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DOCUMENTO 6598. COMUNICACIÓN DE (BOLÍVAR) PARA DON SALVADOR JIMÉNEZ, OBISPO DE POPAYAN, FECHADA EN ESTA CIUDAD EL 31 DE ENERO DE 1822, EN LA QUE CON PALABRAS CORTESES TRATA DE ESTRECHAR SUS RELACIONES CON EL OBISPO, QUIEN HASTA AHÍ SE HABÍA MOSTRADO ACÉRRIMO ENEMIGO DE LA CAUSA PATRIOTA.*

Popayán, 31 de enero de 1822.

( Ilustrísimo señor don Salvador Jiménez, Obispo de Popayán).

Illmo. señor:

Jamás había pensado dirigirme a V.S.I., porque estaba persuadido de que mi decoro sería ofendido por la respuesta que hubiera recibido; pero todo ha cambiado y V.S.I. mismo debe haber cambiado.

Cuando nuestros gobiernos republicanos por su demasiada liberalidad parecían amenazar a la Iglesia, a sus ministros y aun a las leyes santas que el cielo nos ha puesto para nuestra dicha y salvación, V.S.I. con algún género de justo temor prefería la obediencia de un gobierno absoluto y fuerte a un gobierno laxo por su naturaleza y también frágil por su estructura. La revolución de España ha pesado tanto en la balanza de este equilibrio religioso, que todo el temor se ha cargado sobre la conciencia de los españoles europeos, y toda la seguridad se ha venido a la conciencia de los republicanos de América. V.S.I. puede informarse por los recién venidos de España cuál es el carácter antirreligioso que ha tomado aquella revolución; y yo creo que V.S.I. debe hacernos justicia con respecto a nuestra religiosidad, con sólo echar la vista sobre esa constitución que tengo el honor de dirigirle, firmada por el Santo Obispo de Maracaibo, cuya conciencia delicada es un testimonio irrefragable de la buena opinión que hemos sabido inspirarle por nuestra conducta. Aquel obispo como el de Santa Marta, el de Panamá, principal agente de su insurrección, muestran bien cuan acepta es a la verdadera religión la profesión de nuestros principios. El Illmo. señor Arzobispo de Lima ha dado un grande ejemplo de esta misma sumisión a nuestro sistema, y el Illmo. señor Obispo de Puebla, tío del señor general Iturbide, es el motor único del gran trastorno que ha sucedido en Méjico. Aquel Obispo era más adicto a Fernando VII que V.S.I. mismo: él fue uno de los peores enemigos de la constitución, mucho más aún de las insurrecciones. Pero al ver brotar del fondo del infierno un torrente de maldición y de crimen arrollándolo y asolándolo todo en la iglesia española, el Obispo de Puebla no pudo salvar la suya sino poniendo el mar entero entre Méjico y España. Si V.S.I. estuviera en comunicación con el gobierno español y hubiese recibido esas fulminaciones atroces, dictadas por el desenfreno de una impiedad sin límites, V.S.I. sería otro Obispo de Puebla.

Tengo el honor de dirigir a V.S.I. dos proclamas que son el garante más cierto de mis sentimientos pacíficos y de mis intenciones liberales. Puede V.S.I. ver en estos documentos las leyes que me he prometido seguir en el curso de mi conducta futura. El Congreso de Colombia, por su sabiduría y bondad, me ha enseñado cuál es la carrera que debo seguir en mi vida pública, y yo protesto que el Congreso será aún más benéfico en la práctica que yo en mis ofertas.

Soy con la más atenta consideración de V.S.I. atento, obediente servidor.

* De un impreso moderno. "Cartas del Libertador". (Fundación Lecuna), tomo III, págs. 191-192.

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