Señores de la Comisión del Supremo Congreso de la Nueva Granada. Tengo el honor de incluir a V.SS. los adjuntos papeles que contienen una carta del Capitán General de Venezuela Domingo de Monteverde, otra del isleño [1]] Yáñez, Comandante de Guasdua-lito, y a más las declaraciones dadas por los Capitanes [2]] prisioneros en la acción del día 2.
Por el oficio de Yáñez a Tízcar [3]] y las declaraciones de los prisioneros, verán V.SS. las fuerzas con que los enemigos pretendían atacarnos, que seguramente habrían sido suficientes para destruir las mías, si me hubiese quedado en la inacción y no hubiese intentado tomarlos por la espalda, como lo hice. Quinientos hombres, de que se componía el grueso de mi ejército cuando adelanté mis marchas a Mérida, no habrían podido resistir el ataque de 3.000 que entre los de Carache, Correa y Tízcar, obrando por diversos puntos contra mí, me obligaban a dividir mis débiles fuerzas, para impedir ser cortado. Sólo la celeridad para moverme, la actividad para formar y disciplinar nuevos cuerpos de milicias, y sobre todo, un plan bien combinado de operaciones, ha podido salvar al ejército y a la Nueva Granada, de ser envueltos en la ruina que tan de cerca les amenazaba. Pero ya el horizonte se ha despejado y ya se descubre un otro aspecto de la presente campaña.
Las fuerzas únicas que había en Venezuela, en que fundaban sus esperanzas los tiranos, han sido del todo deshechas con la acción [4]] del glorioso día 2, y la ocupación por mí de su Cuartel General [5]]; no nos queda por destruir sino un miserable grupo de hombres que sin disciplina [6]], sin Jefe y aun sin armas, ha juntado el isleño González en el Tocuyo, y que a esta fecha puede haber sido batido por la División de retaguardia, a cuyo Comandante [7]] se lo he ordenado así. Tampoco sé haya sido dispersa la tropa que Yáñez manda; pero estoy seguro que lo será por sí misma, o que lo conseguirá el Comandante de la vanguardia [8]] que ha salido de este Cuartel General con objeto de cortarlo. Logrado esto, podremos marchar hacia Caracas, sin encontrar fuerza alguna de consideración que se nos oponga.
El mismo Monteverde dice a Tízcar en su oficio que hemos interceptado, que no tiene con qué impedirnos la ocupación de todo el interior, y que su sola esperanza estaba en la división que debía salir de aquí, y en los cortos trozos que pudiera acantonar en San Carlos; la primera se le ha frustrado del todo, y en la segunda no creo permanezca mucho tiempo, pues nuestras tropas deben apoderarse bien pronto de aquella Villa. Así, pues, no podemos dudar de que la campaña será concluida brevemente, Venezuela restaurada y la libertad de la Nueva Granada asegurada.
Espero que V.SS., para guardar mi retaguardia, me dirijan a la mayor brevedad el parque que ha quedado en esos Valles [9]], con los oficiales y tropas que se retuvieron ahí; pues no creo haya que temer por esa pane, y en el ejército pueden serme de grande utilidad.
Dios guarde a V. SS. muchos años.
Cuartel General de Barinas, julio 10 de 1813.
SIMÓN BOLÍVAR.
*Archivo del Libertador, correspondencia oficial, folios 200-201. Del original, escrito enteramente de puño y letra de Vicente Tejera, salvo la firma y rúbrica que son autógrafas del Libertador. Los anexos a que se refiere en el texto son oficios de Domingo Monteverde, fechado en Caracas el 24 de junio de 1813, y de José Yáñez, fechado en Guasdualito el 29 de junio de 1813, que figuran en copias, escritas de puño y letra de Tejera y autenticadas en Barinas con fecha 10 de julio por Pedro Briceño Méndez como Secretario. Constan en el mismo legajo, folios 202 y 203. Están publicados en O’Leary, Memorias, correspondencia oficial, p. 294-295. Acerca de la Comisión del Congreso a la cual va dirigido este oficio, véase la nota 1 del doc. N° 199.