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DOCUMENTO 1281. DIARIO DE LAS OPERACIONES DEL EJÉRCITO DEL LIBERTADOR SIMÓN BO­LÍVAR, QUE CORRESPONDE DESDE EL DÍA 27 DE MARZO AL 24 DE ABRIL DE 1815*

Diario de las operaciones del Ejército del Norte, desde su establecimiento al pie de la Popa

MARZO

Día 27.—En la mañana de él se movió el Cuartel General de la villa de Turbaco [1]; almorzaron las tropas en Ternera [2], y a las cuatro de la tarde ya había llegado al Tejar de Alcibia [3] nuestra vanguardia. S.E. que salió después de la retaguardia desde el último sitio, marchó a galope tendido, dejando por su espalda el ejército antes que éste hubiese avistado dicho punto del Tejar. Continuó S.E. la marcha con su Estado Mayor, reconoció la posición al pie de la Popa [4], hasta menos de medio tiro de cañón del Castillo [5], que le hizo varios tiros, y retrocedió a campar el ejército.

Ocupó la vanguardia la paralela de la izquierda del pie de la Popa, siguiendo a la espalda el centro y retaguardia; S. E. se alojó con su Guardia de Honor en el Tejar; y nuestras avanzadas fueron situadas en las dos calles del pueblo; la una por la izquierda en la casa de teja, y la otra por la derecha en su paralela; no habiendo sufrido ni una ni otra del fuego que las hizo el Castillo a prima noche. La Popa fue ocupada en la misma hora por la segunda de Barlovento [6].

Campado el ejército, empezaron a activarse las medidas que se habían tomado desde Ternera para la aguada de él, por no po­derse hacer ésta en todos los alrededores de la Popa, pues los de la plaza, que antes de encerrarse en ella la metieron todos los recursos vecinos, corrompieron también las pocas aguas que antes se encontraban a sus inmediaciones.

Día 28.—Al amanecer hizo la plaza su descubierta con infan­tería y caballería, que fue rechazada por nuestras avanzadas, sin el menor daño nuestro, a pesar de la actividad en los fuegos del Castillo. A las once subió S.E. a la Popa por el camino frente al Castillo, y bajó por la senda que, a su derecha, se separa de él después de la primera, y que sale, como ésta, al camino de la izquierda desde Alcibia a Ternera por la playa.

A las dos de la tarde se presentó un parlamentario de la plaza con pliegos para el Secretario [7] de S.E. quien, luego que se hubo despachado aquél, dispuso su traslación a la Popa con su Guardia de Honor. Se verificó ésta a las cinco de la tarde por el camino principal, sin fruto alguno para los de la plaza, el fuego del Castillo sobre S.E., su séquito y su Guardia.

A las seis y media nos tiró el reducto dos granadas, que cayeron y reventaron en la Manga [8], frente a la playa, entre la Popa y el Castillo, cuyos fuegos no cesaron hasta la noche. En ella lanzó varias bombas el reducto, y se retiró a Alcibia el ejército, por haberlo flanqueado por nuestra izquierda dos cañoneras situadas cerca del Mangle [9]. Estas, a que la posición no nos permitía des­alojar, nos mataron un hombre, nos hirieron dos, y continuaron impunemente hasta las ocho del siguiente día su fuego sobre toda nuestra izquierda y Tejar de Alcibia, en donde nos mataron un caballo.

Día 29-—La plaza hizo a la hora acostumbrada su descubierta, que pusieron inmediatamente en fuga nuestros puestos avanzados. Se estableció y ensayó, con un gran fuego de la plaza y el Cas­tillo, un plan de señales en la Popa; y empezó a aclararse y a hacerse en parte por su espalda, la pica más corta entre ella y el Tejar de Alcibia.

A las cinco de la tarde fue S.E., con parte de su Estado Mayor, y por entre un fuego el más vivo, al campamento de Alcibia, de donde, después de haber dado sus órdenes, regresó a las siete de la noche. De las cinco a las seis y media tiró algunas bombas el reducto, y el fuego del Castillo no cesó hasta las ocho. A las doce volvió a bombardear el reducto, y a las tres se acercaron al Mangle una goleta, una balandra y tres lanchas, que, cañoneando el campamento de Alcibia hasta las dos del día siguiente, nos hirieron un caballo y una res, a pesar de haberse situado bastante retiradas del Mangle de nuestra izquierda, por haberlas hecho alejar una pieza de a tres que al efecto se colocó en la mejor posición posible.

Día 30.—A la misma hora hicieron su descubierta los de la plaza, habiendo quedado más escarmentados en ésta que en las anteriores; pues situadas a derecha e izquierda, en las dos casas de teja al frente del Castillo, dos emboscadas de cazadores que destacaron nuestras guardias avanzadas, les cargaron por la espalda luego que les hubo corrido una partida nuestra que bajó de la Popa a su encuentro. Los más lograron, no obstante, escaparse, pero cinco de ellos se vieron en la necesidad de arrojarse al Man­gle, en donde quedaron atascados sus caballos, que sacamos des­pués. Otro más se había tomado ya de un jinete que, tirándose al suelo, pudo ocultarse a nuestros cazadores. La caballería de la plaza se cubrió con el Castillo y volvió a la media hora con infantería que no costó mucho a los nuestros despe­dir. A las once hizo la plaza otra pequeña salida de caballería, que pegó fuego a las mejores casas que se hallaban en la calle derecha empezando por el frente del Castillo; muchas de las inmediatas a éste las habían quemado en las noches anteriores para iluminarle. A las tres se mandó a la plaza, con un prisionero hecho en la mañana, la valija del interior. A esta hora vino con pliegos del señor Marimón [10] un parlamentario que se despachó inmediatamen­te, no habiéndonos hecho más fuego desde entonces, si no se cuentan por nada tres cañonazos que tiró a las ocho el Castillo.

Poco después empezaron a quemar otras varias casas de las que estaban a su pie. A las nueve recomenzó el fuego del Castillo que arrojó también muchas bombas alternando hasta tarde; el bom­bardeo siguió hasta la madrugada.

Día 31.—Hizo fuego el Castillo después de su descubierta que avanzó hasta la confluencia del camino de la Popa con la calle de la derecha del pueblo; por no habérseles estorbado de nuestra parte, con intención de que se internasen para caer sobre ellos nuestros dragones apostados en la casa de teja de la izquierda; y para ello los provocaba nuestra guardia avanzada de infantería de la derecha; mas ellos no osaron adelantarse.

De la derecha hicieron una correría por la izquierda, distante del punto en donde estaban nuestros dragones; y como ellos pen­sasen que dos cañonazos que las lanchas tiraron a nuestros dragones por la espalda fuese fuego nuestro, o que ellos temiesen ser ofen­didos, se retiraron precipitadamente y esto, con lo pésimo de su clarín, originó una gran algazara de los nuestros, espectadores di­vertidos de todos sus movimientos.

Por la tarde bajó S.E. a Alcibia e hizo fuego el Castillo que continuó sus tiros y bombardeo hasta tarde de la noche. Las goletas, balandra y lanchas se retiraron algo más del Mangle, haciendo siempre fuego, tanto de día como de noche.

ABRIL

Día 1°—Anduvo prudente su descubierta que se retiró luego, sin que ninguno de los nuestros se moviese. Tiró algo el Castillo y poco las lanchas.

S.E. bajó dos veces y se terminó el reconocimiento de terreno, aguas, etc., empezado la víspera desde la Popa hasta la playa de Santa Catalina [11]; también se recorrieron las islas a la espalda de la Popa, frente a Alcibia.

A las seis de la tarde salió la descubierta de la plaza, que fue corrida por dos tiros de nuestra artillería desde la Popa; y volvió a hacer fuego el Castillo; pero tanto él como las lanchas conser­varon bastante tranquilidad toda la noche.

Día 2.—La descubierta de la plaza no ofreció nada que me­rezca decirse. La goleta y dos lanchas no amanecieron a la vista, y temprano se oyeron tiros por la parte de Cospique [12]; atribu­yéndose ambas cosas a los movimientos del Comandante Fumar [13] sobre dicho Cospique y Pasacaballos [14].

A las once se observaron en movimiento en toda la bahía varias barqueras y entre ellas seis que venían a derecha e izquierda de una goleta que entraba a los remos. La balandra y una falúa hi­cieron fuego sobre el bosque, y la última recorrió toda la costa desde la balandra hasta Manzanillo, tirando hacia el paraje dicho y casa de teja más acá del Manzanillo por la costa. También hizo fuego un buque fondeado al frente de él, sin que se supiese su objeto. Uno de los botes dichos le fue abordo con diez o doce fusileros y se mantuvo allí hasta tarde.

A las doce fondeó en el Mangle, cerca de la balandra, la goleta entrante, siendo ésta la misma que desapareció la víspera, que estuvo en Pasacaballos y que, con los demás buques menores que la acompañaron se retiró después de una tentativa inútil sobre nuestro destacamento de dragones en aquel punto.

A la una vino de la plaza con pliegos para S.E. un parlamentario que se despachó sin contestación.

En todo el día no cesaron los ejercicios de fuego que en Santa Catalina, cortina y baluarte vecinos de la derecha hicieron en los anteriores.

A las cuatro trajo la partida de dragones que al mando del Capitán Figueroa [15] recorría los puntos de Santa Rosa [16], Villanueva [17], etc., presos al Alcalde interino del primero y dos sujetos más, por haber antes mandado a Cartagena dos de nuestros dragones amarrados y otras cosas de este tenor.

A las seis recomenzó el fuego del Castillo, tirándonos bombas a prima noche. Antes de ella desertó de la guardia avanzada de la Popa, sobre el camino frente al Castillo, el Comandante de ella Subteniente Justiniano Mariedo [18], hijo de Cartagena, y se reforzó con cien hombres de infantería, al mando del Teniente Coronel Linares [19], el destacamento de Pasacaballos.

Día 3.—La descubierta de la plaza como la anterior. En seguida se avivaron los ejercicios de fuego en Santa Catalina y el Castillo, con gran movimiento de tropa en una y otra parte que indicaban preparativos. Efectivamente, a la una de la tarde, quedando una sola falúa en el Mangle, se retiraron de él y dirigieron al puerto la goleta y la balandra y con ellas cuatro buques más de trans­porte. En ellos se embarcaron como ciento y veinte hombres de las mejores tropas de la plaza e hicieron vela para Pasacaballos a donde llegaron a las tres y media. En el momento mismo rom­pieron sobre los nuestros un fuego vivísimo de artillería, al favor de lo cual echaron a las cuatro su gente en tierra. Vánseles encima los nuestros que los rechazan; pero habiéndose desmontado nuestra pieza de artillería, y protegiendo a los contrarios la suya, hicieron los primeros una retirada falsa que alucinó a los segundos; se en­soberbecen éstos y reciben el premio de su temeridad; pues cuando los nuestros les vieron ya en el paraje que les habían destinado para su sepultura, caen sobre ellos con la impavidez y celeridad que acostumbran, y con la que antes de media hora, hicieron revolcar la mitad de aquellos infelices en su sangre, y la otra mitad en el agua. Por la tenacidad de las embarcaciones en no querer atender a los gritos que les daban los nuestros de cesar sus fuegos para poder auxiliar a los suyos que perecían en el mar, murió ahogado el que no quedó muerto en tierra; todos sus oficiales perecieron y dos de sus buques cayeron en nuestro poder. Se les hicieron cinco prisioneros y nosotros sólo perdimos tres hombres y ocho entre contusos y heridos; unos y otros por la artillería de los buques al socorrer a los contrarios en la orilla.

Por la noche se mantuvieron en silencio la ciudad, el Castillo y las lanchas.

Día 4.—No ofrece en su mañana nada de particular, más que haber fondeado a las siete de ella los buques que fueron la víspera contra Pasacaballos. En la goleta y la balandra no vinieron más que sus tripulaciones; la última trajo a remolque dos lanchas y en todas apenas volvieron cuatro hombres de la compañía de los Diablos.

A las diez del día entró una goleta norteamericana.

Por la tarde hizo fuego Bocachica [20] y salieron la goleta y la balandra con dirección a Pasacaballos, ignorándose cual fuese el objeto de su salida, pues a eso de las once y media de la noche vol­vieron a fondear en el puerto.

Desde temprano empezó el bombardeo del Castillo que, con otro mortero que le metieron la víspera, nos puso una bomba en la pared de su frente, inmediato al cuarto de S.E.; todas las que la siguieron tuvieron mala dirección.

Día 5.—Tampoco presentó cosa digna de referirse la descubierta de la plaza, por el ningún caso que se hizo de ella, según costum­bre. Luego que aquélla se cubrió con el Castillo tiró éste algunas bombas, de las cuales metió una en el patio alto de la Popa [21] con el mismo provecho para los de la plaza que las anteriores.

A las once se echó parlamentario y despacharon con pliegos para el señor Marimón tres de los prisioneros en Pasacaballos. Inme­diatamente que se ocultaron con el Castillo se arrió la bandera parlamentaria.

A las dos de la tarde fue la goleta a Pasacaballos, en donde hizo tres tiros y se volvió. Toda la tarde y noche no cesaron las bombas del Castillo, pero tan mal dirigidas y graduadas que sólo causaban la diversión de nuestras tropas.

A las siete de la noche se presentó en el Cuartel General el médico ciudadano Josef Martín [22], con el objeto de curar al Coman­dante Montilla [23], enfermo en Turbaco. Trajo carta del Gobernador de la plaza, ciudadano Mariano Montilla [24], en la que por favor pedía a S.E. la persona de su hermano para su mejor asistencia.

Por relación de dicho Martín, se ve que no se salvaron de la expedición contra Pasacaballos más que los cuatro o cinco hombres expresados; que en Cartagena se creía que el Tolú [25], Lorica [26] y Zapote, mandados por el subjefe ciudadano Juan Narváez [27], esta­ban en nuestro poder; que habiéndose corrido en la plaza que el General Mariño [28], el Comandante Montilla [29] y la Tesorería del ejército estaban en Turbaco, salió por Albornoz [30] a echarse sobre ellos el Capitán Estuart [31] con ciento y cincuenta hombres, que llegaron hasta legua y media del pueblo, desde cuya distancia, habiendo tenido noticias que el Mayor general Carabaño [32] le había cortado con doscientos hombres, retrocedió y entró en la plaza con sólo ciento y veinte y muchos fusiles menos; lo que hizo pensar en la ciudad que había sido batido por el Mayor Carabaño; que la goleta americana viniente de Curazao [33] trajo ochocientos barriles de harina, algunos de carne, municiones y ciento y pico de fusiles (lo que puede ser, pero no tan exagerado, particular­mente la harina; en la ciudad no falta, pero en general escasea todo lo demás, y en especial el carbón y la leña); que el Brigadier MacGregor [34] manda el despreciable punto de Santo Domingo [35], y Cortés [36] el de Santa Catalina [37], de cuya seguridad ha respondido con su cabeza. Parece que desconfían algo del Comandante del Castillo [38] ciudadano Rieux [39], pues diariamente vienen a él, lo menos dos veces, los principales mandatarios de la plaza y se quedan a dormir allí el Gobernador Montilla [40] y [41]; que en Ve­nezuela se han levantado varias partidas de guerrillas que tienen en continua alarma a los españoles; que la cabeza del General Ribas [42] está en La Guaira [43] y el Cuartel General de Cajigal [44] en Barinas [45]; que en colonias se creía, seguramente por noticias llegadas de algunos puntos de Venezuela, que el Ejército Libertador había ya, no sólo tomado a Santa Marta [46], sino que se hallaba en Río Hacha [47] (lo menos sería esto si Cartagena no se hubiera opuesto a los fines del Supremo Gobierno) lo que incomodaba no poco a los españoles en Venezuela; y en fin por algunas con­versaciones privadas del expresado Martín, que no están muy dis­tantes de solicitar una composición los de la plaza.

Día 6.—La descubierta de ella sólo se ocupó en recoger, como lo ha hecho en los día anteriores, valida de nuestra quietud, ma­rranos y chivos de los que del cerro de la Popa suelen bajar a los bujíos de ella; y ollas y leña de los que han quemado. A la misma hora salió para Cruz Grande un destacamento nuestro a las órdenes del Comandante Mesa [48]. Luego que llegaron al primer cocal que por la derecha de la Popa se presenta en el camino para el Cas­tillo, se retiraron hacia la plaza una canoa que estaba en el brazo de mar entre el camino dicho, y el de Santa Catalina por la playa, y la avanzada de caballería que tenían bajo el tiro del cañón sobre este último. Apenas se dejaron ver en él algunos de nuestros caza­dores, empezó a hacer fuego seguido sobre ellos Santa Catalina.

Por la tarde fue S.E. con sus edecanes y una descubierta de diez y seis dragones y veinte y cinco cazadores de los destacados en Cruz Grande, a reconocer los caminos dichos del Castillo y Santa Catalina. Estuvo en este último hasta menos del tiro de cañón y contramarchó. Al ejecutarlo, hizo aquélla fuego bien dirigido, pero que no dañó. S.E. dispuso que el destacamento de Cruz Grande se retirase hasta el pie de la Popa por la noche, y que a la una de ella fuesen cuatro dragones a disparar sus carabinas debajo de las baterías de Santa Catalina, retirándose precipitadamente. Así lo ejecutaron y en el momento mismo hizo, con señal de cohete, un fuego vivísimo todo aquel frente de la plaza; lo que prueba el alarma que se les dio.

De las cinco de la tarde en adelante cañoneó mucho el Castillo y tiró bombas. La goleta y la balandra hicieron temprano de la noche fuego sobre el campamento de Alcibia.

Día 7.—Nada tuvo de interesante la descubierta de la plaza. Desde las dos hasta las ocho de la mañana se sintió gran tiroteo de cañón en Pasacaballos.

A las diez marchó sobre aquel punto S.E. y estuvo de regreso a las seis de la tarde. Cuando, a la ida, estaba él en Cospique, pasaron por allí, viniendo para el puerto, la goleta y la balandra que convoyaban dos lanchas con cocos y leña.

Mientras estuvo ausente S.E. tiró el Castillo considerablemente sobre la Popa, en donde cayeron dos bombas, sin haber hecho más daño que las anteriores.

A su vuelta recibió de la línea pliegos que anunciaban la apro­ximación de los samarios; y otro del señor Marimón, por tres de nuestras vivanderas que habían apresado en Ternera los de Car­tagena.

De las seis a las nueve de la noche no cesó el fuego y bombardeo del Castillo. El resto de ella no hubo novedad.

Día 8.—La descubierta de la plaza a lo acostumbrado. A ex­cepción de algunos cañonazos y bombas del Castillo, se observó gran tranquilidad en todas partes.

A las siete hizo la plaza una salida de ciento y cincuenta hombres que, tambor batiente, llegaron por la calle de la derecha hasta donde comienza la que conduce a la Popa. A los dos o tres minutos dieron cuarto de conversión sobre su derecha, y saliendo en silen­cio a la calle de la izquierda, se retiraron por ella a la plaza con marcha. Se creyó que venía en la partida el Gobernador Montilla; pero que, habiendo hablado al Comandante de ella, se volvió antes de llegar a los primeros bujios.

Ellos debieron prever lo que les esperaba si avanzaban más, único caso en que nosotros nos habríamos movido para defen­dernos; una partida de nuestros Dragones estaba apostada a pro­pósito, y nuestra infantería en la Popa sobre las armas.

A las nueve marchó para la línea del Magdalena el Mayor general Carabaño [49]. Por la tarde se presentaron a caballo, como a cien varas más acá de los primeros bujíos, dos sujetos que se creyó fuesen el General Gastillo [50] y Gobernador Montilla [51]; los que apenas vieron comenzaban a bajar cuatro de nuestros Cazado­res, se precipitaron sobre el Castillo; el que antes y después nos metió tres bombas y una por la noche; y en ésta vino a la Popa el General Palacios [52] con toda la tropa campada en Alcibia, a excepción de una compañía de Dragones y otra de Cazadores que quedaron en él. El resto de la noche se pasó en la mayor tran­quilidad.

Día 9-—La descubierta de la plaza fue de las más indecentes y tímidas que puedan hacerse.

A las dos nos metieron otra bomba en el patio principal de la Popa, o con más exactitud, en uno de sus corredores altos.

A las cuatro tiraron más bombas. A las cinco se despachó a la plaza la correspondencia del interior, con oficio al señor Marimón.

Inmediatamente que se arrió la bandera parlamentaria, nos tiró el Castillo tres cañonazos y una bomba que nos metió en el altozano y rompió el tamborón, y siguió bombardeando y ha­ciendo fuego de artillería hasta las siete. A esta hora quemaron algunos bujíos más del pueblo. No hubo más fuego que los cañonazos de las ocho y diana en el Castillo.

Día 10.—Muy diminuta fue la descubierta de la plaza, que hizo a las seis de la mañana.

A las siete pasó por Santo Domingo hacia Bocachica, una goleta que pareció corsario, y cuyo pabellón no pudo distinguirse.

A las ocho se presentó el Capitán Figueroa que se hallaba por Santa Rosa y Santa Catalina, en donde dijo haber sido sorprendido el 7 por la noche, y fuertemente atacado por infantería en la casa que servía de Cuartel a él y sus quince Dragones, reclutas de Mompox y armados con sable únicamente. Fue, por supuesto, desalojado, y se retiró hacia este Cuartel General, a donde sólo han llegado él y el Teniente Cárcamo [53].

A las diez fondeó frente a Santo Domingo un bergantín de guerra inglés.

A las once se dirigía hacia el mismo punto una goleta americana, al parecer mercante.

A las once y media dio la vela una goleta del Estado y empezó a dar bordadas en el puerto.

El bergantín de guerra saludó con quince cañonazos [54].

A las doce dio la vela el bergantín hacia Bocachica, y la goleta americana una bordada en vuelta de fuera.

A las doce y media tiró un cañonazo la goleta y se dirigió hacia Bocachica.

A la una vino de la plaza un parlamentario con pliegos para S.E. y un cajón de medicinas para el Comandante Montilla [55]. Se des­pachó sin contestación y se fue con él el médico Martín [56], de regreso ya de Turbaco. A las cuatro fondeó en el puerto el bergantín y a eso de las cinco la goleta; poco después contestó el saludo la plaza y recibió S.E. parte de haber batido el Mayor gene­ral Carabaño [57] el 7 por la tarde, con sólo diez fusiles que llevaba el Batallón de La Guaira para la línea, en donde debía armarse, más de trescientos facciosos reunidos en San Estanislao [58] con dos piezas de artillería. Salieron heridos de nuestra parte el Capitán Luzón [59] y cinco soldados; los contrarios perdieron sobre cincuenta hombres y un cañón, y San Estanislao quedó tranquilo. Se liber­taron al Comandante Alcántara [60] y otros oficiales que habían preso los facciosos, quienes entregaron el otro cañón.

Por la noche hubo poco tiroteo, pero nos metió dos bombas el Castillo: la una en el patio bajo, y la otra en la escalera del alto.

Día 11.—Nada presenta en él digno de consideración la des­cubierta de la plaza.

A las doce salieron para Pasacaballos ocho lanchas que estu­vieron haciendo allí un fuego cruel, hasta las cinco de la tarde del día siguiente. También tiró considerablemente el Castillo y puso una bomba en el ángulo de la Iglesia, junto al suelo.

A las dos vino de la plaza un parlamentario con pliegos del señor Marimón [61]. Poco después de estar en ella la contestación de S.E. hizo el Castillo fuego y bombardeo furiosos que continuaron hasta tarde.

A las siete dispuso S.E. bajase a Alcibia el General Palacios [62] con el Batallón de Caracas. En la mañana recibió S.E. oficios de Turbaco que anunciaban haber en Santa Rosa más de doscientos hombres armados que pensaban venir sobre aquel punto; y la prisión del Comandante Chaves [63], por descuido suyo, en su expe­dición contra el Zapote, y derrota de los contrarios en [64] Coloso por su segundo el capitán Espinoza [65] . Aquéllos, en número de tres­cientos fusileros, habían enclavado la artillería del Tolú y Zapote y salido al encuentro al Comandante Chaves quien, confiado en algunas relaciones falsas, se adelantó de los cien dragones que mandaba, y fue sorprendido. Esta noticia la confirmaron en el mismo día el Capitán Paredes [66] y ayudante del Comandante Cha­ves, conductores de un oficial de artillería prisionero.

Inmediatamente ordenó S.E. saliese el Comandante Pumar [67] con algunos dragones y la compañía de Cazadores de La Guaira (campados en Alcibia), para que pasando por Turbaco destruyese las reuniones que encontrase, hasta reunirse con el Mayor Carabaño [68], a quien le fueron además algunos fusiles de Turbaco.

Día 12.—La descubierta de la plaza a lo acostumbrado. En seguida cañoneó mucho y tiró bombas el Castillo. El resto del día sin novedad. Por la tarde mandó S.E. que, quedando ocultas las guardias correspondientes, saliese la guarnición de la Popa tambor batiente; y con mucho silencio se ocultase a espaldas del edificio. Así lo hizo hasta las siete de la noche en que volvió a sus cuarteles sin que en ellos se viese una sola luz por todo el frente del Castillo.

A las ocho determinó S.E. replegase sobre Alcibia el destaca­mento de Pasacaballos.

A las diez recibió S.E. oficio del Mayor general desde Sipacoa (a donde se retiró desde Aguada de Pablo a esperar auxilios, por haber en Sabanalarga [69] una reunión de más de trescientos hom­bres con ciento y más fusiles) en que le hace presente que habién­dosele reunido ya el Comandante Fumar marcharía a contener los facciosos de Villanueva (en donde le habían preso a su ayudante Salías [70] y al ingeniero Ribas [71] que destacó con doce hombres), Manatí, Candelaria y Barrancas; y en fin, a poner en ejecución las órdenes de S.E.

Temprano se recibieron en el Cuartel General pliegos del Capi­tán Espinoza, dando cuenta de lo que queda expresado sobre el Tola y el Zapote.

Día 13.—Como siempre, salió la descubierta de la plaza, fuerte de 50 hombres entre infantería y caballería, que, creyendo la Popa evacuada, se dividieron entre el camino para ella y el de Alcibia. En cada uno de ellos había ya una partida nuestra espe­rándolos. Pero ellos temieron, pues los del camino de la Popa se volvieron de la mitad de su subida, y los de abajo se pararon en donde se juntan las dos calles del pueblo. Estos hicieron alto por un momento y contramarcharon. Cayeron sobre ellos nuestros cazadores, que por más que corrieron no pudieron hacerles otro daño que herirles dos hombres. Luego que ellos vieron presentarse a tres de los nuestros, se pusieron en fuga precipitada, y al primer tiro de nuestros cazadores corrieron también los que habían venido por el camino de la Popa: de modo que en vano les per­siguieron nuestras dos partidas; pues apenas quedaron como diez de su retaguardia que, creyéndose cortados se tiraron al Mangle, que pasaron a nado.

Luego que la descubierta de la plaza se cubrió con el Castillo, hizo éste fuego y arrojó cuatro bombas.

A la una nos tiró el Castillo dos bombas y otra a la una y media.

Desde esta hora hasta las siete no hubo más novedad que nue­ve bombas que tiró el Castillo. Se pasaba decir que esta mañana, cuando salió la descubierta de la plaza, se avistaron tres lanchas con gente de desembarco en el brazo de mar, entre el cerro de la Popa y el camino de Santa Catalina. En consecuencia, salieron para aquella parte dos compañías del Batallón de La Guaira que con su presencia hicieron retirar las lanchas, que fondearon, y con una más que se les reunió a las cinco, permanecieron en la me­dianía del brazo dicho. Hasta las nueve se mantuvieron tranquilos la plaza, el Castillo y las lanchas.

A las diez recibió S.E. oficio del Mayor general desde Turbaco, a donde se había retirado desde Villanueva después de haber des­hecho una reunión que allí había. Decía a S.E. que pensaba mar­char sobre Barrancas [72] inmediatamente para salvar la guarnición, pertrechos, etc., de Barranquilla [73] y conservar libre la navegación del Magdalena; pero S.E. le mandó llamar.

Toda la noche bombardeó de hora en hora el Castillo.

Día 14.—Salieron de la plaza dos descubiertas de infantería y caballería: la una por el camino de la Popa; y la otra, y más fuerte por el de Santa Catalina.

A las diez vino a la Popa el Mayor general [74], y las lanchas volvieron a ocupar sus posiciones de la víspera, desembarcando su gente en una de las chozas de Santa Catalina, a medio tiro de cañón. A las doce tiró cuatro bombas el Castillo.

A las tres salió el Mayor general con 250 hombres, en busca del Comandante del Zapote.

A las tres y media bajó S.E. a Alcibia y a las cuatro marchó el Comandante Fumar a tomar el mando de los dragones que esta­ban a las órdenes del Capitán Espinoza y debían reunirse al Mayor general.

A las seis estaba ya S.E. en la Popa y las lanchas conservaban la misma posición.

A las seis cuarto empezó sus fuegos el Castillo, que acompaña­das de tres cañonazos cada una, arrojó tres bombas, de las cuales metió una frente a la iglesia por la puerta traviesa.

A las siete dispuso S.E. se quemase la choza de la derecha a la entrada en el primer patio del edificio.

A las once se acercaron al Mangle de nuestra izquierda la goleta y la balandra que estuvieron haciendo fuego vivísimo toda la noche en todas direcciones.

Día 15.—A la una mandó S.E. que preventivamente por si hiciese con el día alguna fuerte salida la plaza, se acercase el campamento de Alcibia al pie de la Popa por su espalda, en donde se mantuvo sobre las armas. Al amanecer tiró dos bombas el Castillo.

A la hora de costumbre hizo la plaza su descubierta.

A las siete recibió S.E. parte de haberse retirado a Barrancas desde Barranquilla el Mayor Fernando Carabaño [75] por los con­tinuos movimientos de aquellas inmediaciones donde se conside­raba expuesto.

A las ocho mandó S.E. se retirase al campamento de Alcibia la tropa del pie de la Popa.

A las ocho media se presentó en ella un negro francés que a presencia de todos se echó al agua desde una canoa, que con tres compañeros más se acercó al Mangle por la espalda de la casa de teja de la calle de la izquierda del pueblo. Dijo que el día antes le sacaron de abordo de la goleta Culebra llegada de Jamaica en el mismo, para que tomara las armas, y otros detalles que, con la persecución que le hicieron sus compañeros que se tiraron también al agua, corriendo algo detrás de él en tierra, parecen confirmar ser dicho negro pasado como dijo él mismo; pero se creyó espía y se aseguró.

A las cinco media empezó a tirarnos bombas el Castillo, acom­pañadas de 7 cañonazos cada una. Nos tiró hasta las siete seis de las primeras, y de ellas puso una en el patio bajo la Popa.

Las lanchas conservaron su posición.

Día 16.—A las dos vinieron la goleta y una lancha al Mangle de nuestra izquierda, en donde estuvieron haciendo fuego continuo hasta las tres de la tarde.

A las siete hizo la plaza una salida de 120 hombres (sólo 12 de caballería) de sus mejores tropas por el camino de la Popa, y de sobre 200 por el de Santa Catalina, que llegaron hasta Cruz Grande; de los primeros se emboscaron 25 sobre nuestro frente a la derecha; de los segundos había 10 de caballería. Al mismo tiempo vinieron por la espalda de la Popa diez embarcaciones de guerra entre lanchas y canoas, que por el frente de Alcibia, lle­garon a tiro de fusil de la orilla. Sea que no pudiesen aproximarse más, o que las impusiesen nuestros movimientos, ellas se retira­ron algo y empezaron a hacer fuego sobre uno de nuestros Bata­llones que salió de Alcibia y se apostó entre la Popa y la orilla del mar por la espalda de aquélla. A todo esto hacían un fuego desesperado los buques de esta parte, los de nuestra izquierda y el Castillo, arrojándonos también bombas; sin que sus tiros pudie­sen dañar a los suyos que no osaron adelantarse ni aun como la descubierta diaria, aunque ésta no ha pasado nunca del medio tiro de cañón del Castillo. De nuestra parte no se hizo el menor mo­vimiento ofensivo, a pesar de que se pudo sobradamente, puesto que, además del Batallón de Honor se dispuso subiese a preven­ción Barlovento; nos mantuvimos sí a la defensiva hasta que, después de varias marchas y contramarchas insustanciales [76], se re­tiraron los de la plaza, y las lanchas de nuestra espalda, cuando cesó también el fuego de las de nuestra izquierda.

A las tres echó parlamentario el Castillo, a que se contestó; trajo aquél pliegos del señor Marimón para S.E.; y el oficial que le salió al encuentro, dos proclamas que, al pie de una banderola roja, encontró en el frente de uno de los primeros bohíos hacia el Castillo. Las proclamas no pueden estar más indecentes ni más bárbaras; su objeto es la denigración de S.E. y la de las tropas que le obedecen. El oficio ofrecía treguas para que éstas abando­nasen dentro de tres días el punto de la Popa, y dentro de 13 la Provincia de Cartagena, retirándose a Ocaña [77], en cuya marcha no serían en manera alguna incomodadas.

A las cuatro media empezó el fuego de la goleta de nuestra izquierda sobre el campamento de Alcibia, e individuos que se dirigían a él y subían a la Popa.

A las cinco bajó S.E. a Alcibia, dejando a la vista, ya muy cerca de la plaza, dos embarcaciones, cuyo pabellón aún no se había distinguido.

A las cinco cuarto se le dio parte de ser dos goletas de guerra españolas, con bandera parlamentaria.

A las cinco media echaron las goletas, por Santo Domingo, un bote en tierra con dos hombres que salieron a recibir como 25 y todos se entraron a la plaza, después de algunos minutos de con­versación y señales de intimidad.

A las seis arboló la plaza su pabellón en Santo Domingo, a tiempo en que las goletas que iban en vuelta de fuera estaban bastante retiradas.

A las seis media tiró un cañonazo Santo Domingo y se diri­gieron hacia él los buques españoles.

A las seis media subió S.E., y justamente incómodo, no sólo por los anteriores tiros de la goleta y lanchas, sino por los que le hicieron a su subida, de cuyas resultas habiendo pasado una bala muy cerca de su caballo, se espantó éste y se lastimó S.E. la cara con un ramo, mandó se arriase nuestra bandera parlamentaria que, como la del Castillo, se mantenía izada. Inmediatamente hizo aquél fuego, continuando siempre el de los buques; el primero nos tiró tres bombas desde las seis media a las siete.

Es de advertir que las lanchas de nuestra espalda se quedaron todo el día en las islas que hay en ella.

En la tarde de este día salió de Alcibia el Mayor Torres [78] con 60 hombres, y orden de hacer noche en Cospique, de pasar en el siguiente a Pasacaballos y de allí a Turbaco, en donde debía per­manecer hasta nueva disposición.

Día 17.—Los fuegos de las embarcaciones de una y otra parte fueron vivos al amanecer. Las goletas españolas no amanecieron a la vista. No hizo descubierta la plaza, pero mandó parlamentario que desde las cinco media estuvo esperando en los primeros bohíos de la Popa, que le fueran al encuentro como se hizo luego que se le descubrió. Trajo pliegos para S.E. del señor Marimón, el que le incluía copia de las declaraciones que habían dado los dos hombres que echaron en tierra la víspera las goletas españolas. Por ellas se vio que los samarios se aproximaban con 1.400 hombres, y que por el día 17 debían hacer su desembarco en el Suán [79] para atacar en seguida al General Bolívar que sabían sitiando a Cartagena; a quien, según el señor Marimón, ofrecía el Gobierno de Santa Marta auxilios contra dicho General, siem­pre que jurase al rey sometiéndosele; y que de no hacerlo se aguar­dase a ver invadido su territorio y saqueadas y quemadas sus poblaciones.

No dijo el señor Marimón cual fue la respuesta que dio (o acuerdo que hizo) el Gobierno de Cartagena a proposiciones de semejante naturaleza; pero sí repitió su orden del día anterior de retirarse a Ocaña, insistiendo sobre la necesidad, como él decía, de verificarlo sin pérdida de tiempo. S.E. dio contestación con el mismo parlamentario que la esperó.

A las cuatro venía sobre el puerto una goleta con bandera de Cartagena. A las cinco volvió de la plaza otro parlamentario con respuesta al oficio de S.E. de por la mañana; aquélla no contenía más que una repetición de las anteriores; S.E. no dio contestación. El Cas­tillo no hizo fuego en todo el día, pero sí las lanchas.

Día 18.—La noche se pasó en la mayor tranquilidad, la des­cubierta de la plaza fue muy diminuta, y del mismo modo que la del día anterior, se entretuvo en recoger marranos y leña en las chozas de la Popa; los primeros los mataban y repartían allí mismo. Lo propio hacían, validos unos y otros de la tregua o suspensión de armas, algunas partidillas de hombres y mujeres. Hasta las diez no habían hecho fuego ni la plaza, ni el Castillo, pero los de las embarcaciones del costado izquierdo y espalda de la Popa no habían discontinuado.

A las once fue a la plaza un parlamentario proponiendo al señor Marimón una entrevista.

A las tres contestó estar conforme y que bajase S.E. a las cinco, a la casa de Juan Jesús García, frente al Castillo por la izquierda.

A las cuatro fue con otro pliego para el señor Marimón un edecán de S.E. y tanto en aquél como por éste de palabra, se decía a dicho señor que se fijase un término medio para la entrevista propuesta. Fue ésta convenida en una de las casitas que están en la confluencia del camino que baja de la Popa con la calle del pueblo. El señor Marimón, además de haber enviado al Excmo. señor Capitán general la contestación del Gobierno de Cartagena al de Santa Marta, habló largamente con el edecán de S.E., el que dijo parecía el señor Marimón muy dispuesto a una composi­ción, pues se le expresó en términos que lo indicaban. Con todo, el fuego de nuestra espalda e izquierda no cesó; y a pesar de haber el señor Marimón estado hablando con el edecán Báez [80] en la casa dicha de Jesús García, junto al Castillo, y de estar izada la bandera parlamentaria en una y otra parte, salió de la plaza una no acostumbrada descubierta que, descarada e impunemente se adelantó más que de ordinario, exponiéndose a que nuestras avan­zadas le hubiesen hecho fuego; bien que ellos estaban ciertos de lo contrario.

Día 19.—La noche se pasó sin novedad.

A las seis salió la descubierta de la plaza, y poco antes habían comenzado a cañonear la Popa los buques de su espalda y de su izquierda, lo que obligó a S.E. a mandar arriar nuestra bandera parlamentaria que aún estaba izada.

A las siete despachó S.E. un parlamentario con pliegos para el señor Marimón, en que le hacía presente la irregularidad de la conducta de la plaza, y previniéndole que no bajaría a la entre­vista hasta que ella no mandase cesar absolutamente todos sus fuegos. La respuesta fueron bombas del* Castillo y un cañoneo el más seguido y más multiplicado que nunca. En todo el día no hubo novedad; el cañoneo y bombardeo fue terrible de todas partes; y el Castillo nos metió una bomba y más de 15 balas.

Día 20.—La descubierta de la plaza a lo ordinario. A las siete comenzaron los fuegos de las embarcaciones y a las ocho los del Castillo.

A las once fue a la plaza con parlamentario la correspondencia del interior; no se ofició a nadie. Hasta las ocho por la noche no hubo novedad. Los fuegos de los contrarios no cesaron en todo el día. En él nos metieron porción de balas y dos bombas, de las cuales una en la iglesia, que rompió una pierna a un soldado.

Día 21.—Después de la descubierta de la plaza dieron prin­cipio los fuegos de ella por todas partes.

A las diez vino oficio del Mayor general desde Mahates [81], fe­cha 20, en que dice haberse retirado allí desde el Carmen [82], hasta donde fue persiguiendo al Comandante Narváez [83], sin que éste quisiese presentarle acción ni sostenerse en aquel punto, aunque cuando llegó a él aparentó atrincherarse; que en dicho punto recibió el oficio de S.E. en que le ordenaba no atacase al Coman­dante Narváez, si aún no lo había hecho, y sí que tratase de componerse con él como lo estaba haciendo el Cuartel General con la plaza; que en consecuencia ofició al Comandante Narváez sobre el particular y contramarchó sobre Mahates a esperar nuevas órdenes de S.E. y con el fin de atender con su tropa a donde fuese necesario; pareciéndole que el Mayor Carabaño debía, en lugar de replegar a Mahates, marcharse desde Barrancas [84] al Yucal [85], con el ánimo de que no fuese sorprendido por Narváez, priván­donos la comunicación con el Alto Magdalena [86].

A las doce se recibió otro oficio del Mayor general, fecha 21 en Mahates, en que incluía uno fecha 19 del Comandante Cortés [87], encargado de la División de Cartagena en Sabanas y que debía obrar contra este ejército. Por él se ve en respuesta al del Mayor general, que el oficial que llevó el oficio de éste fue hecho prisio­nero por Cortés y enviado a Cartagena; que aunque él tenía orden de su Gobierno para obrar también sobre el Magdalena contra el enemigo común, no la tenía de tratar con las tropas del General Bolívar, y que si era así lo que se le anunciaba por el Mayor general, el resultado sería comunicado a uno y otro por sus con­ductos respectivos; en cuyo caso, siendo aquél como era de desearse, se abrazarían todos, se unirían y marcharían contra los realistas. Con todo, que si el Mayor general iba a repeler los enemigos, no sería molestado en sus marchas; pero que si se adelantaba de San Jacinto [88] miraría como una felonía cuanto hasta entonces se le había dicho por parte nuestra. Inmediatamente ofició S.E. al Mayor general diciéndole que los tratados se habían roto desgraciadamente por parte de la plaza, pero que esperaba que luego que se hubie­sen cansado de hacernos fuegos, se abrirían de nuevo; que mientras tanto marchase a cubrir la línea, salvando cuanto había en Barranquilla y sin perder de vista a los enemigos, ni descuidar los movimientos de Cortés y de los pueblos; auxiliando oportunamente este Cuartel general en el caso de saberlo atacado por alguno de ellos.

El fuego continuó vivísimo de todas partes hasta las ocho, y el Castillo nos metió una bomba en uno de los cuartos del patio bajo en la Popa, que rompió un brazo a un soldado. Muchas balas ca­yeron dentro que, con varias bombas que reventaban al caer, hi­cieron bastante estrago en el edificio, pero que no lastimaron a nadie.

Día 22.—Toda la noche, como en la anterior, nos hicieron fuego de todas partes, pero principalmente el Castillo, que nos bombar­deaba y cañoneaba de hora en hora.

La descubierta de la plaza no fue de ninguna consideración. De las siete a las ocho hizo bastante fuego el Castillo; los bu­ques no discontinuaron el suyo en todo el día.

A las diez vino parlamentario de la plaza con pliegos del señor Marimón para S.E., a quien se mandaba de nuevo retirar, con amenazas del General Castillo [89] contenidas en oficio del Gober­nador de la Provincia [90] a dicho señor Marimón, que lo pasó a S.E. en copia. S.E. no dio contestación.

A las cinco se presentaron al galope, en los bohíos de la Popa, y continuaron hasta donde se aparta el camino para ella, cuatro oficiales, siendo uno de ellos el Gobernador Montilla [91]. Empezaba éste a decir algo a los de arriba, cuando se les hicieron tres tiros de fusil y retrocedieron al momento; se detuvieron un instante en los últimos bohíos a la izquierda, de la calle de la derecha, y luego se marcharon. Inmediatamente volvió el Castillo a tirar co­piosamente, y también diez bombas, de las que nos metió dos; siguiendo sus fuegos hasta las ocho.

A las nueve apuraron los suyos las lanchas de la espalda de la Popa bastante inmediatas a la orilla, con indicios de alguna ten-tativa, pues ellas, las de nuestra izquierda y el castillo tiraron cohetes; pero todo no fue más que apariencia.

Día 23.—No hubo novedad en la noche. El Castillo no hizo fuego; poco las embarcaciones.

La descubierta de la plaza como la del día anterior. Nada particular en la mañana, además de los fuegos del Cas­tillo y buques, que no fue muy seguido.

A las once fue S.E. a Turbaco y, en contestación a un oficio del Mayor general que aún se hallaba en Mahates, le dio órdenes relativas a sus operaciones.

A las cinco se pusieron en movimiento, con dirección a Bocachica, un gran número de bongos y canoas, y venían hacia el puerto dos más por la Boquilla y Santo Domingo.

Las lanchas de nuestra espalda están en movimiento día y no­che, pero no abandonan su posición; cuando más, llegan hasta cerca de la Boquilla.

A las seis comenzó a tirar el Castillo, continuando con balas y bombas hasta las siete.

A las diez llegó de Turbaco S.E. a quien hicieron fuego las embarcaciones, tanto a su ida como a su venida.

Día 24.—Por la noche tiraron considerablemente las embar­caciones y el Castillo, arrojando también algunas bombas.

La descubierta de la plaza se compuso de veinte hombres de a pie y a caballo, que no hicieron más que lo de costumbre.

A las diez fue a la plaza un parlamentario.

* De copia de época coetánea. En el Archivo del Libertador, Vol. 22, folios 189-204 se conserva la copia del Diario de las operaciones, escrito de letra no identificada. Está formado de dos secciones: en la primera (fo­lios 189-198) se comprende desde los días 27 de marzo al 13 de abril y termina a mitad del folio 198-v°. A partir del folio 199, encabezado con el rubro: "Sigue el Diario del ejército", se inicia con el mismo día 13 y se repiten las dos primeras líneas con que terminaba la primera sección. La segunda sección lleva además la indicación de: "Duplicado". Sigue hasta el folio 204-v° y da la impresión que el diario correspondiente a la última fecha (24 de abril) no está terminado. Debe haberse elaborado en dos etapas distintas por cuanto que en el oficio que Bolívar dirige al Secretario de la Guerra con fecha 14 de abril (véase Doc. N° 1.268) se refiere a la primera sección de este diario que finalizaba precisamente el día 13 de abril.

Notas

[1] Turbaco. Población, como se ha dicho anteriormente, cercana a Cartagena.

[2] Ternera. Lugar situado entre Turbaco y el cerro de la Popa.

[3] Tejar de Alcibia, mencionado más adelante como "Tejar" simple­mente. Caserío cercano al cerro de la Popa.

[4] El cerro de la Popa, frente a Cartagena.

[5] Castillo de San Felipe de Barajas, en Cartagena.

[6] Es decir, la segunda compañía del Batallón Barlovento.

[7] Pedro Briceño Méndez.

[8] Manga es hoy un sector residencial de Cartagena.

[9] Es posible que se refiera a los manglares de las orillas de la La­guna (o ciénega) de Tesca, descrita así en un mapa de Cartagena y su región hecho en 1776 por el Ingeniero Antonio de Arévalo: "Ciénega de Tesca, a la salida de la ciudad, por cuya orilla sigue el camino de Tierra Adentro".

[10] Juan Marimón.

[11] Existe una población denominada Santa Catalina, situada a unos 35 Kms. al nordeste de Cartagena. Sin embargo, la playa citada debía de hallarse más cerca de Cartagena, casi en las inmediaciones de la plaza.

[12] Cospique. Lugar de las cercanías de Cartagena.

[13] Domingo Pumar.

[14] Pasacaballos. Véase la nota 18 del Doc. N° 1.262.

[15] Entre los varios oficiales de apellido Figueroa que figuraban en­tonces en el ejército no ha sido posible precisar su identidad.

[16] Santa Rosa. Población del actual Departamento de Bolívar.

[17] Villanueva. Población del actual Departamento de Bolívar.

[18] Mariedo. Este apellido aparece claramente escrito así. ¿Será un error de amanuense, por "Madiedo"? Como se sabe, varios notables hijos de Cartagena llevan este apellido.

[19] Andrés Linares. Véase la nota 19 del Doc. N° 1.255.

[20] El castillo de Bocachica, uno de los que defendían la rada de Cartagena.

[21] En lo alto del cerro de la Popa existía entonces un convento, del cual se conservan hoy imponentes ruinas. Allí se alojaba el Libertador con su Estado Mayor.

[22] Josef Martín. Nada hemos logrado precisar acerca de su identidad.

[23] Tomás Montilla.

[24] Mariano Montilla. Su título de Gobernador (militar) de la plaza de Cartagena no debe confundirse con el del Gobernador del Estado. Este último era Juan de Dios Amador. Por otra parte, el General en Jefe del Ejército sitiado en Cartagena era el Brigadier Manuel del Castillo y Rada.

[25] Tolú. Población del Departamento de Bolívar.

[26] Lorica, que pertenecía entonces a la Provincia de Cartagena, es hoy un Municipio del Departamento de Córdoba, en Colombia.

[27] El Subjefe de Estado Mayor de las fuerzas de Cartagena, Juan Sal­vador de Narváez.

[28] Santiago Mariño.

[29] Se refiere a Tomás Montilla.

[30] Albornoz, punto de las cercanías de Cartagena.

[31] Sic. Se refiere al militar irlandés al servicio de la República, San­tiago Stuart, quien participó activamente en las luchas de Cartagena por su independencia hasta alcanzar el grado de Teniente Coronel. Uno de los defensores de la plaza contra el Libertador y luego contra el General Mo­rillo, logró emigrar en diciembre de 1815, pero fue apresado por los realistas en las islas del Rosario, y conducido a Cartagena, juzgado y condenado a muerte, fue ejecutado en febrero de 1816. Tenía, al parecer, 28 años.

[32] Miguel Carabaño.

[33] La isla de Curazao, frente a las costas de Venezuela.

[34] El militar escocés al servicio de la Independencia Gregor MacGregor. Véase la nota 6 del Doc. N° 630, en la Correspondencia Oficial.

[35] Santo Domingo. Alude a uno de los puntos del perímetro defensivo de Cartagena.

[36] Manuel Cortés Campomanes.

[37] Santa Catalina. Uno de los baluartes que defendían la plaza de Cartagena.

[38] "El Castillo", por antonomasia, era el de San Felipe de Barajas, mencionado en la nota 5 ut supra.

[39] Luis F. de Rieux. Véase la nota 1 del Doc. N° 121, en la Correspondencia Oficial.

[40] Mariano Montilla.

[41] Aquí hay un espacio en blanco, en el cual debía ponerse el nom­bre de otra persona.

[42] José Félix Ribas. Véase la nota 3 del Doc. N° 127, en la Correspondencia Oficial.

[43] La Guaira. Véase la nota 1 del Doc. N° 16, en la Correspondencia Personal.

[44] El jefe realista Juan Manuel de Cagigal. Véase la nota 4 del Doc. N°304, en la Correspondencia Oficial.

[45] Barinas. Véase la nota 10 del Doc. N° 193, en la Correspondencia Oficial.

[46] Santa Marta. Véase la nota 2 del Doc. N° 1.101.

[47] Río Hacha, o Ríohacha, es hoy la capital de la Intendencia de La Guagira, en Colombia.

[48] Domingo Mesa.

[49] Miguel Carabaño.

[50] Manuel del Castillo y Rada.

[51] Mariano Montilla.

[52] Florencio Palacios

[53] Cárcamo: nada se ha logrado precisar sobre este oficial.

[54] Se había escrito primero: "hizo saludo de cañonazos", y se corrigió luego encima.

[55] Tomás Montilla.

[56] Josef Martín.

[57] Miguel Carabaño

[58] San Estanislao. Lugar de la región de Cartagena

[59] Debe referirse al oficial venezolano J. Florencio Luzón, quien como Capitán acompañó al Libertador en Bogotá varias veces a comer en casa del prócer Luis Girardot. Luzón quedó inválido, y consta que como tal vivía en Caracas en 1826, cuando escribió un soneto en honor del Libertador

[60] Francisco de Paula Alcántara.

[61] Juan Marimón.

[62] Florencio Palacios.

[63] Bartolomé Chaves o Chávez.

[64] Aquí seguían las palabras "el Mamón" que se encerraron en un paréntesis, como queriendo el amanuense suprimirlo por tratarse de un error.

[65] Posiblemente el mismo oficial Carlos Espinoza, o Espinosa, men­cionado en el Doc. no 1.255, nota 16.

[66] Capitán Paredes. Es difícil precisar de cuál de los varios oficiales de ese apellido (José Antonio, José de la Cruz, etc.) se trate.

[67] Domingo Fumar.

[68] Miguel Carabaño.

[69] Sabanalarga es un Municipio del actual Departamento del Atlántico, como las poblaciones de Manatí y Candelaria citadas más abajo

[70] Probablemente Juan Salias

[71] Probablemente el Marcos Rivas, o Ribas, a quien se refiere la nota 15 del Doc. N° 1276

[72] Barrancas. Véase el Doc. N° 1246.

[73] Barranquilla. Es posible que se refiera a la actual capital del De­partamento del Atlántico (Colombia), que no tenía entonces la impor­tancia que luego llegó a alcanzar como centro poblado

[74] Miguel Carabaño.

[75] Fernando Carabaño. Véase la nota 1 del Doc. N° 1.034.

[76] Está tachada la palabra: "les".

[77] Ocaña. Véase la nota principal del Doc. N° 117 en la Correspondencia Oficial.

[78] Probablemente el Mayor Pedro León Torres. Véase la nota 10 del Doc. N° 1255.

[79] Suán. Municipio del actual Departamento del Atlántico, en Colom­bia, situado a unos 75 Km. en línea recta al Sur de Barranquilla. Es puerto fluvial del Magdalena

[80] Luis (o Luis Lorenzo) Báez

[81] Mahates. Población de la región de Cartagena.

[82] El Carmen (o El Carmen de Bolívar, como hoy se le conoce). Municipio del Departamento de Bolívar, en Colombia, situado a unos 40 Km. en línea recta al oeste de Zambrano

[83] Juan Salvador de Narváez.

[84] Barrancas. Véase la nota 72 ut supra.

[85] El Yucal. Véase la nota principal del Doc. N° 1.244.

[86] Es decir, río arriba, hacia Mompox y Honda.

[87] Manuel Cortés Campomanes.

[88] San Jacinto. Población del actual Departamento de Bolívar, a unos 10 Km. al norte de El Carmen.

[89] Manuel del Castillo y Rada.

[90] Juan de Dios Amador.

[91] Mariano Montilla.

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