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DOCUMENTO 8213. OFICIO DEL LIBERTADOR SIMÓN BOLÍVAR PARA (HERES) Y EL MINISTRO DE GUERRA DEL PERÚ, FECHADO EN CAJAMARCA EL 19 DE NOVIEMBRE DE 1823, EN EL CUAL HACE CONSTAR QUE LE ESCRIBE PERSONALMENTE DEBIDO A ENFERMEDAD DEL SECRETARIO Y ENTRA DESPUÉS A AVISARLES RECIBO DE CORRESPONDENCIA Y A SEÑALAR LAS CIRCUNSTANCIAS QUE LO HAN IMPELIDO A ENFRENTARSE A LOS FACCIOSOS, Y A LAS MEDIDAS QUE HA TOMADO, A CUYO EFECTO LES IMPARTE ALGUNAS INSTRUCCIONES.*

Cuartel General en Cajarnarca, a 19 de noviembre de 1823.

Al señor Coronel Tomás de Heres y al señor Ministro de la Guerra del Perú.

Habiendo llegado a este punto sin mi Secretario, por haber quedado enfermo en el camino, me dirijo a V.S. personalmente.

Anoche he recibido las comunicaciones de V.S. hasta el 30 del mes pasado; por las cuales he sabido la dislocación de la expedición de Arica y las sospechas que se han concebido contra el Vice-Almi- rante del Perú. Como el bergantín Boyacá, a las órdenes del Capitán Loro, ha llegado a las costas de Huanchaco con el objeto de prestar auxilios al partido de Riva-Agüero, no hay la menor duda de que se han alimentado esperanzas de resucitar ese partido ya extinguido. En consecuencia, yo he dictado providencias para asegurar los buques del Perú y de Colomhia que pueden ser atacados por los partidarios de Riva-Agüero, o bien por la escuadrilla española compuesta de cuatro velas de que ha dado parte el Capitán de puerto del Callao, y original he recibido de S.E. el Presidente de la República. Las comunicaciones de ayer no han dejado de producirme una desagradable impresión, yo veo por ellas multiplicarse los obstáculos a la libertad del Perú. Por una parte, la expedición de Chile dispersa y aun vuelta a su país; por la otra. Santa Cruz y sus partidarios con ideas siniestras; Guise con iguales ideas; los facciosos de Lima haciendo progresos en Canta y Huarochiri. La exposición de Herrera manifiesta ampliamente el partido realista que predomina en Lima de un modo a la verdad bien extraño, en fin el conjunto de las noticias de ayer es horrible, y apenas me deja la esperanza de un éxito muy disputado al infortunio y a la fuerza. Todo amenaza ruinas en este país, mientras yo avanzo hacia el Norte, el Sur se va desplomando; cuando vuelva al Sur estoy cierto que esta parte del Norte va a sufrir trastornos inevitables, porque el Perú se ha convertido en el Campo de Agramante, en el cual nadie se entiende; cualquier dirección que uno tome encuentra muchos opuestos. ¡Quien pudiera concebir que el partido de Riva-Agüero había de reclutar sus cómplices con el atractivo de una infame traición! Pues tal es la situación de las cosas. Yo creo que si el Gobierno no adopta providencias terribles contra los realistas y contra los facciosos, el Perú es víctima de su propia clemencia.

Las órdenes del Gobierno sobre Riva-Agüero y sus cómplices son muy justas y muy del caso y deben cumplirse rigurosamente, además yo soy de sentir que estas mismas órdenes deben ser extensivas a los demás cómplices de esa capital, sea con Riva-Agüero, sea con los españoles. El Gobierno debe pedir al Congreso leyes terribles contra los conspiradores de cualquier partido que sean, y el Gobierno debe cumplirlas con un rigor inexorable. El Perú está minado por sus enemigos y tan solo una contramina puede salvarlo.

Yo no me atrevo a dictar providencias que juzgo saludables, porque no soy peruano, y todo lo que yo hago se atribuye a Colombia, y se atribuye a una mira adversa. Dígalo la relación de Herrera que habla de los enemigos de Colombia por los cupos, como si los cupos fueran de Colombia, y no perteneciesen a los gastos del Perú y a sus autoridades. Antes de ahora he dicho que quisiera que el Gobierno del Perú hiciese el gasto del odio que habría de recaer sobre mí por las medidas fuertes, que yo haría lo demás. En prueba de ello me he encargado de esta guerra civil, que por cierto no ha dejado de tener una gran parte de odios y calumnias, pero yo debía encargarme de ella para salvar este país. Gracias a Dios que ha tenido un resultado dichoso y pronto, pero no dejará de tener sus reatos si no se aplican fuertes cáusticos a la grangrena que ha dejado la guerra doméstica.

Para destruir las guerrillas enemigas y facciones debe salir inmediatamente del Callao el batallón Vargas hacia Canta [1] y ser reemplazado por uno del Río de la Plata o de Chile, o por ambos a la vez para mayor seguridad del Callao. Que el Coronel Cordero [2] tome el mando de todas las guerrillas de la Sierra contra Jauja y Pasco, y que se le franqueen todos los medios de subsistencia y movilidad para su tropa, o bien órdenes muy amplias para tomarlos en todo el país. Con esto se logra destruir los partidos de Mancebo, Ninavilca, Carreño, Vidal y acallar a los contrarios a Villar que por ser odioso en el país, ha encontrado Ninavilca contrarios al Gobierno legítimo. Siempre he pensado que Mancebo y Villar son malvados y perjudiciales a la Patria. Si el Coronel Cordero no encuentra subsistencia para su batallón que se corra hacia Cajatambo y deje la fuerza indispensable en Canta para mantener el orden. Debe también marchar alguna tropa de línea de Chile con el mismo objeto, y también para evitar a los chilenos su destrucción en el clima de la costa. No es creíble cuánto necesitamos echar todo nuestro ejército a la serranía para acostumbrarlo a marchar y aclimatarlo en el país donde debemos hacer la guerra. Por lo mismo deseo ardientemente que todas las tropas de Chile que vayan llegando a las costas del Perú, se vayan internando a la serranía de cualquier modo que sea, y en cualquier dirección, después se reunirán y organizarán del modo que sea posible y conveniente. Con esta operación se obtiene la salvación de los chilenos y un ahorro de gastos al Gobierno que no puede soportarlos por el estado de penuria en que se halla.

En cuanto a los señores Santa Cruz. y Gaes, el Gobierno tomará la medida que le dicte su sabiduría; por mi parte pronto estaré en Trujillo, de donde podré comunicar al Gobierno lo más que me ocurra sobre éstos y otros asuntos de la mayor gravedad.

Antes de terminar este oficio debo añadir que los cuerpos que mandaba Novoa han reconocido ya al Gobierno legítimo aunque eran los más obstinados; que se hallan en esta ciudad en un estado lamentable por su poca fuerza y miserable condición, pero que yo procuraré mejorarlos en cuanto esté a mi alcance.

Dentro de seis días estaré en Trujillo y allá dictaré providencias para arreglarlo todo conforme a las miras del Congreso, y disposiciones del Gobierno. El ascenso del General La Fuente me ha parecido justo y conveniente por su buena conducta en tan críticas circunstancias.

Dios guarde a V.S.

[BOLÍVAR]

* De un copiador del Archivo del Libertador. Sección O’Leary. Tº XXI. Parte primera. Fº 215 al 217.

Notas

[1] Canta, provincia del Perú en el departamento de Lima, capital Canta.

[2] Se trata del coronel León Febres Cordero

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