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DOCUMENTO 7210. ARTÍCULOS (TRES) ATRIBUIDOS A BOLÍVAR, PUBLI­CADOS EN LA PRENSA SIN FECHA NI LUGAR DE ORIGEN Y QUE SE REFIEREN, EN SU PECULIAR TONO, A LA POLÍTICA QUE SE­GUÍA RIVADAVIA EN LA ARGENTINA, OPUESTA A LA DEL LI­BERTADOR.*

Señor editor del Correo Mercantil.

Ha llegado a nuestras manos una colección completa del Centinela de Buenos Aires, que se dice dirigido por amigos de aquel gobierno. Por esta circunstancia nos ha parecido notable, y extra­ño que manifieste una irritación injuriosa a otros estados de Amé­rica; y cuando no sea por mala fe, le falta por lo menos noticias exactas de lo que debía saber.

Este Centinela que está dando la voz de alarma desde el 28 de julio de 1822 sobre muchos puntos, no así nomás, no advierte los riesgos de un enemigo común en el Perú, sino que se empeña en persuadir que la guerra es concluida, y que no se deben mandar fuerzas en su auxilio; fundándose en una proposición tan falsa,como decir que esta república no txige tal socorro (Centinela Nº 37, fol. 255). Todo el mundo sabe las repetidas misiones de esta república a Colombia, a Chile, y al mismo Buenos Aires pidiendo su auxilio para sostener la guerra por la libertad e independencia de América; pero el Centinela, siguiendo la táctica de su gobierno ha querido que todos abandonen al Perú a sus propias fuerzas y niega la existencia del peligro, y de la demanda de auxilio desa­tendida sólo en su país. Si Chile y Colombia hubiesen seguido sus consejos, ya los españoles dominarían hasta las fortalezas del Callao, y habrían obligado al gobierno de Buenos Aires a levantar el ejército que han aniquilado.

En el mismo número 37, agrega que es llegado el caso de decir algo de Colombia y hablando de la división auxiliar que mandaba el general Castillo, conocido en Buenos Aires y en este país por su moderación, dice que "ellos entraron y siguieron en Lima co­metiendo tales actos de insubordinación y de orgullo, que hizo clasi­ficarlos por inferiores a los montoneros de Artigas en modales y en principios, con otras expresiones propias de un centinela espa­ñol; asentando que sabía de facto que no fueron pedidos tales auxilios.

Apelamos al testimonio del protector, que desde julio de 1822 pidió al Libertador de Colombia aquellos auxilios; y repetidamente otros que generosa y oportunamente ha prestado, regalando al Perú mil fusiles nuevos, y erogando en su obsequio crecidas cantidades; de cuya deuda no ha exigido reconocimiento.

En el número 10 el Centinela se manifiesta muy quejoso de que el gobierno del Perú hubiese manifestado sus deseos de que pudiesen asistir al congreso constituyente los representantes de Potosí, Charcas, Cochabamba, La Paz y Puno si se hallasen libres: este deseo lo llama una apropiación a todas luces ingrata y emi­nentemente injusta. Para calificar esa indicación de injusticia, se funda en que aquellas provincias han pertenecido al ex virreynato de Buenos Aires: por consiguiente conviene en el principio de que las antiguas secciones de América, al tratar de elevarse al ran­go de naciones independientes, deben reconocer los límites anti­guos in statu quo para que no se citen en confusión unos mismos pueblos, a diferentes asambleas constituyentes.

Esta razón parecía dirigirse a propender al orden, regularidad, y buena armonía que serían de desear. Pero luego llama injusta a Colombia, porque con iguales e idénticos fundamentos pretendió que Guayaquil no se desmembrase de la Nueva Granada a que pertenecía, antes que Buenos Aires se separase del Perú. Es pre­ciso también instruir al Centinela, que en el reglamento para las elecciones de diputados del congreso del Perú, se comprendieron las provincias de Quijos y Mainas (del ex virreynato de Nueva Gra­nada); porque el ministro plenipotenciario de Colombia reclamó la irregularidad del reglamento, en aquella parte, con moderación y con razones sólidas; sin orgullo, y sin atribuir a su país la supe­rioridad de llamarlo, la primera que merece ser la primera nación de la ex América española como lo dice arrogantemente de su país, el Centinela de Buenos Aires Nº 10.

En el número 23, pretende el irritado Centinela, que la conduc­ta del Libertador de Colombia, oponiéndose a la desmembración de Guayaquil, es semejante a la de los lusitanos apropiándose la Banda Oriental. Nosotros no sólo no hallamos tal analogía, sino que creemos que si en Buenos Aires hubiera un Bolívar a la cabeza del gobierno, ya la Banda Oriental estaría reunida a la primer nación de la ex América española si seguía los mismos principios que en Guayaquil. Entonces los Artiguistas, que no sabemos si carecen de modales y de principios estarían libres de un yugo extranjero, como lo deseamos, por ser miembros de la gran familia americana.

Por último hemos leído en el número 17 del Centinela, la proclama del general San Martín a los peruanos, de 20 de septiembre de 1822 cuando dio un sublime ejemplo de desprendimiento dimi­tiendo el mando supremo. En seguida, el Centinela dice "Este gra­ve documento merece, sin disputa, colocarse al lado de la alo­cución del Libertador de Colombia al

Declaración solemne, sabia y admirable de "aislamiento" útil

y provechoso para Buenos Aires, y cada uno de los

Estados Americanos

Por cuanto la presencia del Ministro Plenipotenciario de Colombia en esta Capital, ha excitado en nosotros los sentimientos más sublimes de que pueden ser susceptibles las almas elevadas (como las nuestras): hemos venido en decretar y decretamos.

1. Considerando: que no habiendo podido Buenos Aires reu­ nir la representación Nacional de las Provincias del Río de la Plata para formar nuestro pacto Social: declaramos, que todo pac­to, trato, o contrato es en lo venidero en América nulo y de nin­gún valor, no siéndonos lícito participar de él, ni de sus ventajas.

2. Considerando: que habiéndose reunido en Guayaquil los generales Bolívar y San Martín para tratar sobre el modo de llevar a cabo el tratado de federación entre el Perú y Colombia; y no conviniendo a nuestra gloria que ningún Estado Americano tenga Constitución, orden y concierto: declaramos, que Bolívar y San Martín son dos imbéciles que pretenden la quimera de reunir la América bajo un pacto de liga, amistad y concordia mientras que nosotros no nos podemos entender en la Ciudad de Buenos Aires.

3. Considerando: que habiendo demostrado sólidamente la Abeja Argentina que el tratado de federación entre el Perú, y Colombia es inaplicable y vago porque nuestras Provincias no admiten liga ni Constitución: declaramos, que Colombia y el Perú son unas locas, que no saben lo que se hacen aspirando a alcanzar a la sima de las instituciones humanas, en tanto que Buenos Aires no ha podido todavía pisar los umbrales del Templo de la Ley fundamental.

4. Considerando: que la opinión pública se halla inclinada a favor de esa alianza y confederación: declaramos, que la expresión general de la voluntad pública es una tonta llamada por mal nombre, la opinión, que nada vale para un Filósofo que manda.

5. Considerando: que esas voces pronunciadas a nombre de los altos poderes del continente a favor de un interés común a sus estados, son erróneas, declaramos: que no sirven más que para cautivar los ánimos incautos.

6. Considerando: que son innumerables los Congresos y tratados celebrados en Europa con iguales, o equivalentes motivos des­de tiempos remotos, y repetidos con tanto aparato en nuestros días: declaramos por unos pobres Diablos a los Aqueos, Anfictiones, El-vecios, Germanos, Batavos, Americanos, y a esos miserables que acabaron con Napoleón por haberse ligado a pesar de ser tan fuertes.

7. Considerando: que, un Sabio Francés (Mr. Daunou) y el Sabio Torres, alabado como uno de los primeros del mundo, piensen como la opinión pública: declaramos, que estos Caballerosno saben nada de achaques de Política; sino que quien lo sabe todo es nuestro gran redactor Argentino.

8. Considerando: que, aunque nos impone una autoridad tan respetable, el interés que sentimos por la reputación y dignidad de los gobiernos Americanos: declaramos, que los tales gobiernos no tienen dignidad, ni reputación, porque no han consultado a nuestro gobierno a la derniére.

9. Considerando: que no quiera el Cielo que los Estados de la América se dejen dominar de esos principios funestos que hacen la deshonra y la vergüenza de la especie humana: declaramos que las ligas son funestas y que las divisiones nos han puesto a nosotros ¡tan bien parados!

10. Considerando: que los únicos tratados con que por ahora deben asegurar su respetabilidad; son: dar testimonios irrefraga­bles de su respeto, de su pureza, de su fidelidad, y de su puntua­lidad en sus empeños: declaramos, que en siendo uno hombre de bien, no tiene que temer a la justicia, a la maldad, a la fuerza como lo demuestra la experiencia en la inutilidad de los tratados, y de las convenciones que aseguran y garantizan a los hombres y a las cosas siendo patente que esto es superfluo, porque en Bue­nos Aires lo es, donde todos los días nos matamos sin hacerse caso de Leyes, ni de convenciones.

11. Considerando: que, su situación geográfica les favorece decididamente ¿qué tienen que temer de los poderes de Europa? Porque acabada la guerra con España se acabó el mundo para nosotros: Declaramos que no hay más Marina Inglesa; ni más ejércitos Aliados; ni más pretensiones de Comercio, ni más Ame­ricanos del Norte aguerridos y opuestos a los Ingleses; ni más Franceses; ni más Españoles: todo se concluye con la guerra actual: siempre la España nos mandará Diputados, siempre estará en guerra civil, porque nuestro Filósofo adivino lo sabe todo, aunque no supo el ataque de los Feotas, o partidarios de la Fe Argentina.

12. Considerando: que, no hay necesidad de que nuestros gobiernos se comprometan por un tratado para poner término a la guerra: declaramos, que más vale una parte que el todo; que la fuerza dividida se aumenta; que el Perú aislado se hará respetar más, que estando aliado con Colombia; porque Colombia debi­lita la fuerza del Perú.

13. Considerando: que, el Redactor dice: ¿por qué perder la oportunidadd de excusar por ese medio la desolación del país, y la sangre que pueda derramarse por un solo ciudadano? Declaramos, que no entendemos esta frase del Metafísico-filósofo-político, cuya enmarañada sabiduría debe querer decir alguna cosa muy buena, que nuestra ignorancia no puede comprender.

14. Considerando: que algunos millones serían bastantes pa­ ra mejorar la situación de aquel Reyno, que nosotros miramos con compasión: declaramos, que somos muy compasivos desde que so­ mos sensibles a la desgracia de nuestra enemiga, que queremos con­ tentar con algunos millones, como si fuera tan poco ambiciosa y avara, teniendo que reclamar todavía el valor de las mejores Pro­ vincias del alto y bajo Perú; y otras bagatelas como Montevideo, Chiloe, S. Juan de Ulúa y Porto cabello.

15. Considerando: que no necesitándose una Alianza para sostener la independencia de los nuevos Estados, y más una fuerza permanente de 4.000 hombres: declaramos, que interior y exteriormente estaremos siempre tranquilos a ejemplo de Buenos Aires sin que se nos metan los fusileros facciosos en las calles a usanza nueva; sin que se nos levanten las Provincias según la moda antigua y moderna; sin que los Portugueses nos tomen a Montevideo, a pesar de que España está en guerra civil, y enviando Diputados.

16. Considerando exorbitante la fuerza de diez y seis mil hombres en la América Meridional: declaramos, que se manden licenciar para que nos mantenga en paz nuestro Filósofo con sus silogismos administrativos y principios económicos de no mandar soldados a tomar a Montevideo, ni el alto Perú.

17. Considerando: que es bueno restituir cuanto sea posible a la Agricultura los brazos de que le privaron atenciones urgentes: declaramos que la Agricultura es una fuerza muy respetable contra los enemigos y los rebeldes; y que nos acordamos de Pía- ton, de Saint Fierre y de los demás visionarios que pretenden disolver los Ejércitos y a la vez conservar la paz, no estando rodeados por el Mar o por Desiertos.

18. Considerando: que las demás Naciones nos han respetado en el conflicto, lo harán con más razón después de nuestro triun­fo: declaramos que sus altos intereses no se cruzarán en mucho tiempo con los nuestros, por la virtud Mágica que tenemos de adivinar y de prever en lo futuro lo imposible. ¿A quién le puede ocurrir que este nuevo Continente pueda cruzar a nadie en sus intereses? ¿No se ve claro que vamos a desaparecer del Globo? Y no se ve también que no hemos de ser jamás ni ricos ni poderosos, ni que podemos entrar en las infinitas combinaciones de los cálculos de la política, y de los conflictos Nacionales? No necesitamos más que reglamentar nuestras Aduanas sobre los principios conocidos: moderar los derechos sin dar lugar a privilegios. De suerte que con este secreto maravilloso se acallan todas las pasiones humanas: la ambición de la Inglaterra pierde sus estímulos, la avaricia del Norte América querrá concurrentes: la envidia de los Aliados se contentará con la dulce satisfacción de ver progresar la riqueza de sus más crueles enemigos: los constitucionales de América y Europa.

19. Considerando: que nuestra particular atención debe ser justicia pública, moral, equidad, desprendimiento, fidelidad, circunspección, y en subsidio recursos para el caso de un rompimien­to imprevisto: declaramos, que somos muy buenos Predicadores, que la mejor política la contiene el Decálogo; y que los mejores recursos preparados, son los cuatro mil hombres que nos parecen innecesarios, porque nuestro Filósofo no es de armas tomar.

20. Considerando: que la probidad, la virtud, los talentos, la agricultura y la industria no han menester nada para defenderse: declaramos, innecesario conservar en precaución grandes ejércitos ni mendigar el favor de otros Estados; y menos es necesario un Congreso de Ministros Plenipotenciarios para cimentar las relaciones de amistad (no se trata de amistad sino de federación) entre los gobiernos de América; y que son preferibles negociaciones especiales.

21. Considerando: que nuestros Estados son naturalmente amigos, y que debemos adoptar unos mismos principios con iden- tidad de origen, de idioma, y aun quizá de ilustración: declaramos, que entre personas iguales son inútiles los pactos, los juramentos, y empeños.

22. Considerando: que un Congreso podría venir a ser un origen de discordias: declaramos, que los Congresos dividen en lugar de reunir, como ha sucedido últimamente en Europa con los Sobe­ranos Aliados, que están endemoniados entre sí.

23. Considerando: que los poderes de Colombia y Lima han celebrado un tratado que tiene un artículo que nos ha escandali­zado: declaramos, que no hay cosa peor que los tratados, ni cosamejor que los asilos en favor de los criminales perseguidos, para que roben, maten, conspiren, espionen y acaben con el país que los abriga.

24. Considerando: que en Francia se ha abrigado a los Cons­titucionales de España: declaramos, que es muy conveniente para España que la Francia también abrigue ahora a sus enemigos los serviles, que le están haciendo la guerra, y destruyendo sus li­bertades.

25. Considerando: que podrá creerse que el gobierno de Lima no ha tenido la Independencia necesaria para negarse a un paso, que mancilla sus primeras glorias: declaramos, que Colombia, aun­que no tiene proscriptos como nosotros, ha forzado a Lima a devolvérselas; y que está mancillada y no tiene gloria, porque no ha consultado a nuestro Sabio Argentino.

26. Considerando: que Colombia ha sacado partido de hom­bres escapados o arrojados de su patria: declaramos, que todo go­bierno es necio, que reclama sus tránsfugas.

27. Considerando: que no queda recurso para el inocente per­ seguido por un déspota: declaramos que la confederación propues­ta se compone de gobiernos despóticos, y que sus Leyes no prote­gerán ni la justicia, ni la inocencia; y que lo mismo es un gobier­no Republicano legítimo, que un déspota legitimado.

28. Considerando: que no nos conviene una corporación extraña, y situada a enormes distancias: declaramos, que sus efectos vendrían siempre tarde, y destituidos de virtud capaz de paralizar unas explosiones cuyos elementos se hayan aglomerado de ante- mano a la vista de un gobierno imbécil, indolente, o inepto, como el de Buenos Aires, que no ha sabido o podido paralizar la explosión del mes de marzo en que se han batido sus conciudadanos entre sí teniendo un gobierno tan moral, filosófico, político, que no necesita mendigar auxilios de otros estados para impedir que sus mismos ciudadanos se levanten contra su admirable adminis­tración.

29. Considerando: que nada se presenta de gravedad que recomiende el plan de la federación: declaramos, que no hay cosa tan excelente que no tenga intérpretes tan malos como nosotros, como en el caso presente en que citamos a un Autor recomenda­ble, que dice verdades clásicas aplicándolas nosotros contra la vo­luntad del Autor.

30. Últimamente considerando: que los Gobiernos de Colombia y Lima no consultaron a nuestro autor: declaramos que noso­tros consultamos a todo el Mundo; y que por esto marchamos tan unidos, que no tenemos plan ni concierto, ni unión, ni federación, ni paz, ni alianza con nadie.

Dado en la oficina de la Abeja a 15 de febrero 13° de la Anarquía.

Firmado

JUAN VANITAS Y PEDRO DIVERMANO

(Del borrador).

El Centinela del 27 de julio de este año continúa sus virulentas tiradas contra el cuerpo militar y por consiguiente contra la libertad de las provincias Americanas. Dice así: "que lo que de facto puede hacer peligrar la felicidad de las provincias es el proporcio­nar teatros heroicos a los Napoleones de América. Esta idea es original de Europa: desde allí no cesa de repetirse que desarma la opinión que se tiene de América, y aun las esperanzas de que su poderoso ejemplo influya en la libertad de aquel mundo aún do­minado por visionarios al ver que los héroes del continente nue­vo más imitan a Bonaparte que a Washington. Es idea sobre que hemos ofrecido insistir sin torneos, ni conciliaciones: y repetimos que volveremos sobre ella.

Este Centinela debe de ser más visionario que los dominadores de Europa, como él llama a los déspotas, cuando ve el peligro de la América en lo que todos encuentran su felicidad que es en ser rescatada del dominio español por medio de nuestros Napoleones que ciertamente ignoran la ciencia sublime del dueño del rayo, del Franklin de la Plata, del Washington nuevo: de aquel en fin que ha libertado con sólo su pluma la ciudad de Buenos Aires de los Feotas y bárbaros que la atacan por todas partes y que por seguir su eminente sistemática administración ha dejado en poder de los Portugueses la Banda Oriental: en poder de los Españoles cua­tro hermosas provincias del Alto Perú y las demás entregadas a la guerra civil al desorden y a la tiranía; todo por seguir esa sublime filosofía que ha dado y aún dará muchos días de felicidad y gloria al Río de la Plata bajo las armas de Portugal de España y un tal Francia que si no nos engañamos ni aun ha oído hablar de Napo­león. A propósito: ¿serán estos Napoleones los autores de la escla­vitud o de la libertad de América? Volveremos a preguntar ¿qué daño han hecho Iturbide, Bolívar, San Martín y O’Higgins al nuevo mundo? otra pregunta ¿se deberá la libertad de América a los Señores Riva-Aguero, Riva-Davia, Francia, Rodríguez y otros héroes administradores? No hay la menor duda que la América está libre no por la espada sino por la pluma.

Contrayéndonos a San Martín y a Bolívar ¿no podríamos decir que estos dos guerreros han imitado a WashingtoN° Ambos han libertado la América Meridional y ambos han manifestado un desprendimiento que difícilmente será imitado por esos que se llaman regeneradores de Buenos Aires; sin entrar en la investigación de la distancia que hay entre estos guerreros y aquellos plumistas.

No es de extrañar que Buenos Aires se negase a auxiliar al Perú, estan­do las provincias del Plata en plena anarquía; pero sí es inconcebible la enemistad gratuita de Rivadavia. Sin embargo, en el Sur, todo el mundo no pensaba como el célebre argentino. Funes, por ejemplo, escribía lo que sigue, a Joaquín Mosquera: "La resistencia del Ministro a no dar auxilio a la guerra del Perú, ha sido y será un objeto de escándalo aun para la posteridad más remota". O’Leary, t. IX, p. 25.

Cuando el ejército francés, al mando del duque de Angulema, restable­ció a Fernando VII en el trono absoluto, creyóse en el Perú que vendrían nuevas expediciones de la península. Por tanto este cambio de política en España revivió las esperanzas del partido realista y aumentó el desaliento causado a los independientes por las derrotas de los ejércitos de San Martín y Santa Cruz en ka, Moquegua y en la retirada de Zepita; desa­liento que ocasionó la defección de la guarnición del Callao y de una gran parte del inepto Gobierno de Torre Tagle. En consecuencia, Bolívar quedó reducido casi a sus solas fuerzas, pero en vez de retirarse a Colombia, se replegó a las provincias del Norte, donde dedicó toda su atención a refor­zar el ejército colombiano y disciplinar las fuerzas peruanas que habían permanecido fieles. Poco antes de estos acontecimientos, el Gobierno de Buenos Aires, inspirado por Rivadavia, celebró una convención preliminar con agentes de España, alimentando la esperanza de obtener por la vía diplomática la independencia de América; y la prensa de aquella ciudad atacó rudamente a Bolívar y su proyecto de libertar al Perú por las armas.

Véase lo que acerca de la política de Rivadavia, escribe O’Leary: "Este fue (la convención preliminar) el gran proyecto del Ministro de Buenos Aires don Bernardino Rivadavia, hombre de estupenda vanidad, cuyo principal talento consistía en expresar sus opiniones en un lenguaje enigmá­tico, ininteligible al vulgo. Este personaje tenía la absurda pretensión de rivalizar al Libertador, lo que procuraba hacer contrariándole en cuanto podía, y valiéndose de la prensa para desahogar su envidia y mal humor. Se lisonjeaba con la idea de que la convención preliminar establecería la paz en la América del Sur, y que los laureles incruentos de un Ayacucho ganados por la diplomacia, oscurecerían las glorias del vencedor de Bo-yacá y Carabobo, y que él, y no Bolívar, merecería el título de Libertador, conforme al principio de Cedant arma togae. Sus miras erradas y mezqui­nas quedaron burladas, aunque no sin haber causado daño al Perú; como que la política del Ministro argentino paralizó los esfuerzos de las autori­dades de Salta, que estaban dispuestas a hacer una diversión en las pro­vincias del Alto Perú, y tuvieron que negar todos los auxilios al coronel Urdininea, a quien se mandó retirar de los puestos avanzados que ocupa­ba". O’Leary, Narración, t. II, p. 236.

* De un impreso moderno. Papeles de Bolívar, págs. 282-284, 284-290 y 290-292. El Dr. Vicente Lecuna en su obra Papeles de Bolívar acoge los anteriores escritos como documentos personales del Libertador y aunque en ninguno de ellos aparece la fecha o el lugar de origen, se resolvió incluirlos a comienzos del año 1823, por considerar que esa data es la que más se aproxima a los temas allí tratados.

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