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DOCUMENTO 249 OFICIO DE BOLÍVAR DIRIGIDO AL PRESIDENTE EN­CARGADO DEL SUPREMO PODER EJECUTIVO DE LA UNIÓN, FECHADO EN BARINAS, EL 9 DE JULIO DE 1813, CON INFORMES DETALLADOS SOBRE LA MARCHA DE LA CAMPAÑA.*

Excmo. señor Presidente, Encargado del Supremo Poder Ejecutivo de la Unión.

Excmo. señor:

Tengo el honor de dirigir a V. E. el parte detallado que el Coman­dante de la retaguardia me ha dado de la acción del dos [1] del corriente.

"Señor General:

"Hallándose acampada mi División la noche del 30, en el sitio llamado la Boca del Monte, recibí parte del Teniente de Niquitao, en que me avisaba la salida que habían hecho los enemigos al sitio de la Vega, cuatro leguas distante de dicho pueblo. Inmediata­mente puse en movimiento el campo y le hice marchar a paso redoblado, trayendo consigo sola una pieza de artillería, y los pertrechos que juzgué necesarios; dejando el resto en la Boca del Monte con 35 hombres de custodia, y todas las acémilas. En efecto, logré llegar a las nueve de la noche con toda la División a este pueblo el día primero, habiendo hecho trece leguas de jor­nada.

"El enemigo tenía puestas sus avanzadas como a una legua de aquí y su Cuartel General en el sitio de la Vega; y con este motivo, después de haber hecho las descubiertas necesarias para reconocerle, hice colocar mis avanzadas en donde creí conveniente. Al ama­necer del día 2 puse en movimiento mi división, haciéndola marchar con el orden debido; y a las nueve de la mañana avistamos el ejército contrario, que en número de 800 hombres, bien armados, se habían situado en una altura al parecer inexpugnable; antes de esto mis avanzadas habían hecho desaparecer las enemigas. Apenas estuve a tiro de fusil, cuando di orden al Mayor General, ciudadano Rafael Urdaneta, que mandaba el centro, de romper el fuego, como efectivamente se verificó; y viendo que pasaba ya una hora de fuego sostenido y vivo de ambas partes, previne al mismo Mayor General, que formando una gran parte de las tropas en columna, forzase al enemigo, rompiéndole su centro, si fuese posible, al mismo tiempo que hice avanzar la ala derecha mandada por el capitán José Maria Ortega con las mismas órdenes. Apenas el enemigo observó la impavidez de nuestras tropas; y que a pesar del fuego vivísimo con que sostenía su formidable posición, ganábamos siempre terreno, y hubiéramos llegado a las manos, si fuese preciso; abandonó los primeros puntos que tenía tomados, y se retiró a ocupar otras alturas de mayor importancia, que cubiertas de peñas inaccesibles por todas partes, se creyó que en caso de que nuestras tropas tuviesen el valor de acometerles, serían todas víctimas de sus fuegos, sin poder padecer daño por su parte. Efectivamente, las posiciones militares que ellos ocuparon en esta ocasión, solamente pudieron haber sido forzadas por unas tropas que prefiriendo la muerte a la deshonra, obraron con el valor que caracteriza a los republicanos.

Allí fue donde trabándose un fuego el más vivo de parte a parte mostraron nuestras tropas, de cuánto es capaz el hombre libre. Con la mayor constancia sufrían a pecho descubierto los fuegos, cuando el enemigo, para­petado con los peñascos, apenas descubría sus gorros. Después de tres horas consumidas en este último fuego, y de haberles ido ganando el terreno palmo a palmo, mandé que por todas partes se le estrechase, y que nuestros soldados treparan los riscos y peñas, hasta apoderarse de ellas. Nuevamente se obstina el ene­migo y se renueva un fuego aún con mayor viveza. En tal estado, y hallándose éste entretenido con nuestra infantería, que casi llegaba ya a las manos, mandé a la caballería marchase en columna por el camino, y tocando a degüello tomase las alturas de la espalda del enemigo. Este fue el momento de desesperación para los co­bardes españoles; se creyeron ya todos cortados, y abandonando sus admirables posiciones, huyen precipitadamente por los bosques y barrancos, arrojándose a los precipicios, y dejando a nuestras valerosas tropas el campo de batalla, después de cinco horas de combate. Estas, a pesar de las esforzadas marchas que habían traído, y de la incomodidad de la campaña, apenas oyen mi voz de perseguir al enemigo, cuando cada uno por su parte cumple con el lleno de sus deberes. Con una velocidad increíble siguen al alcance de los cobardes en tres leguas de un terreno el más escabroso, logrando por este medio destruir totalmente la fuerza enemiga; veinte y tres de ellos muertos (incluso un Capitán) han quedado en el campo de batalla, y multitud de heridos, de los cuales se han recogido algunos. De nuestra parte tenemos que llorar la muerte de seis soldados, dos sargentos y quince heridos, entre ellos tres oficiales, que lo son el Capitán Félix Uzcátegui, y los Tenientes Antonio París, y Sebastián Peña; pero todos tres levemente.

"Cuatrocientos cuarenta y cinco prisioneros; cuatrocientos cin­cuenta fusiles; sesenta sables, ciento sesenta tiros de cañón de a cuatro; veinte y cuatro mil cartuchos de fusil; dos mil seiscientas piedras de chispa; doscientas y cincuenta cartucheras con sus forni­turas; un violento de a cuatro de bronce, montado perfectamente para campaña con todos sus útiles, único que tenían; siete cajas de guerra; sus ollas de campaña, y sus bagajes, todos han caído en nuestras manos. Entre los prisioneros han sido aprehendidos tres capitanes españoles [2], y ocho más de esta infame nación, entre ellos el que vendió la Provincia de Trujillo, y delató la conspiración que los patriotas de Harinas intentaron contra sus opresores [3]; pero todos ellos han pagado ya sus delitos, y acaban de ser pasados por las armas. También se les cogieron cerca de quinientos gorros de cuero, con sus chapas de los Batallones Constitución y España triunfante; pero todos se mandaron arrojar por ser divisa española, y para que las tropas nuestras en ningún caso se equivoquen con las de los tiranos.

"El resto del enemigo queda disperso en las inaccesibles monta­ñas de estos páramos. Casi ninguno ha podido salir a Harinas; desnudos, perseguidos del hambre y de la desesperación, van ca­yendo muertos, o ya refugiándose en las asperísimas breñas de estos lugares. Las armas las han tirado por los bosques y puedo asegurar a V. S., que veinte y cinco hombres no han seguido al traidor y cobarde Comandante Martí [4]. A esta hora todavía se están pre­sentando hombres y armas, y como ayer 3 al amanecer mandé una partida a perseguir a los que hubiesen tenido lugar de escaparse por el camino de Calderas, ha sido mayor el terror de los poquísi­mos, que desnudos y hambrientos han sido víctima de los hielos de aquellas cumbres. Así es, que se ha encontrado aquel camino lleno de cadáveres, y la partida ha vuelto cubierta de despojos.

"La tropa y oficialidad se han cubierto de gloria, llenando cada uno su deber, dando un ejemplo a los americanos de firmeza y de valor; todos a porfía se disputaban el triunfo; pero muy particular­mente se distinguieron el Mayor General ciudadano Rafael Urdaneta, que mandaba el centro, y cuya serenidad en medio del fuego es digna de recomendación, y el Capitán ciudadano José María Ortega, que mandaba el ala derecha. No son menos dignos de las consideraciones de V. S. y del Gobierno el Capitán Vicente Campo de Elias, que con una impavidez increíble era el primero que desde el principio de la acción, con un trozo de su compañía de Grana­deros, estrechaba y perseguía al enemigo, exponiéndose al mayor peligro; y el Teniente Tomás Planes, que siendo mi ayudante, y cumpliendo con la mayor fidelidad con este encargo, se arrojó varias veces sobre el enemigo, tomando un fusil en la mano, ha­ciendo las veces de un soldado, y otros hechos de valor extraordi­nario. También se distinguieron el Sargento Almeida y el soldado Simón Serrano. El ejército, que los opresores de Venezuela llama­ban el ejército grande de operación; ese ejército, con que ellos se habían figurado, no sólo reconquistar las Provincias perdidas de Venezuela, sino también atacar y subyugar la Nueva Granada, ha sido enteramente destruido en el glorioso día 2, cayendo todas sus fuerzas en nuestras manos. La sola División de mi mando ha sido bastante para destruir todas las fuerzas del enemigo; el mejor fruto de esta acción ha sido el espanto, el terror que seguramente infun­dirá en los demás opresores de Venezuela, que ven destruida la áncora de su esperanza.

"Incluyo a V. S. las declaraciones, que por medio del Auditor de Guerra del ejército, se han recibido a los tres Capitanes españo­les, antes de ser pasados por las armas [5]. Por ellas verá V. S. las poquísimas fuerzas que quedan en Harinas; el número de tropas que han sido derrotadas; y el ningún impedimento que tienen las nuestras para entrar en aquella Provincia. Mañana pienso seguir a Boconó, y de allí marcharé sin dilación hacia Guanare, a incorpo­rarme al grueso del ejército. La División de mi mando, engrosada en el día considerablemente, sería capaz ella sola con la orden de V. S. de libertar a todo Venezuela, tal es el valor, el entusiasmo, y deseo que respiran estas tropas de libertar a los países oprimidos.

"Cuartel General de la retaguardia en Niquitao, a 4 de julio de mil ochocientos trece, tercero y primero.

"JOSÉ FÉLIX RIBAS.

"Señor General en Jefe del ejército, Brigadier Simón Bolívar".

Aunque los detalles de este parte son los más exactos, tengo posteriores noticias por los fugitivos de Martí, que nuestras venta­jas han sido muy superiores, y la derrota de aquel oficial tan absoluta, que él solo con seis de sus compañeros, desarmados todos [6] ha [7] podido escaparse.

En este momento he recibido una acta de la Municipalidad de la Villa de Araure [8]. con fecha de 5 del corriente, en que pone aquel Distrito capitular a disposición del ejército, y me ofrece 200 hombres de caballería bien armados, para servir bajo nuestras banderas. Además han escrito de aquella Villa a todos los pueblos de Caracas, exagerándoles nuestras fuerzas, y convidándolos a la rebelión contra el tirano de Caracas, que se halla temblando en aquella capital, del temor de ser sorprendido por los patriotas, que están en una completa fermentación contra él.

El enemigo no tiene fuerzas que oponernos, ni fuera ni dentro de Caracas; así, pues, he mandado marchar la División de retaguardia hacia San Carlos, para batir de paso una División [9] de 700 hombres que venía contra nosotros del Tocuyo, al mando del exGobernador de Barinas, González [10]

La vanguardia, al mando del Teniente Coronel Girardot, ha seguido a Nutrias, persiguiendo a Tízcar, y para cortar a Yáñez, que debía reunírsele en aquel punto.

El cuerpo al mando del Mayor Francisco Ponce debe tomar los Llanos hasta Calabozo, si es posible, y a hacer la junción de nues­tras armas con las del Ejército de Oriente; y la guarnición de Guanare, al mando del Comandante Rafael Páez, tomará la direc­ción de Carora y Barquisimeto, en calidad de partida de guerrilla.

El Coronel de Venezuela Santinelli [11], que manda un cuerpo de re­serva, marchará a retaguardia a incorporarse con todas las divisiones en Valencia. Este es mi plan de operaciones, y yo espero ejecutarlo, como he ejecutado hasta el presente todo lo que me he propuesto en obsequio de la libertad de la Nueva Granada y de la redención de Venezuela.

Dios guarde a V. E. muchos años.

Cuartel General de Barinas libre [12] julio 9 de 1813, 3° y 1°

Exmo Sr.

SIMÓN BOLÍVAR.

[Al margen constan las siguientes notas:] Tunja, 5 de agosto de 1813. — Al Congreso para su conocimiento y satisfacción. Cuevas. (Rúbrica). — Tunja, agosto 5 de 1813. — Enterado el Congreso con aplauso, vuelva al Poder Ejecutivo. Por el Congreso. Camacho. (Rúbrica). — Hoyos. (Rúbri­ca). — C. Valenzuela, Secretario. (Rúbrica).

* Archivo del Libertador, tomo 21, fols. 196-199. Del original, escrito por uno de los amanuenses de la Secretaría, salvo la antefirma, firma y rúbrica que son autógrafas de Bolívar. En el libro copiador, Archivo del Libertador, correspondencia oficial, fols. 49v-50, consta este documento, con diferencias que consignamos en nota. No reproduce el Parte del Coronel José Félix Ribas y en su lugar dice: ("Aquí el parte del Coronel Ribas, de 4 de julio"). Sobre el destinatario, Camilo Torres, véase el doc. N° 116, nota principal.

Notas

[1] En el copiador dice: "del día dos".

[2] Eran Florencio del Valle, (c. 1781-1813) natural de Cortegana, en Andalucía, Capitán de la 2a Compañía del Batallón "España Triunfante", de Barinas; Manuel Gómez, (c. 1773-1813) natural de España, Capitán del Batallón "Constitución"; y José Jiménez Sánchez, (c. 1792-1813) nacido en Cádiz y radicado con su familia en Cumaná desde que tenía 4 años, también Capitán. Los dos últimos habían servido en el ejército republicano bajo el Generalísimo Miranda y se habían pasado a los realistas durante la campaña de 1812.

[3] Es el ya citado Manuel Gómez. Véase la nota precedente.

[4] El oficial realista José Martí, jefe de la División derrotada en Niquitao. Véase doc. N° 241, nota 1.

[5] Véanse en Memorias de O’Leary, correspondencia oficial, pp. 281-285. El auditor era el Dr. Vicente Tejera.

[6] En el copiador dice: "compañeros todos descarriados" en lugar de: "compañeros desarmados todos".

[7] Se escribió primero: "han" y luego se tachó la "n" final.

[8] Véase el doc. N° 244, nota 2, sobre esta población

[9] En el copiador dice: "para batir una División".

[10] El oficial realista Pedro González de Fuentes, Gobernador interino de la Provincia de Harinas en 1812. En 1814 lo fue de Guayana.

[11] Coronel Luis Santinelli, natural de Ñapóles, donde había nacido hacia 1760.

[12] En el copiador no está la palabra "libre".

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