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DOCUMENTO 1275. NOTA DE COMENTARIO, PROBABLEMENTE DEL LIBERTADOR SIMÓN BOLÍ­VAR, PUESTA AL PIE DE LA COMUNICACIÓN DEL BRIGADIER MANUEL DEL CASTILLO AL GOBERNADOR DEL ESTADO DE CARTAGENA, JUAN DE DIOS AMADOR, FECHADA EL 19 DE ABRIL DE 1815 EN EL CUARTEL GENERAL DE CARTAGENA*

Nota.—Todo lo subrayado es falso. Por lo que hace a la descu­bierta de caballería, es cierto que no podía considerarse como una hostilidad, si desvergonzadamente y validos del parlamento, no se hubiesen casi introducido en nuestro campo. También es falso lo que se dice de las embarcaciones de la plaza; las de nuestra espalda no ven o descubren, a la verdad, más que nuestra bandera parlamen­taria; pero las de nuestra izquierda descubren la del castillo tan bien, como nosotros en la Popa. A lo demás se dará la interpreta­ción que merece.

Anexo

Excmo. señor Gobernador del Estado.

Excmo. señor:

El oficio del General Bolívar a S.E. el señor Presidente del Congreso, que se me remite para informar sobre su contenido, es como todos los de aquel Jefe, un agregado de falsedades, de insultos y de pruebas perentorias de su torpe ignorancia en materias de guerra. Es falso que haya precedido un armisticio, y consiguientemente lo es que éste se haya violado.

Al armisticio antecede siempre una negociación, un tratado, pactos y convenciones preliminares, en los que entra siempre la prefijación del principio y términos de la suspensión de hostilidades. ¿Con quién ha celebrado este pacto el General Bolívar? ¿cuáles son las estipulaciones bajo las cua­les se ha convenido en la suspensión de armas, no ya general, pero ni aun en la particular de puesto a puesto? Yo no creo que esto haya podido ha­cerse de nuestra parte por otra autoridad, que la que el Gobierno ha depo­sitado en mí; y estoy seguro que aun cuando por la urgencia y otros mo­tivos, el señor Presidente del Congreso o V.E. hubieran convenido en algo que diga relación con las operaciones militares, se me habrían prevenido, porque sin mi orden los puestos militares no habrían dejado de hostilizar a los sitiadores.

La descubierta hecha por nuestra caballería no es una hostilidad y mucho menos cuando ella ha sido una consecuencia del movimiento hecho en el campo enemigo y observado desde el fuerte de San Felipe, al tiempo mismo que existía en nuestras posiciones el parlamento del ejército sitiador. Núestras Divisiones navales no pueden arreglar su conducta a las señales que haga el castillo de San Felipe, porque no descubren el asta de bandera de aquel fuerte. ¿Y sería regular sujetarlas a las que haga la Popa, dominada por el más pérfido de cuantos enemigos pueden presentarse al frente de esta plaza? Esto parece que es lo que pretende el General Bolívar, y V.E., para ocupar la ribera de la bahía y estrecharnos el asedio, y que haciendo marchar una División hacia lo interior de nuestros pueblos para incendiar­los y robarlos, ¿nosotros seamos unos inertes espectadores, que suframos pudiendo evitar tales hostilidades, y que las suframos sin retribuirlas? Tal demanda sólo puede hacerse por la cabeza infeliz de Bolívar, que aun cuando trata con autoridades tan altas y respetables como V.E. y el Pre­sidente del Congreso, quiere ser obedecido como en el tiempo ominoso de su dictadura. Por último, V.E. debe reflexionar sobre la conducta de Bo­lívar, y acabar de conocer que inconsecuente por sistema e infidente por especulación, es indigno de ser oído por un Gobierno que se gloria de re­ligioso en el cumplimiento de sus promesas, aun cuando las hace a un General refractario. El señor Presidente del Congreso le ha informado de las intenciones de los españoles sobre la ribera del Magdalena, le ha hecho conocer la necesidad de mudar la actitud que ha tomado, para volver la fuerza de la República contra el común enemigo; V.E., en fin, sabiendo que él dentro de pocos días debe caer en nuestro poder y sufrir la pena que merece por su prevaricación, le ha abierto partidos que serán un eter­no testimonio de la excesiva bondad de este Gobierno y de la depravación de su enemigo.

El, entretanto, presuntuoso y lleno de orgullo, y de ignorancia, interpreta estas acciones de generosidad como el producto de la debilidad en que cree que estamos, y bajo este soñado principio quiere prolongar nuestros males, mientras por nuestra condescendencia suspendemos nuestros fuegos; y cuando éstos le llenan de terror, hace proposiciones que jamás cumplirá mientras tenga hombres que sacrificar y estúpidos aduladores que lisonjeen su ambición y le finjan posible el proyecto quimérico de rendir esta plaza. En consecuencia y después de haber cumplido ya nuestro deber invitando al General Bolívar para que reunamos nuestros escuerzos contra los espa­ñoles, no nos queda otro partido que abrazar, que acabar de destruir aquél, como el mejor apoyo de éstos [1] para cargar luego contra Santa Marta hasta destruirla también o perecer con gloria, repeliendo los tiranos que a por­fía ansian por dominarnos.

Cese, pues, toda nuestra comunicación con Bolívar, hágasele así entender, para que no vuelva [a] abusar de nuestra bondad, fijando por días enteros la bandera parlamentaria para libertarse de nuestras hostilidades mientras él redobla las suyas, mofándose del Gobierno y de las armas de la Repú­blica. Yo por mi parte no volveré a respetar la bandera parlamentaria, mientras una expresa orden de V.E. no me lo prevenga, y si entonces lo haré por mi deber, tendré el dolor de ser uno de los objetos de burla del General Bolívar.

Dios guarde a V.E. muchos años.

Cuartel General de Cartagena, abril 19 de 1815.-5°.

Excmo. señor.

(firmado) Manuel Del Castillo Es copia: (firmado) UCROS, Secretario interino.

Es copia: (firmado) Valderrama, ayudante Secretario.

Es copia: B.[riceño] Méndez, Secretario.

* De copia de época coetánea. En el Archivo del Libertador, Vol. 22, folios 173-174, se transcribe el oficio de Manuel del Castillo dirigido al Gobernador del Estado de Cartagena, fechado en el Cuartel General de Car­tagena, el 19 de abril de 1815. Esta copia escrita de letra de un ama­nuense, está autenticada con firma y rúbrica autógrafas por Pedro Briceño Méndez. A continuación de la autenticación consta la nota que insertamos, escrita de la misma pluma que copió el texto del documento. Por referirse al oficio del General Castillo, y para la debida interpretación de las falseda­des que subraya en el referido documento, lo reproducimos como anexo a la nota del Libertador, que figura en el folio 174-v9.

Notas

[1] Al margen, con una llamada de asterisco que iba colocado después de "estos", se lee: "¡ha, ha, ha,!" Parece que esta anotación en donde se destaca el absurdo de pretender presentar a Bolívar como el mejor apoyo de los españoles, deba proceder del propio Bolívar, o tal vez de alguno de los oficiales de su Secretaría.

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