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DOCUMENTO 1283. DEL BORRADOR. O. C. B. CARTA DEL LIBERTADOR SIMÓN BOLÍVAR AL GENERAL JOSÉ ANTONIO PÁEZ, FECHADA EN CARACAS EL 19 DE FEBRERO DE 1826, INFORMANDO QUE LA LEY ORGÁNICA DEL EJÉRCITO SE CUMPLIÓ EN CUANTO A LOS NOMBRAMIENTOS DE LOS COMENDANTES GONELL Y ARGUINDEGUI.

Caracas, 19 de febrero de 1827.

EXMO. SEÑOR GENERAL JOSÉ ANTONIO PÁEZ.

Mi querido general:

Responderé a Vd. en cuatro palabras la carta de Vd. del 15 de febrero. El hecho con respecto al batallón Anzoátegui no es más que éste: la ley orgánica del ejército se ha mandado cumplir y los coroneles no tienen, según ella, el mando de los cuerpos, sino los primeros comandantes. Cuando el jefe del estado mayor me presentó a firmar el des­pacho de primer comandante para Gonell, nombramiento que Vd. Había hecho y que ignoraba, creí de mi deber mandar cumplir, con respecto a esté oficial, lo que se le daba.

El regimiento de dragones de Iribarren ya me lo están pidiendo, porque él ha pasado a general y, por consiguiente, yo no deberé ascender a los comandantes que le corresponde este mando, porque Iribarren estaba comprometido del mismo modo que Arguindegui. Vd. ha convenido conmigo en que deberíamos hacer todo lo que conviniera, y Vd. así lo ha hecho con personas mucho más comprometidas que Arguindegui; y si no me engaño lo mismo estaba Gonell, el mayor de su cuerpo, a quien Vd. ascendió a primer coman­dante espontáneamente.

¿Por qué esos señores no se asombran de todos los servicios que les he hecho? ¿Por qué no se asombran del generalato de Infante, que estaba más comprometido que nadie? ¿Por qué no se asombran de la confianza que he hecho de Carabaño dándole el estado mayor general libertador, y por qué no se asombran del grado que le di a Mora, único emigrado de Barinas? Según su modo de ver, ellos deben estar sola­mente a lo extremadamente favorable, y aún lo favorable debe ser según sus miras. ¿He de pagar yo el ascenso que se dio a Arguindegui y Gonell, ascensos que los ha dado Vd? ¿Por qué no se sienten de que el mando de Valencia lo vaya a tomar el coronel Sistiaga, ya que Arguindegui mandaba en Valencia antes que él? Yo, a la verdad, no veo ninguna causa de alarma, y si Vd. se quiere poner en el caso de los que yo desgracio por ser amigos de Vd., yo también quisiera ponerme en el caso de dejar el mando e irme del país (*). Yo he traído a Vd. en triunfo desde Valencia hasta La Guaira; he hablado de Vd. en público y en privado con más alabanzas que nunca; he, nombrado a Vd. jefe superior de Venezuela, y casi todos los amigos de Vd. han sido favorecidos de un modo u otro. Vd. mismo me ha pedido un cambio de pro­piedad que debía necesitar el estado en Puerto Cabello, y lo he conce­dido porque es para Vd. Luego Vd. no tiene razón de llamar desgracia personal la de sus amigos, y tampoco la de Vd. Si yo, como Vd. mismo me ha dicho, no he de poder obrar con libertad en lo que es de justicia y necesidad, será imposible que pueda gobernar este país.

Vd. me alaba la conducta de Arguindegui y su batallón y yo oigo lo contrario por todas partes. Vd. mismo me dijo que él había dicho que no iba a ninguna expedición, siendo sus expresiones tales, que fue preciso que Vd. le escribiera una carta bastante fuerte. Y confesaré francamente que ni este pasaje ni ningún antecedente me ha estimulado a mandar que el cuerpo lo tome Gonell, que, a decir verdad, y por todo lo que yo mismo he visto, no es menos adicto a Vd. que Arguindegui, con la diferencia que el uno es moderado y el otro es un loco. No se olvido Vd. de lo que he dicho de los locos.

No sé que batallones darle a Arguindegui, porque Arguindegui no querrá salir de Valencia, y en Valencia no debe haber más guarnición que la de una o dos compañías., Si quiere venir aqui le daré el mando de los dos batallones por dar a Vd. gusto y satisfacer a esos señores de que yo no los persigo. Si fueran mis amigos, más de cuatro de ellos no tendrían destino, como no lo tiene Alcántara y mil otros que son amigos míos, pues yo no busco más que la capacidad y la honradez, y por esta causa me estima todo el mundo, y crea Vd., mi querido general, que por este medio tiene uno muchos amigos.

Vd. ha escrito su carta de mal humor y yo respondo la mía del mismo modo; pero no pasará a más, pues yo conozco muy bien que Vd., por delicadeza, ha tomado a pecho este negocio y no por otra causa. Y yo también he hablado en estos términos para que Vd. tenga la bondad de enseñarle mi carta a esos caballeros tan quisquillosos, que, como dicen, se están haciendo de mi alma.

Soy de Vd. su mejor amigo que lo ama de corazón.

(*)Testado: "para que no se abuse tanto de mi bondad y de mi indulgencia.

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