Caracas, 16 de marzo de 1827.
AL SEÑOR GENERAL BARTOLOMÉ SALOM.
Mi querido general:
He sabido la rebelión del escuadrón de Dragones de la Guardia, la quinta compañía de artillería y el piquete de Anzoátegui y he recibido juntamente los partes de Valencia y la carta de Vd. del 15 del corriente. Me ha parecido muy bien todo lo que Vd. ha hecho y dispongo lo siguiente: 1º—Que el batallón Junin se quede entre los valles de Aragua y Puerto Cabello, según lo juzgue Vd. más conveniente. 2 º—Que se persigan con milicianos y soldados de "Junín" a esos rebeldes hasta las inmediaciones de Ortiz y llanos de San Carlos. 3 º—Que se escriba a todos los cantones de los llanos para que se persiga a los dichos desertores, los aprehendan y los manden a La Victoria para que vengan a mi cuartel general. 4 º—Los individuos que sean aprehendidos de "Dragones", "Artilleros" y "Anzoátegui", comprendidos en la rebelión de Valencia, serán fusilados en el acto que los tomen las partidas que Vd. mande y que mande el coronel Alcántara de los valles de Aragua. De suerte, que los que sean aprehendidos en los llanos vendrán aquí y los que Vds. cojan en el territorio que les he señalado serán fusilados en el acto. 5°—Si las cosas de Puerto Cabello siguen bien, fraga Vd. relevar el batallón Granaderos con algunas compañías de "Junin" y los Granaderos que vengan a Valencia y los Valles de Aragua para la custodia de ese país. 6 º—Si ocurrieren novedades en Puerto Cabello, Vd. reunirá todas las fuerzas que pueda de milicias y veteranas para restablecer el orden en la plaza entrando en ella sea con un perdón en la mano, o con política, o con maña o con fuerza. Si se emplease la fuerza inmediatamente debería Vd. castigar a los amotinados. 7 º—Todos los individuos que se presenten a pedir perdón serán perdonados y me los ’mandará Vd. acá custodiados; y así lo puede Vd. asegurar de todos modos para que se presenten y no sea necesario exterminarlos. 8 º—Inmediatamente voy a mandarle a Vd. dinero para pagar esas tropas veteranas y que las de milicias las mantengan los vecinos, puesto que se emplean en su propia seguridad, pero de todos modos se asistirá la tropa muy bien, tomando, de grado o por fuerza, lo que sea necesario para ella, pues debemos confesar que a la tropa no le falta razón de quejarse altamente de la mala asistencia que ha recibido. Vd. diga que no se va a embarcar a nadie y que no han tenido razón los artilleros ni granaderos en levantarse por esta causa, puesto que no se les iba a embarcar. Los pobres soldados son inocentes de todo; porque la culpa viene de los jefes y oficiales, y del gobierno que no ha podido asistirlos como debia. 9’Haga Vd. que en todas partes se levanten las milicias necesarias para perseguir esos desertores. Si mientras tanto ocurriese alguna cosa más que yo no puedo ni prever ni dudar, yo autorizo a Vd. para que tome todas las providencias que aniquilen el mal hasta su extinción. 10.—Estamos en una crisis horrorosa: no ha quedado en la república más que un punto de apoyo, y este mismo punto ha sido atacado por todas partes hasta el caso en que Vd. lo ve, pues ya las tropas de Colombia han perdido el prestigio que me tenían, según lo que se ha visto, con esos soldados de Valencia, por una simple sospecha de que los podían embarcar. En fin, yo espero que las tropas que han venido con nosotros conservarán su lealtad y su disciplina.
Soy de Vd. su afmo. amigo.
BOLÍVAR.
P. D.—Si acaso los oficios del estado mayor y del secretario no están de acuerdo con esta carta, esté Vd. entendido que mi voluntad y determinación están más expresamente explicadas aquí que en dichos oficios, pues en aquéllos se puede olvidar algo de lo que yo he mandado.
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