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DOCUMENTO 1369. DEL BORRADOR. O. C. B. CARTA DEL LIBERTADOR SIMÓN BOLÌVAR AL GENERAL JOSÉ GABRIEL PÉREZ FECHADA EN CARACAS, 8 DE JUNIO DE 1827. MANIFESTANDO QUE ESPERA NOTICIAS POSITIVAS SOBRE LOS DESÓRDENES EN LA DIVISIÓN DE COLOMBIA A LAS ÓRDENES DE BUSTAMANTE; INFORMA QUE VENEZUELA ESTÁ TRANQUILA Y PROSPERANDO CON LAS REFORMAS QUE SE HAN HECHO, PERO TEME MUCHO POR LOS DESÓRDENES QUE OCURRAN EN EL SUR.

CARACAS, 8 DE JUNIO DE 1827

AL SEÑOR GENERAL JOSÉ GABRIEL PÉREZ, JEFE SUPERIOR DEL SUR.

Mi Querido Pérez:

he sabido con mucho sentimiento que vd. se hallaba ocupado a fines de marzo en contener los desórdenes que tenia la división de colombia a las órdenes de bustamante. desde luego he juzgado que el resultado favorable a la buena causa y, aunque nada hemos sabido hasta ahora, esperamos con impaciencia noticias positivas por momentos. me parece que el Perú ha obrado bien echando de allí esa división, porque no juzgo mal del espíritu del general santa cruz, que nunca puede ser contrario a Colombia. Vd. ya sabrá lo que debamos juzgar de las ideas de ese gobierno vecino. Me parece que Vd. no querrá saber mucho lo que yo pienso de las cosas de allá, sino de lo que pasa por acá. Empezaré sin decir cosas inútiles. Venezuela está tranquila y prosperando con las reformas que se han hecho. El espíritu público se ha reconciliado bastante; las ideas que reinan están pendientes de la combinación que yo haga de ellas, es decir, que en Venezuela desean complacerme en esta parte. Todos desean la reforma y nadie abre el dictamen sobre lo que se deba hacer. En lo que convienen no más (*) es en que se establezca un gobierno general en Venezuela para que atienda a sus necesidades e intereses. Las clases del estado se están poniendo en una armonía bastante satisfactoria; yo he procurado esta ventaja por mis esfuerzos. Antes era esto un caos que se ha procurado desenmallar lo mejor posible. ¿Creerá Vd. que el erario está en equilibrio con los gastos del estado? Pues, sí, señor, mensualmente se paga los empleados y aun a veces algunos atrasados. Entiendo que en el resto de la república sucede lo contrario, mientras que aquí existe la mitad del ejército de Colombia, lo que hace una desproporción extraordinaria con respecto al resto del país. A fines de este mes habré concluido la mayor parte de mis reformas. La hacienda la ha recibido en totalidad; la educación, la agricultura, el comercio, la policía, administración y tabaco, todo se ha mejorado; la marina y el ejército han sufrido modificaciones muy favorables. En dos días que estuve en Bogotá libré al estado de seis millones de gastos, y en Venezuela se han hecho reformas muy considerables; la moral misma ha tenido ejemplos modificantes y lecciones severas. Todo esto es mucho, pero falta todavía más. Yo estoy resuelto a servir a Venezuela todo el tiempo que pueda y a no hacer otra cosa. Este es mi país y este es mi deber. La gaceta que incluyo dirá a Vd. grandes cosas sobre mi resolución de no mandar más a Colombia, y de las reformas que se han hecho en hacienda. Yo .no quiero estar como aquel condenado de la fábula renovando siempre su trabajo. El Perú estaba en orden cuando salí y esto destruido, ¿y será justo que destruya esto por ir a organizar a Bogotá? no lo creo. Mi resolución está tomada de un modo irrevocable. Temo mucho por los desórdenes que ocurran en el Sur; la traición de esos oficiales es más cruel que la guerra que hemos concluido; el Perú va a correr un circulo de convulsiones continuas, y las agitaciones del Perú van a conmover a sus vecinos de Colombia y Bolivia. Este mal es lamentable; lo peor es que no sé que remedio tenga. Cundinamarca también sufrirá mucho con las divisiones que se van a sembrar en ella.

(*) En el borrador de la carta a. Sucre, de la misma fecha que ésta, en donde se halla también este párrafo, dice en este punto: "en lo que convienen los más ete". La gran convención de Colombia será un certamen o por hablar más claro una arena de atletas; las pasiones serán las guias y los males de Colombia el resultado. En una palabra, este Nuevo Mundo no es más que un mar borrascoso que en muchos años no estará en calma. Algunos me atribuirán parte del mal, otros la totalidad, y yo para que no me atribuyan más culpa no quiero entrar más adentro. Me conformaré con la parte que me adjudican en esta diabólica partición. ¿Que será de Vds. del Sur? Cuanto más pienso en las dificultades de ese país, más tengo que lamentar la suerte de los que lo mandan, y cuando medito sobre Venezuela, igual sentimiento me aflige. En fin, concluiré esta carta por decir a Vds. que cuando no puedan más, se vengan para Venezuela a servir al pais que nos dio el ser. Esta carta es también para Flores, a quien no escribo por separado porque nada le añadiría de lo que digo aquí.

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