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DOCUMENTO 1004 COMUNICACIÓN DEL LIBERTADOR SIMÓN BOLÍVAR, FECHADA EN EL CUAR­TEL GENERAL EN SANTAFÉ, EL 15 DE DICIEMBRE DE 1814, DIRIGIDA A LOS GOBERNADORES DEL ARZOBISPADO, JUAN BAUTISTA PEY Y JOSÉ DOMINGO DUQUESNE, EN PROTESTA DE LA PASTORAL QUE ESTOS DIRIGIERON A LOS DIOCESANOS.*

Cuartel General Libertador en Santafé, 15 de diciembre de 1814,

A los Gobernadores del Arzobispado.

La guerra es un mal, pero mayor lo es la opresión, y los medios que la conserven. Trabajándose generalmente en la América por destruir la tiranía española, la falta de unión, la falta de un Go­bierno general, respetado en todas las partes del territorio, y capaz de resistir con todas las fuerzas y de oponer la energía entera de la Nación al enemigo verdadero, propendía a conservarla en la Nueva Granada. Remediar tamaño mal, ha sido el objeto de que me encargué; para ahorrar la sangre de mis hermanos, cuya efusión dolía a mi corazón, propuse muchas veces una capitulación, en que nada pedía que no fuese conducente al bien común. El Gobier­no de Cundinamarca, inconsulto en sus medidas, no quería sino la guerra, y careciendo de los medios eficaces de hacerla, ocurrió a otros fundados solamente en la religión [1] o en el fanatismo de la multitud.

Tal es la pastoral que V.S.S. como Gobernadores del Arzobispa­do dirigieron a estos diocesianos en tres del corriente. Denigróse en ella mi carácter, y se me pintó impío e irreligioso; se me excomul­gó, y se incluyó en la excomunión a toda mi tropa; se me dijo autor de la muerte y la desolación de estos países; y se aseguró que todo mi ejército, sin ningún sentimiento de humanidad, venía a atacar nuestra santa e inviolable Religión, sus ministros y altares, sus ren­tas y alhajas, y aun las mismas vírgenes y vasos sagrados.

Medios tan bajos han sido siempre reprobados de las naciones cultas; y V.S.S. mismos han sido testigos de que más humano hacia el pueblo de Cundinamarca que su propio Gobierno, me abstuve de cuanto me permitía el derecho de la guerra sobre la mayor par­te de la ciudad que habían ocupado mis tropas; busqué constante­mente la paz; y acepté, cuando dos días más de sitio bastaban para hacer perecer la pequeña guarnición de la plaza mayor, una capi­tulación que yo mismo había propuesto antes del combate, y la única que yo y mi ejército podíamos desear. La capitulación ha sido publicada, y V.S.S. habrán visto ya si podía [2] haber mayor mode­ración ni mayor generosidad de mi parte, ni mejor conducta de par­te de un ejército que se había abierto entrada por la fuerza.

El honor del Gobierno a que pertenezco y el sentimiento de lo que me debo a mí mismo, y a mis valientes soldados, exigen una reparación. Jamás he tomado las armas sino para libertar; y en medio de los combates he confiado siempre en que mi religiosidad contribuyese a mi fortuna. Espero pues [3] que V.S.S., más justos de lo que fueron en aquella ocasión, procuren reponer mi opinión a los ojos de la multitud por medio de una pastoral [4] digna del ministerio de V.S.S. y de la verdad. Es injusto mezclar la Religión en cuestiones puramente civiles; lo es mucho más valerse en tales casos de armas sólo útiles contra sus enemigos; lo es aún más abusar así de la credulidad de un pueblo que tiene tal confianza en sus sacerdo­tes; lo es, en fin, mucho más difamar tan cruelmente a un ejército que no cede en piedad a ningún pueblo cristiano, y cuyo único con­suelo en las adversidades, es el sentimiento de su propia conciencia y la Sagrada Religión de sus padres.

Dios, etc.

[Simón Bolívar]

* Del Copiador. Archivo del Libertador, Vol. 22, folio 258v°-259. Es­crito de letra de un amanuense. En el mismo Archivo, Vol. 21, folio 322, se conserva una copia de época, de letra desconocida. Se sigue la redacción del texto del Copiador y se registran las variantes de la copia en las corres­pondientes notas. El Pbro. Juan Bautista Pey Andrade (Bogotá, 1756-Santa Marta, 1819) era hijo del Oidor Juan Francisco Pey Ruiz y de doña María Ignacia Andrade. Estudió en el Colegio Seminario de San Bartolomé, en Bogotá, y se ordenó de sacerdote en 1780. Fue cura de Tabio y de Sutamarchan. Perteneció al Cabildo Eclesiástico de Bogotá a partir de 1790, hasta llegar a Arcediano en 1802. Como tal, y en unión del Dr. Duquesne, gobernó el Arzobispado entre 1808 y 1816. Fue uno de los miembros de la Junta de Gobierno constituida en Bogotá el 20 de julio de 1810. En 1816 fue arrestado por orden del General Morillo y remitido a España ba­jo partida de registro. El barco en el cual viajaba fue apresado cerca de las Azores por un corsario del Río de la Plata. El Dr. Pey y otro clérigo que le acompañaba, el Dr. Cecilio de Castro (véase sobre éste la nota principal del Doc. N°170 en el Vol. IV de esta Colección) lograron desembarcar en los Estados Unidos. De allí, el Arcediano regresó a la Nueva Granada, cuyo Virrey, Juan Sámano, le hizo poner preso en Honda y le remitió, cargado de grillos, a España. El Dr. Pey murió antes de poder embarcarse, en el puerto de Santa Marta. El Pbro. José Domingo Duquesne (Bogotá, 1748-Bogotá, 1822), hijo del médico francés Juan Francisco Duquesne o Du-chesne y de doña Clara Ignacia de la Madrid, cursó estudios en Bogotá, has­ta alcanzar el grado de Doctor en Cánones. Fue párroco de Neiva, Lenguazaque y Gachancipá, y luego Canónigo del Cabildo Eclesiástico de Bogotá. Gobernador del Arzobispado en asocio con el Dr. Juan Bautista Pey, ambos lanzaron una excomunión contra el Libertador y sus tropas en diciembre de 1814, que habrían de levantar al poco tiempo. Desterrado a Puerto Ca­bello por orden del General Morillo, de allí regresó Duquesne a su ciudad natal para morir.

Notas

[1] En la copia de la época dice: "religiosidad" en vez de "religión".

[2] En la copia de la época se lee: "habrán visto si podría".

[3] En la copia falta: "pues".

[4] Fue emitida por Pey y Duquesne, en efecto, el 16 de diciembre de 1814. Su texto figura en “Memorias” de O’Leary, XIII, p. 587-588.

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