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DOCUMENTO 9897. CARTA DEL LIBERTADOR PARA FERNANDO PEÑALVER, FECHADA EN CHANCAY EL 10 DE NOVIEMBRE DE 1824, EN LA CUAL LE INFORMA ACERCA DE LOS ÉXITOS OBTENIDOS, DEL CRÉDITOS GANADOS POR EL EJÉRCITO Y DE ALGUNOS ASUNTOS PARTICULARES.*

Chancay, 10 de noviembre de 1824.

Señor don Femando Peñalver.

Mí querido Peñalver:

Es increíble el gusto que tengo cada vez que recibo carta de Ud.: es un ali­vio para mi corazón despedazado por los negocios públicos. Me parece estar vien­do esa alma tranquila y ese corazón tan puro expresarse con el lenguaje de la Cándida verdad. Las cartas de Ud. hacen una pausa a mis agitaciones. Sé las cosas de Ud., las mías, las de la patria con un placer indecible. Ocúpese Ud. frecuente­mente en su soledad, mi querido amigo, en conversar conmigo, en abrirme su corazón y en decirme la verdad.

Por acá estamos [muy bien; hemos] hecho una campaña muy feliz.

Yo fui hasta la] provincia del Cuzco en [...] que perdieron más [...] retira­da. En fin [...] nosotros. Sucre [...] en la provincia de [...] [me he venido] a liber­tar a Lima y a sitiar el Callao; también he venido a recibir los auxilios que vienen de Colombia y el empréstito de Inglaterra.

En el Pacífico hay una escuadrilla española que trato de destruir, no sin difi­cultad y tenemos medios para ello.

El crédito de nuestro ejército es tan grande que los españoles no se han atrevido a batirse con nosotros. Son prodigiosos los progresos que hemos hecho en este país, sin tirar un solo tiro de fusil. ¡Dios nos conserve su protección!.

Tenga Ud. la bondad de escribir a Antonia y a los [amigos que] puedan damos noticias de Aroa [...] de aquel país. [Anoche he recibido] una carta del Marqués [dándome parte de su] intendencia y de sus [desavenencias con Mérida y] compañía. ¡Qué [desgraciado es el hombre público] en Caracas y [sobre todo si es bueno! Cada] día me lastima, [más la suerte de mi patria,] y cada día me parece más irremediable. En esta infausta revolución tan infausta es la derrota como la victoria; siempre hemos de derramar lágrimas sobre nuestra suerte; los españoles se acabaran bien pronto; pero nosotros ¿cuándo? Semejante a la corza herida lle­vamos en nuestro seno la flecha, y ella nos dará la muerte sin remedio; porque nuestra propia sangre es nuestra ponzoña. Dichosos los que mueran antes de ver el desenlace final de este sangriento drama: ¡A lo menos les queda el consuelo de que un rayo de esperanza les dé la lisonja remota de que no sucederá! Lo único que de­seo es esto después de terminar la guerra.

Adiós, mi querido Peñalver, consuélese Ud. con que, por triste que sea nuestra muerte, siempre será más alegre que nuestra vida.

Soy de Ud. de corazón.

[BOLÍVAR]

P. D.: Tengo entendido de que un inglés ha ofrecido a Antonia diez mil pesos de arrendamiento por año por la mina de Aroa. Hágame Ud. el favor mi buen amigo, de averiguar si es esto verdad, y en caso de que quiera entrar él u otro en este negocio avisármelo para convenir en ello o no, según me parezca.

* De un impreso moderno: Bolívar, Simón, Obras Completas, Tomo II, pp. 32-33, El compilador advierte que la original de esta carta le falta un fragmento y que ha comple­tado algunas frases que se representan entre corchetes. Advierte que fue tomado del original, pero no se da su ubicación exacta.

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