Voltíjeros, por iguales partes; tome Vd. uniformes de estos cuerpos por modelos para que se hagan iguales a sus cuerpos.
3º Estos reclutas debe Vd. tomarlos desde Pasto hasta Guayaquil, Cuenca y Loja; y como deben sobrar algunos mándelos Vd. también equipados. Todos deben venir a los puertos de Huanchaco o Pacasmayo adonde pueden arribar.
4º Lo mismo será de la expedición que venga del Istmo; debe Vd. mandarla toda íntegra a dichos puertos de Trujillo para que se incorpore al Ejército de Colombia por otra parte, sin dejar un solo soldado de ellos en Guayaquil, excepto los enfermos.
5º Mandará Vd. construir mil o dos mil gorras más y otras tantas cartucheras, pero muy bien ejecutadas, y me mandará las gorras en primera ocasión, todo a Trujillo, pues debe Vd. entender que todo nuestro ejército está en el Norte, y todo debe venir a Trujillo hasta segunda orden.
6º No mandará Vd. ni más víveres ni nada al Callao, pues nada tiene que hacer el Callao con nosotros por ahora que no lo sitien los españoles, y entonces le daremos todo lo que tengamos.
7º En lugar de víveres me mandará Vd. muchos vestuarios construidos en Guayaquil y Quito para todo nuestro ejército, muy particularmente para Vencedor, Voltíjeros, y Pichincha, y los más que pueda construir para la expedición que viene del Istmo, que vendrá desnuda.
8º No mande Vd. más víveres, que en este departamento hay los suficientes.
9° La goleta Macedonia que ha ido a repararse a Guayaquil désela Vd. a mandar al capitán Drinot u otro oficial nuestro, pero llevando siempre la bandera del Perú, porque es del Perú, y no quiero que se la roben esos caballeros. La tripulación y oficiales de la Macedonia, que se embarquen en la Limeña para aumentar su tripulación. La Guayaquileña que venga lo mejor tripulada posible, pero sin muchos costos; y la Limeña menos aún; pues el corsario español ha desaparecido y no se sabe de él, y no estamos para gastos inútiles. La Macedonia no hay que apurarse mucho con ella por ahora, pues no hace falta urgente.
10º Aumente Vd. hasta lo sumo las guarniciones de Pasto, Cuenca, Quito y Guayaquil, para que tengamos un ejército de reserva en caso de una derrota por esta parte. Pídale Vd. al Vicepresidente, muchas veces, tropas y más tropas para el Sur, pintándole los peligros que corre ese territorio.
11º Haga Vd. que todos nuestros jefes y magistrados traten lo más suavemente posible a esos habitantes; pero que les pidan, rueguen y supliquen porque hagan nuevos y nuevos sacrificios para no perderlo todo, todo, si vuelven los españoles allá. A Olmedo y al marqués de San José muchos cariños como a todas las demás personas estimables del país.
12º No repare Vd. en menudencias sino que haga Vd. Todos los gastos que sean precisos, aunque sea a costa de quedar empeñado para toda la vida.
13º Escríbame Vd. muy frecuentemente por tierra a Trujillo, donde voy a poner mi residencia por algunos meses, entre sus pueblos y capital.
14º El general Morales va a encargarse de la comandancia general de Guayaquil, y deberá Vd. encargarle de la intendencia interinamente por ausencia, enfermedad u ocupación de parte de Vd. El general Castillo debe ir a mandar en Quito, haciéndole advertir que si no varía de tono, se hará aborrecer allí como en Guayaquil, y que entonces será preciso que se vaya para Venezuela a tomar allí destino.
15º Escriba Vd. al marqués de San José con mucho empeño sobre que deseo saber si él quiere encargarse de la intendencia de Quito por ausencia o enfermedad del general Castillo.
16º En Pasto debe mandar el coronel Flores o el comandante Pallares, si Flores se enferma o muere, y si no el comandante Obando.
17º Los generales Mires y Barreto, sí están enfermos, que se vengan a curar a Piura o a Trujillo, mientras que se abre la campaña, y de todos modos deben venir al Perú a reunirse conmigo, pues los necesito para batirnos contra los españoles. Al general Valdés que se cure pronto para que se vuelva, pues es muy lucido en un día de batalla.
18º Pasto necesita de mucho cuidado y de muchas tropas.
19º Que se inste muy mucho al Vicepresidente y al intendente del Istmo para que nos remitan todo el armamento que sea posible.
20º Dentro de tres o cuatro meses, a más tardar, deben venir por el Istmo otros 3.000 hombres que he pedido al Vicepresidente: preparase Vd. para mandarlos buscar.
Soy de Vd., mi querido general, de todo corazón.
BOLÍVAR
* De un impreso moderno. "Cartas del Libertador". (Fundación Lecuna), tomo III, págs. 509-512.
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