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DOCUMENTO 1252. DEL ORIGINAL. O. C. B. CARTA DEL LIBERTADOR SIMÓN BOLÍVAR AL GENERAL DON ANDRÉS DE SANTA CRUZ, FECHADA EN CARACAS EL 16 DE ENERO DE 1827, INFORMANDO QUE AHOGADA LA GUERRA CIVIL, SE ALZA EN VENEZUELA EL GRITO DE LA FEDERACIÓN.

Caracas, 16 de enero de 1827.

A S. E. EL GENERAL DON ANDRÉS DE SANTA CRUZ.

Mi querido general:

En estos últimos meses no me ha sido posible escribir a Vd. porque el tropel de negocios que me han ocupado no me lo han permitido. Desde mi salida de Bogotá han ocurrido sucesos de una naturaleza, a la verdad, rara y complicada, que sería muy difícil enumerar pero no de extrañar. Todo estaba en el nuevo orden de cosas que desgraciadamente había ya comenzado a fijar su imperio en Venezuela.

El grito de reformas que se dio en los primeros días de la revolución de Valen­cia fueron cambiándose sucesivamente en federación, estado indepen­diente, y, por fin, en guerra civil, que afortunadamente ha podido ahogar mi presencia, y más que todo mi entrevista con el general Páez que tuvo lugar en las inmediaciones de Valencia en los primeros días de enero; día en que puede decirse que ahogamos en nuestros brazos el monstruo de la guerra civil, que ya extendía su infernal aliento en todos los ángulos de Venezuela debido a la perversidad de los malvados y la mala inteligencia de los buenos. En estos momentos es que yo me he aparecido en el centro de Venezuela con la celeridad de otros tiem­pos, trayendo por toda arma la paz y el orden que prometí desde las riberas del Pacífico. Hemos conseguido, pues, la más completa victoria apagando la guerra civil; mas cuánto no queda que hacer para resta­blecer la confianza pública, corregir la inmensidad de abusos que se habían arraigado en el país y afirmado en los días de turbulencia; para calmar el furor de las pasiones, acallar los partidos, y, en fin, para que los hombres y las cosas vuelvan a su lugar hasta tanto que el pueblo esté en aptitud de pronunciar su voluntad por el órgano de los cole­gios electorales y la gran convención que voy a convocar y para lo cual consultaré a los mismos colegios. De este modo damos un paso eminen­temente liberal; damos tiempo a que se aquieten los partidos, y entre tanto yo hago uso de las facultades extraordinarias que me ha dado la constitución para hacer las reformas que son absolutamente nece­sarias en los ramos de hacienda y administración de política, y últi­mamente, para hacer inclinar la opinión pública en favor de la confe­deración de los seis estados del modo que hemos pensado en Lima.

Al doctor Villarán le he dicho muchas veces que escriba al señor Larrea sobre todos los particulares que han ocurrido y él ha observado, a fin de que Vd. y esos señores estuvieran impuestos de todo lo que pasaba por acá. El hecho es que hemos ganado una insigne victoria contra el desorden general. La moderación del general Páez, que ha resistido con tesón los consejos del daño y los ataques de la intriga, unido esto a la masa de energía que oponía el pueblo a la guerra civil, nos ha proporcionado una ventaja verdaderamente gloriosa. Ahora se verá en Europa y la América que las leyes no valen nada y que la auto­ridad verdadera consiste en los hombres. Las leyes y los legisladores nos han perdido, en tanto que el general Páez y yo hemos salvado la república. Quisiera Dios que este ejemplo sirviera de algo en el espíritu de nuestros conciudadanos.

Nada sé del Perú: no recibo una sola letra.

Soy de Vd. amigo de corazón.

Bolívar.

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