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DOCUMENTO 6875. COMUNICACIÓN DE JOSÉ GABRIEL PÉREZ PARA EL SECRETARIO DE RELACIONES EXTERIORES, FECHADA EN GUAYAQUIL EL 29 DE JULIO DE 1822, EN LA CUAL LE COMUNICA. DE ORDEN DE BOLÍVAR TODO LO RELACIONADO CON LA VISITA DE SAN MARTIN A GUAYAQUIL Y SU ENTREVISTA CON EL LIBERTADOR.*

REPÚBLICA DE COLOMBIA.

Secretaría General. Reservado.

Cuartel General en Guayaquil, 29 de julio de 1822.

Al señor Secretario de Relaciones Exteriores.

Señor Secretario:

Tengo el honor de participar a V.S. que el 26 del corriente entró en esta ciudad S.E. el Protector del Perú, y tengo el de transmitir a V.S. las más importantes y notables materias que fueron el objeto de las sesiones entre S.E. el Libertador y el Protector del Perú, mientras estuvo aquí.

Desde que S.E. el Protector vio a bordo a S.E. el Libertador le manifestó los sentimientos que le animaban de conocer a S.E., abrazarle y protestarle una amistad la más íntima y constante. Seguidamente lo felicitó por su admirable constancia en las adversidades que había experimentado y por el más completo triunfo que había adquirido en la causa que defiende, colmándolo en fin de elogios y de exageraciones lisonjeras. S.E. contestó del modo urbano y noble que en tales casos exige la justicia y la gratitud.

El Protector se abrió desde luego a las conferencias más francas y ofreció a S.E. que pocas horas en tierra serían suficientes para explicarse.

Poco después de llegado a su casa no habló de otra cosa el Protector sino de lo que ya había sido el objeto de su conversación, haciendo preguntas vagas e inconexas sobre las materias militares y políticas sin profundizar ninguna, pasando de una a otra y encadenando las especies más graves con las más triviales. Si el carácter del Protector no es de este género de frivolidad que aparece en su conversación, debe suponerse que lo hacía con algún estudio. S.E. no se inclina a creer que el espíritu del Protector sea de este carácter aunque tampoco le parece que estudiaba mucho sus discursos y modales.

Las especies más importantes que ocurrieron al Protector en las conferencias con S.E. durante su mansión en Guayaquil, son las siguientes:

Primera. Al llegar a la casa preguntó el Protector a S.E. si estaba muy sofocado por los enredos de Guayaquil, sirviéndose de otra frase más común y grosera aún cual es pellejerías, que se supone ser el significado de enredos; pues el mismo vocablo fue repetido con referencia al tiempo que hacía que estábamos en revolución, en medio de los mayores embarazos.

Segunda. El Protector dijo espontáneamente a S.E. y sin ser invitado a ello, que nada tenía que decirle sobre los negocios de Guayaquil, en los que no tenía que mezclarse; que la culpa era de los guayaquileños refiriéndose a los contrarios. S.E. le contestó que se habían llenado perfectamente sus deseos de consultar a este pueblo; que el 28 del presente se reunían los electores y que contaba con la voluntad del pueblo y con la pluralidad de los votos en la Asamblea. Con esto cambió de asunto y siguió tratando de negocios militares relativos a la expedición que va a partir.

Tercera. El Protector se quejó altamente del mando y sobre todo se quejó de sus compañeros de armas que últimamente lo habían abandonado en Lima. Aseguró que iba a retirarse a Mendoza; que había dejado un pliego cerrado para que lo presentasen al Congreso, renunciando el protectorado; que también renunciaría la reelección que contaba se haría en él: que luego que obtuviera el primer triunfo se retiraría del mando militar, sin esperar a ver el término de la guerra; pero añadió que antes de retirarse dejaría bien establecidas las bases del gobierno; que éste no debía ser democrático en el Perú porque no convenía, y últimamente que debería venir de Europa un príncipe aislado y solo a mandar aquel estado. S.E. contestó que no convenía a la América ni tampoco a Colombia la introducción de un príncipe europeo porque eran partes heterogéneas a nuestra masa; que S.E. se opondría por su parte si pudiese; pero que no se opondrá a la forma de gobierno que quiera darse cada estado, añadiendo sobre este particular S.E. todo lo que piensa con respecto a la naturaleza de los gobiernos, refiriéndose en todo a su discurso al Congreso de Angostura. El Protector replicó que la venida del príncipe sería para después y S.E. repuso que nunca convenía que viniesen tales príncipes; que S.E. habría preferido invitar al gene­ral Iturbide a que se coronase con tal que no viniesen Borbones, austríacos, ni otra dinastía europea. El Protector dijo que en el Perú había un gran partido de abogados que querían república, y se quejó amargamente del carácter de los letrados. Es de presumirse que el designio que se tiene es erigir ahora la monarquía sobre el principio de darle la corona a un príncipe europeo, con el fin, sin duda, de ocupar fuerzas de que disponer. Si los discursos del Protector son sinceros, ninguno está más lejos de ocupar tal trono. Parece muy convencido de los inconvenientes del mando.

Cuarta. El Protector dijo a S.E. que Guayaquil le parecía conveniente para residencia de la federación, la cual ha aplaudido extraordinariamente como la base esencial de nuestra existencia. Cree que el gobierno de Chile no tendrá inconveniente en entrar en ella; pero sí Buenos Aires, por falta de unión en él; pero que de todos modos nada desea tanto el Protector como el que subsista la federación del Perú y Colombia aunque no entre ningún otro estado más (en) ella, porque juzga que las tropas de un estado al servicio de otro deben aumentar mucho la autoridad de ambos gobiernos con respecto a sus enemigos internos, los ambiciosos y revoltosos. Esta parte de la federación es la que más interesa al Protector y cuyo cumplimiento desea con más vehemencia. El Protector quiere que los reclutas de ambos estados se remitan recíprocamente a llenar las bajas de los cuerpos, aun cuando sea necesario reformar el total de ellos por licencias, promociones u otros accidentes. Mucho encareció el Protector la necesidad de esta medida, o quizá fue la que más apoyó en el curso de sus conversaciones.

Quinta. Desde la primera conversación dijo espontáneamente el Protector a S.E. que en la materia de límites no habría dificultad alguna; que él se encargaba de promoverlo en el Congreso donde no le faltarían amigos. S.E. contestó que así debía ser principalmente cuando el tratado lo ofrecía del mismo modo, y cuando el Protector manifestaba tan buenos deseos por aquel arreglo tan importante. S.E. creyó que no debía insistir por el momento sobre una protección que ya se ha hecho de un modo enérgico y a la cual se ha denegado el gobierno del Perú bajo el pretexto de reservar esta materia legislativa al Congreso; por otra parte, no estando encargado el Protector del Poder Ejecutivo, no parecía autorizado para mezclarse en este negocio. Además, habiendo venido el Protector como simple visita sin ningún empeño político ni militar, pues ni siquiera habló formalmente de los auxilios que había ofrecido Colombia y que sabía se aprestaban para partir, no era delicado prevalerse de aquel momento para mostrar un interés que habría desagradado sin ventaja alguna, no pudiendo el Protector comprometerse a nada oficialmente. S.E. ha pensado que la materia de límites debe tratarse formalmente por una negociación especial en que entren compensaciones recíprocas para rectificar los límites.

Sexta. S.E. el Libertador habló al Protector de su última comunicación en que le proponía que a dunados los diputados de Colombia, el Perú y Chile en un punto dado, tratasen con los comisarios españoles destinados a Colombia con este objeto. El Protector aprobó altamente la proposición de S.E. y ofreció enviar, tan pronto como fuera posible, al señor Rivadeneira, que se dice amigo de S.E. el Libertador, por parte del Perú, con las instrucciones y poderes suficientes, y aun ofreció a S.E. interponer sus buenos oficios y todo su influjo para e! Gobierno de Chile a fin de que hiciese otro tanto por su parte; ofreciendo también hacerlo todo con la mayor brevedad a fin de que se reúnan oportunamente estos diputados en Bogotá con los nuestros.

S.E. habló al Protector sobre las cosas de México, de que no pareció muy bien instruido y el Protector no fijó juicio alguno sobre los negocios de aquel Estado. Parece que no ve a México con una grande consideración o interés.

Manifiesta tener una gran confianza en el Director Supremo de Chile, general O’Higgins, por su grande tenacidad en sus designios y por la afinidad de principios. Dice que el Gobierno de la provincia de Buenos Aires ya cimentándose con orden y fuerza sin mostrar grande aversión a los disidentes de aquellos partidos: que aquel país es inconquistable; que sus habitantes son republicanos y decididos; que es muy difícil que una fuerza extraña los haga entrar por camino, y que de ellos mismos debe esperarse el orden.

El Protector piensa que el enemigo es menos fuerte que él, y que sus jefes aunque audaces y emprendedores no son muy temibles. Inmediatamente va a emprender la campaña por Intermedios en una expedición marítima y también por Lima cubriendo la capital por su marcha de frente.

El Protector ha dicho a S.E. que pida al Perú todo lo que guste, que él no hará más que decir sí, sí, sí a todo, y que espera que en Colombia se haga otro tanto. La oferta de sus servicios y amistad es ilimitada, manifestando una satisfacción y una franqueza que parecen sinceras.

Estas son, señor Secretario, las especies más importantes que han tenido lugar en la entrevista del Protector con S.E. Yo las trasmito a V.S. para inteligencia del gobierno y he procurado va lerme casi de las mismas expresiones de que han usado SS.EE.

Dios guarde a V.S.

J. G. PÉREZ.

Tal es la relación de la Conferencia de Guayaquil, dictada por Bolívar para el Gobierno de Colombia. No es exacto se celebrara con asistencia de secretarios: habría sido incómodo para ambos expresarse delante de terceros. Esta relación, la dirigida a Sucre y la carta para Santander, todas de la misma fecha, y reproducidas a continuación, prueban que es apócrifa la carta de 29 de agosto de 1822, atribuida por el francés Lafond de Lurcy al general San Martín y publicada por primera vez en 1844 en una obra de viajes, según la cual Bolívar le negó a San Martín su concurso para libertar al Perú. Fraguada veinte y un años después de los sucesos, no ha existido original, ni fue recibida por Bolívar, ni se conserva en ninguna parte, mientras las tres piezas que la desmienten rotundamente, al constar en ellas que San Martín no pidió tropas a Bolívar en la Conferencia, existen originales en la Cancillería de Bogotá, en el Museo y Archivo Nacional de Quito, y en la Casa Natal de Bolívar en Caracas. Adelante reproducimos la nota de Bolívar del 9 de septiembre a los gobiernos del Perú y Chile con la misma afirmación de no haberle hecho exigencia alguna el protector.

* De un impreso moderno. "Cartas del Libertador". (Fundación Lecuna), tomo III, págs. 254-259.

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