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DOCUMENTO 6597. COMUNICACIÓN DE BOLÍVAR PARA EL GENERAL JUAN DE LA CRUZ MOURGEON, FECHADA EN POPAYAN EL 31 DE ENERO DE 1822, EN LA CUAL LE AVISA RECIBO DE SU DESPACHO POR EL CUAL LE COMUNICA EL BUEN TRATO QUE HA DADO A LOS PRISIONEROS LO CUAL EL LIBERTADOR AGRADECE. SE REFIERE AL CANJE DE PRISIONEROS Y LE MANIFIESTA SU DESEO DE QUE SE CONOZCAN, YA SEA COMO AMIGOS O COMO ENEMIGOS. ELOGIOS A ESPAÑA, A MURGEON Y A O’DONOJU. OBSERVACIONES SOBRE LA CONVENIENCIA DE QUE IMPERE LA PAZ.*

Popayán, 31 de enero de 1822.

(A S.E. el general Juan de la Cruz Mourgeon, Capitán General y Presidente de Quito).

Excmo. señor:

He tenido el honor de recibir el favorecido despacho de V.E. de 10 del presente, por el cual tiene V.E. la bondad de comunicarme el acto generoso con que había señalado su entrada en Quito, mandando nuestros prisioneros de guerra bajo su propia responsabilidad. Doy a V.E. las más rendidas gracias por este rasgo de liberalidad que estará siempre muy cerca de mi corazón.

No hablaré a V.E. nada con respecto al canje de dichos prisioneros, porque supongo que V.E. habrá terminado este negocio con los señores coroneles Castillo y Obando; mas no debo pasar en silencio la proposición que V.E. hace del brigadier Torres por el señor general Mires. Sin duda, el canje es perfecto; pero estando aquel brigadier en la Habana, como V.E. lo sabe, yo no lo puedo mandar por el señor general Mires, así el canje de este general debe verificarse del modo que, por el órgano de mis comisionados, coroneles Castillo y Obando, he propuesto a V.E.

Me será muy agradable tener el gusto de conocer a V.E., tanto o más que lo que V.E. desea esta misma satisfacción, sea en el campo de batalla o donde quiera que la suerte nos destine a reconocernos como amigos, o enemigos, sin que por tanto, pueda serme indiferente uno u otro. Bien distante de este sentimiento, tengo el más vivo anhelo por reconciliarme con V.E. y con toda la nación española, a quien amo desde que es libre, y a quien respeto desde que nos ha respetado. Ojalá fuese V.E. un segundo iris de paz en América. Parados de Europa el señor O’Donojú y V.E. con un mismo destino, sería de desear que V.E. hubiese participado de los mismos sentimientos que aquel ilustre general ha traído al Nuevo Mundo. Sea, pues, V.E. el segundo en anunciar la paz a los pueblos del Mediodía, como lo hizo aquel a los pueblos del Norte.

En el estado en que se ha colocado nuestro nuevo hemisferio, oponerse al impulso que ya ha recibido no es ni prudente, ni justo, ni útil. Es, por el contrario, un atentado contra las leyes del orden eterno y contra la misma humanidad tanto tiempo ha sacrificado a este cruel absurdo. Yo convido, pues, a V.E. a que oiga mis palabras de paz, como deben ya haber sido oídas en la corte de Madrid las de la nación entera que clama por este suspirado bien.

Yo no haré mención a V.E. de las fuerzas que tengo a mis órdenes, ni diré tampoco una palabra de la libertad entera del Nuevo Mundo: porque hablando con V.E., con un guerrero audaz y generoso, mostrarle los peligros y multiplicarle los obstáculos es ofrecerle estímulos a su heroísmo.

Tengo el honor de ser, con la más alta consideración, de V.E. atento servidor.

Véase la nota de Mourgeon en O’Leary, XIX, pág. 125.

* De un impreso moderno. "Cartas del Libertador". (Fundación Lecuna), tomo III, págs. 190-191.

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