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DOCUMENTO 6553. OFICIO DE JOSÉ GABRIEL PÉREZ PARA EL SECRETARIO DE GUERRA, FECHADO EN CALI EL 7 DE ENERO DE 1822, EN EL CUAL LE AVISA HABER BOLÍVAR RECIBIDO CORRESPONDENCIA DE SUCRE DONDE LE HABLA DE UNA EXPEDICIÓN DE MURGEON DESEMBARCADA EN EL CHOCO, LO CUAL HABÍA HECHO VARIAR EL PLAN DE OPERACIONES DEL LIBERTADOR, PUES LAS DIRIGIRÁ AHORA POR PATIA A PASTO, LUGARES INHÓSPITOS.*

Al señor Secretario de Guerra.

Anoche ha recibido S. E. el Libertador Presidente, comunicaciones del señor General Sucre, desde el 4 hasta el 17 del último mes, en que participa que el General Mourgeon, con una expedición de 800 hombres, armas, municiones y otros elementos, conducidos en ocho buques de guerra, ha desembarcado en el bajo Chocó, en la costa de Esmeraldas, y que se le esperaba con ella en Quito, para donde se dijo, que había marchado. Esta noticia se confirma con más o menos alteración, con respecto al número de tropas, por la declaración del capitán del bergantín de guerra Araucano, y la carta que remite el Comandante general del Chocó, de un vecino de Yabisa en el Darién, que hace montar a 3.000 hombres la expedición del General Mourgeon; pero sea ésta la verdadera fuerza o sea la que dice el señor General Sucre, lo que parece inevitable es que Mourgeon ha desembarcado en la costa con tropa, y que ha marchado a Quito.

Esta ocurrencia ha hecho a S. E. variar el plan de operaciones que se había propuesto, y que comuniqué a US. en mi nota del 5. Los buques de guerra enemigos, que cruzan sobre la costa hasta Guayaquil, podrían apresar nuestros convoyes de tropa, que no pueden ser escoltados por buques de guerra, porque sólo está en la Buenaventura el bergantín Ana, mal armado y con pocas municiones; interceptarían nuestras correspondencias; penetrarían los planes de S. E. y nos expondrían a quedar divididos en trozos y a ser débiles por una y otra dirección. S. E. ha mandado contramarchar a este Cuartel General los batallones Bogotá y Neiva; ha ordenado al señor General Torres que suspenda su marcha hacia él, y que se prepare a emprenderla dentro de seis días a Popayán, con cuanto se le había prevenido condujera para embarcarse en la Buenaventura: ha mandado, que en el bergantín Ana, sólo se embarquen 120 o 130 reclutas, que marchaban con los batallones Bogotá y Neiva, y que el Ana complete su armamento en Guayaquil, y vuelva conduciendo las correspondencias más importantes, y las últimas noticias de todo lo que haya ocurrido. También ha ordenado que la Guardia, en vez de venir a Caloto, por el páramo de las Moras y Pitayó, marche por el de Guanacas directamente a Popayán.

Esta necesaria variación priva a S. E. de todas las ventajas que se proponía sacar, emprendiendo la campaña por Guayaquil. Ahora la emprenderá por Patía y Pasto, y sufrirá los inevitables males, de tan detestable camino.

Patía es un clima mortífero, falto de víveres y de todo género de provisiones. Pasto está habitado por hombres que han hecho una defensa tenaz, de un territorio que conocen, y de cuyas ventajas naturales saben aprovecharse. Nuestra marcha a la vez se prolonga, y se hace por caminos quebrados, donde todas las caballerías se pierden o se inutilizan. El enemigo puede contar con todas sus fuerzas reunidas, desde Quito hasta Popayán, para defender sucesivamente las muchas posiciones fuertes que le presenta aquel terreno, y ha recibido un auxilio poderoso de hombres, armas, municiones y otros elementos de guerra. El Ejército Libertador va a tener que sufrir por el clima, por la escasez de provisiones, por las dilatadas marchas, y va a tener que combatir, en su propia casa, con hombres descansados, aclimatados y prácticos de aquellos lugares. El Ejército Libertador, desde el día que emprenda su marcha, no debe contar sino con bajas y pérdida de hombres, caballos, mulas y bagajes: y el enemigo inmóvil, nada sufre.

S. E. podría contar para reponer las bajas del ejército, con los 1.000 hombres, que ha pedido a las Municipalidades del Cauca; pero persuadido de que no hay poder, que evite su deserción, prefiere embarcarlos a Guayaquil, para asegurarlos y aumentar la División del señor General Sucre, siempre que los buques enemigos no impidan enteramente las comunicaciones de la costa.

Calculada, pues, nuestra fuerza y Ja del enemigo, es aquélla muy superior. Las tropas regladas de Quito, las fuerzas de Pasto y Patía, y el refuerzo del General Mourgeon, deben por lo menos ascender a más de 4.000 hombres; mientras que S.E. apenas podrá marchar de Popayán con 3.000, y llegar a Pasto con un tercio menos.

De estos valles, ni pueden tomarse más reclutas, ni serían de ninguna utilidad, teniendo que marchar por Pasto. Así es que S. E. el Libertador todo lo espera de las medidas, que tome el Gobierno en las otras Provincias, para aumentar este ejército, tanto cuanto sea posible, y cuanto exige la naturaleza de la próxima campaña.

Incluyo a V. E. los impresos de Lima, y las copias de las comunicaciones, entre S. E. el Protector del Perú y el señor General Sucre, y las de este General con el Ministro de la Guerra de aquel Estado. Ellas impondrán a V. E. de las operaciones, que las fuerzas combinada de los señores Generales Arenales y Sucre, se proponían ejecutar sobre Loja y Cuenca, antes que el invierno principiara.

La expedición del General Mourgeon, preparada y equipada en el Istmo de Panamá, ha dejado, según todas las noticias y probabilidades, aquel importantísimo punto en el más débil estado de defensa. S.E. el Libertador desea vivamente que se aproveche esta oportunidad por el Gobierno, para apoderarse de él, haciendo marchar, sin pérdida de momento, las fuerzas que deben ocuparlo.

La posesión de tan interesante punto indemnizaría cualquiera pérdida que sufriésemos en el Sur.

Lo que comunico, etc.

Dios, etc.—Cali, 7 de enero de 1822.

J. GABRIEL PÉREZ

* De un impreso moderno. O’Leary, "Memorias"; tomo XIX, págs. 122-124.

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