Pasto, enero 8 de 1823.
Mi querido general:
Hace algunos días que llegué aquí; desde entonces me he ocupado en atraer estos habitantes, que poco a poco se van presentando, a gozar del indulto que se ha publicado por el general Sucre. Yo les he ofrecido que serán perdonados si se presentan todos a jurar el gobierno de Colombia, y entregan todas las armas y municiones que tienen. Ya se han recogido doscientos y tantos fusiles, que serán los mismos que había perdido Obando [1] nos faltan, pues, los 500 o 600 que ellos tenían. ¡Qué bien cumplieron los encargados de recoger los fusiles de los pastusos! No digo más porque después dicen que son granadinos. He mandado repartir 30.000 pesos en contribución para el ejército, y recoger ganado y bestias para el servicio del ejército. Dudo que se recoja el dinero, pero los ganados sí se recogen porque la tropa lo está haciendo. También he mandado embargar los bienes de los que no se presentaron a tiempo señalado. Sólo un oficial se ha presentado y los demás están dispersos. Boves [2] con algunos otros comprometidos se han ido al Marañen, por donde salió Calzada [3]. Yo los he mandado perseguir por todas direcciones, mas aquí no se coge a nadie porque todos son godos; todo es ojo para ver al gobierno, y el gobierno no ve nada.
Dicen que en Patía [4] no se han metido en nada, y yo me alegro mucho. El correo, sin embargo, no debe venir nunca por aquí porque frecuentemente será interceptado en estos territorios que no son amigos, desde el mismo Popayán [5] hasta la provincia de Quito, inclusive los Pastos. Uno que otro pliego urgente podrá venir por la cordillera de Almaguer [6], mandando el duplicado por el correo que debe marchar por San Buenaventura [7], a Barbacoas [8], y de allí a Tulcán [9], etc.
El cura del Trapiche [10] nos ha escrito que Páez ha derrotado a Morales en Maracaibo, el que se salvó con 40 hombres, de 7.000 que tenía. Esto es muy probable, y lo hemos creído sin hacer caso de los 7.000, pues aunque lo digan no lo creo. También nos ha mandado unas gacetas de Cartagena, y los números 56 y 57 de Colombia. Por ellos sabemos la revolución en Madrid a principios de julio, y el estado de la Europa con respecto a nosotros; es decir, la muerte del ministro de relaciones exteriores de Inglaterra, que me parece muy hermosa muerte; y las buenas disposiciones de algunos gobiernos para reconocernos. Nosotros no sabemos nada de ustedes ni del mundo europeo porque no hemos recibido un solo correo, ni un pliego de allá, más de dos meses ha. De suerte que el cura del Trapiche nos ha hecho un gran servicio en mandarnos estas noticias y papeles. Yo mando por su conducto estas comunicaciones para que lleguen pronto, y si se perdiesen no se pierde nada. Vamos al sur.
Quito y Guayaquil están tranquilos. Lima también tranquila. La expedición de Álvarado [11] dicen que se ha ido a las provincias de Buenos Aires del Potosí. Por supuesto Castillo [12] lleno de sus aprehensiones, y cada día peor porque piensa que todo el mundo está de mala fe. El gobierno de Lima lo quiere obligar a salir contra Canterac [13], y él no quiere por las mil y tantas razones que alega. Sólo el general Santa Cruz [14] está de acuerdo con él; éste manda las tropas del Perú. Yo no sé qué decirle de Castillo después de lo que le he dicho. Le repetiré que conserve su División a todo trance.
Mosquera [15] ha escrito al fin de Chile, y ofrece mandar inmediatamente el tratado concluido como el del Perú: es decir, todo corriente. Fue bien recibido; dice que San Martín no entró en Santiago, sin duda por vergüenza o moderación.
Valparaíso ha sido destruido por un fuerte temblor, y dicen que Lrd. Cochrane [16] ha muerto en él.
Un bergantín de guerra del Perú se ha vuelto pirata con tripulación inglesa; debe hacernos mucho daño en el Pacífico. Dicen que una fragata francesa ha tomado la fragata Prueba por una disputa con el comandante peruano. En Buenos Aires ha habido una nueva conspiración en el mes de agosto; se descubrió, pero no se ha podido destruir, porque el coronel que la descubrió no ha querido declarar nada. Así, todo está peor de lo que estaba. Eso es lo que quieren los bochincheros, gobiernitos y más gobiernitos, para hacer revoluciones y más revoluciones. Yo no, no quiero gobiernitos; estoy resuelto a morir entre las ruinas de Colombia, peleando por su ley fundamental y por la unidad absoluta. Dígalo usted así al congreso y al pueblo, de todos los modos que quiera, pues lo autorizo para ello. Mi edecán Umaña ha llevado protestas mías al congreso y al gobierno, contra la violación que se pretende hacer a la ley fundamental y a la constitución en Colombia. Si tengo tiempo mandaré a usted copias de estos documentos. Todavía no sé lo que me haré en estos días. Mucho deseo ir a ayudar a usted contra los bochincheros, pero no sé si haré bien en dejar lo cierto por lo incierto, como el perro de la fábula. Pasto necesita de mis cuidados.
También la División de Castillo y Guayaquil y Quito no se deben abandonar en momentos en que guerras y partidos se agitan por todas partes. Estoy cierto que con una base de operaciones puedo hacer mucho; esta base la tengo en el sur. Cuento con cuatro mil veteranos y con cuatro hermosas provincias que no están maleadas, y están bien gobernadas. He dicho que el sur es la reserva de Colombia, pues estamos en la reserva, como todo general prudente. Sin embargo, si hay urgencia, avíseme usted volando y volaré.
Manrique debe estar muy sentido conmigo porque hemos hecho muchos generales sin contar con él; creo que merece ser general tanto como otro de los que yo mismo he hecho; le suplico a usted lo proponga al congreso, y que le diga a Manrique mi recomendación.
Soy de todo corazón,
BOLÍVAR
* De un impreso moderno. Archivo Santander, tomo IX, pág. 204.
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