Duplicado.
Ciudadano Secretario de la guerra del Gobierno general.
Seis días se pasaron antes de que el señor Marimón [1] contestase a mi oficio de 11 del corriente, de que incluí a V.S. copia con mi oficio del 14. Al comparar este silencio con la substancia y estilo de mi oficio; al ver que desistiendo de todas mis anteriores demandas, ya sólo les pedía paz y amistad para ir a defender esta misma Provincia de los enemigos que la amenazaban, o perecer en la contienda por falta de las armas y municiones que se me negaban tan obstinadamente, me confirmé en mis juicios anteriores, y concluí que se odiaba a mis tropas más que a las españolas.
Luego vino a mis manos una proclama del Gobernador [2] de 12 del corriente, en que, después de haber recibido e instruídose de mi única demanda, su amistad, sólo ofrece a mí y a mi ejército guerra y exterminio. Tengo la honra de acompañar a V.S. para conocimiento del Gobierno, una copia impresa de dicha proclama, y otra de Castillo [3], según se dice, firmada el Patriota. ¿Merecen por ventura mis tropas tan inicuo tratamiento? Hombres consagrados enteramente al bien de la Patria, y que no tienen al presente más ambición, ni esperanzas de otra recompensa que la salvación de la Nueva Granada, ¿merecen acaso los títulos que se dan a los más famosos criminales?
Por fin el 16 recibí un oficio del señor Marimón, y el 17 por la mañana otro. Por las copias de ellos, que van inclusas, verá V.S. cuan duros y humilladores son. Se me priva en ellos de la empresa que me confió el Gobierno general; se me dan otras órdenes degradantes con respecto al mando del ejército; se me echa de la Provincia; se me indica la ruta precisa que ha de seguir mi ejército; aun se me señalan los días que he de emplear en las marchas; y sin atender a la falta de buques y principalmente de bogas, se me impide detenerme más que días señalados, y eso en tal o cual parte.
Mil motivos de reflexión, mil consideraciones de toda especie debían dirigir mi conducta, y por la copia inclusa de mi oficio del 17 del corriente, verá V.S. los términos en que creí debía contestarle. Con la misma fecha me dirigió el señor Marimón otro oficio ofreciéndome que no se me hostilizaría desde la plaza, cuando me hubiese retirado. Continuar la correspondencia de tal modo, habría sido no querer terminarla; convidé, pues, al señor Marimón a una entrevista tantas veces propuesta; y por la copia de mi oficio de 18 y la del suyo de la misma fecha, verá V.S. los motivos que la hacían necesaria y su contestación. Como me citaba para vernos en la casa más próxima a la ciudad, situada al pie de la subida al Castillo [4], por fuera del camino cubierto, le propuse que variase el lugar, según verá V.S. por mi segundo oficio del mismo día 18; y él convino con mi edecán Báez [5] que se efectuaría en otra casa,y que se dejaría para el día siguiente.
Me preparaba a ella; me felicitaba de que iba ya a terminarse tan escandalosa contienda, y desde la tarde anterior estaban flameando nuestras banderas de paz. Pero la suspensión de los fuegos del Castillo era compensada muy bien por el incesante tiroteo de las lanchas. Era ya llegada la hora de la entrevista y mi bandera de paz, este signo respetado aún por los pueblos más salvajes, y en las contiendas más encarnizadas, sólo servía de blanco al fuego de las lanchas de ambos costados. Creí que no debía ser por más tiempo espectador indiferente de la violación del más sagrado derecho; y que antes de bajar a hablarle, debía cesar esta infracción tan escandalosa. Con este objeto le dirigí un oficio, fecha 19, del cual también encontrará V.S. una copia. ¿Creerá V.S. que la cesación de fuegos tan criminales y tan poco correspondientes a nuestras circunstancias, a nuestras necesidades, y al objeto en cuestión, fuese la consecuencia de mi oficio? V.S. juzgará por lo que debía ser; pero apenas se había recibido mi oficio, cuando vinieron al Castillo los Brigadieres Castillo [6] y Anguiano [7], y sin más contestación ni explicaciones de ninguna especie, renovaron desde el Castillo [8] y de las lanchas un fuego seguido de morteros y cañones, que hasta el presente ha tenido muy pocas y cortas interrupciones.
No sé qué haya podido moverlos a esta retrogradación, ni cuándo haya ocasión de renovar las negociaciones. Una casualidad, una noticia desagradable, o el paso de esta primer furia, los moverá a ello; yo por mi parte no dejaré pasar inútilmente la menor oportunidad. Entre tanto, los males de todo género crecen en la plaza, por confesión del señor Marimón se han exportado [9] ya sobre cien personas; y es indisputable que el mismo señor Comisionado está gobernado por el partido predominante en la ciudad, pues que él mismo confesó a Báez que cansado, había tomado ya pasaje en un buque de guerra inglés, pero que no lo habían dejado ir. ¡Cuan distinto es su lenguaje cuando se consigue hablarle separado de ellos!
Las guerrillas de que hablé a V.S. en mi oficio de 13 del corriente, se han disminuido en mucho. Las de San Estanislao [10] y Villanueva [11], comandadas por dos españoles, han sido batidas por una partida que llevó al efecto el Mayor General [12]; y según me ha informado éste, ningún habitante ni contendiente recibió la menor injuria ni daño fuera del combate; aquellos pueblos están ya tranquilos. El Mayor General siguió luego a encontrar a Narváez [13], que con fusiles y pertrechos que llevó de Cartagena, ha sido destinado a levantar el partido de Sabanas contra mi ejército; pero habiendo recibido un oficio mío en que le anunciaba la transacción, le pasó mi oficio original a Narváez, y se retiró sin haberle hecho la menor hostilidad, a pesar de que estuvieron casi a las manos [14].
Tengo la honra de acompañar a V.S. para conocimiento del Gobierno general, la continuación del diario de operaciones de mi ejército. Hasta el presente no he servido más que de blanco a los fuegos de la plaza; no he hecho un movimiento hostil, sino el de defenderme, cuando se me ha atacado muy de cerca. Pude haber colocado aquí gruesa artillería para contrarrestar a sus fuegos, y no he empleado esta arma sino para indicar parlamentos. He devuelto todos los prisioneros que han caído en mi poder; ellos no han devuelto uno, y el Capitán Marcos Rivas [15] ha sido asesinado en Villanueva. Yo no he pasado por las armas un solo individuo; y hasta los españoles que he tomado los he puesto en libertad, siendo uno de ellos el Teniente Coronel Palacio [16], y otro un paisano; ellos han perseguido de un modo espantoso hasta los prisioneros que he devuelto, porque refieren mi conducta moderada. Se habla de vejaciones en las haciendas; es falso, y sólo es cierto que se ha enviado a buscar ganados casa de los ciudadanos Amador [17], Céspedes y tres españoles más que andan prófugos; todos estos individuos son tan enemigos de la causa como Boves [18]. Sin embargo estoy determinado a pagarles, cuando se establezca la buena inteligencia. En una palabra, el Gobierno general no podrá persuadirse cuantos crímenes ha cometido la facción de Cartagena contra el derecho de gentes, contra la Unión, contra mi ejército y contra mi persona. Hostigado de un sufrimiento sin ejemplo en los anales del universo, pues el santo Job no ha sido más paciente que yo, he dicho al fin que si la perfidia ha de continuar, es mejor castigarla que tolerarla.
Creo que debo a la razón, a la justicia, al honor del Gobierno, del ejército y de la sociedad, la punición de tan abominables atentados; pero estoy resuelto a no hacer nada, sino padecer más aún, porque no se me culpe de partícipe en las desgracias que afligen a la Nueva Granada. Por ella he venido aquí; por ella iré al suplicio; y por ella sufro las humillaciones más degradantes.
Dios guarde a V.S. muchos años.
Cuartel General de la Popa, abril 21 de 1815.—5°.
SIMÓN BOLÍVAR.
[Nota al margen: Contestado según el acuerdo de 27 de mayo de 1815.
* Del original. Archivo del Libertador, Vol. 22, folios 176-179- La firma y rúbrica de Bolívar son autógrafas. El cuerpo del documento está escrito de puño y letra de José Rafael Revenga. La nota marginal es de amanuense no identificado.