Ciudadano Secretario de la guerra.
La correspondencia que tenía preparada para el Gobierno general, y que fue remitida el 21 del corriente, supe que en el tránsito de Arjona [1] a Mahates [2] fue interceptada por una partida que al intento estaba allí escondida. De aquí había salido escoltada, y yo había dado orden de que así siguiese hasta Barrancas [3]; pero hubo descuido en el Comandante de Turbaco [4], y en el mismo correo.
Si la razón, la justicia, y la buena fe tuviesen algún valor en Cartagena, me alegraría de la interceptación de esta correspondencia, y esperaría que su lectura produjese algún buen efecto en los ánimos de aquella gente. Pero su obstinado encarnizamiento ha llegado a punto que son necesarios medios más eficaces. Ahora tengo el honor de incluir a V.S. copias de dos oficios del señor Marimón [5], fechados el 22 del corriente, y mi contestación a ellos. Casi bastan ellos solos para probar nuestras intenciones. El señor Marimón, desentendiéndose de mis oficios anteriores, de la entrevista propuesta, de todo, sólo insiste en que desocupe esta Provincia, añadiendo a las onerosas y degradantes condiciones que antes me impuso, la de que se me manda hacerlo en momentos en que esta Provincia está amenazada de un ataque próximo de los Samarios [6], y en que cinco o seis mil españoles, inútiles ahora en Venezuela, van a hacer la guerra a la Nueva Granada. Créame V.S. que al ver que Cartagena con todos sus morteros y cañones no puede echar de la Popa, ni causar el menor daño a doscientos hombres que ella detesta, no sé, no sé como interpretar semejante orden de un modo que no sea indecoroso a su autor.
Tengo la mayor confianza en la rectitud e imparcialidad del Gobierno [7] al juzgar de mi contestación al señor Marimón. ¿Qué otro medio más pacífico y más decoroso podía yo adoptar para dar término a la anarquía de esta Provincia y evitar su completa ruina? Porque, esté V.S. cierto de que es necesario que yo lo haga todo, pues las órdenes del Gobernador [8] son las más destructoras. ¿Creerá V.S. que no contento él con la multitud de guerrillas que ha mandado levantar, ha enviado partidas a quemar los puebles que, como Mahates, prefieren la paz a tomar parte en guerra tan escandalosa? Por fortuna sólo dos casas de aquel pueblo fueron destruidas, porque un destacamento que yo tenía allí contuvo el incendio, y porque el fraile incendiario huyó despavorido.
Los correos que han bajado del interior han seguido a la ciudad; pero hasta hoy ninguno había sido despachado de allí por esta vía. ¿Se juzgará quizás que esto sea un principio de reconciliación, debido a mi oficio de hoy al señor Marimón? Yo lo dudo mucho; pues el correo, las bombas y las balas, todo sale a un tiempo, y éstas han continuado como de ordinario.
Cortés [9] continúa levantando guerrillas que se acercan a Mahates y a Barrancas; por la costa se están formando otras que se aproximan a Santa Rosa [10], y que tal vez dirigen sus miras a mi hospital, que está en Turbaco. Si Cartagena rehusare aún toda composición, yo procuraré guardarme de ellas y escarmentarlas.
En la copia del oficio de Castillo [11] al Gobernador Amador [12], que acompaña a la copia de el del señor Marimón, verá V.S con cuanta capciosidad y falsedades se niega el armisticio, que ellos quebrantaron con sus fuegos. ¡Qué! la etimología de la voz y su antiguo y universal sentido, ¿no prueban que es una cesación de hostilidades? El no niega que los pabellones blancos estaban flameando desde el día anterior; y ¡qué! ¿se habían izado sólo para servir de blanco a los tiros de las lanchas? ¡Qué necedad! ¡Qué mala fe!
Dios guarde a V.S. muchos años.
Cuartel General de la Popa, abril 24 de 1815.—5°.
SIMÓN BOLÍVAR [Nota al margen:] Contestado según el acuerdo de 27 de mayo de 1815.
* Del original. Archivo del Libertador, Vol. 22, folios 187-188. La firma y rúbrica de Bolívar son autógrafas. El cuerpo del documento es de letra de José Rafael Revenga, la nota marginal es de amanuense no identificado.