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DOCUMENTO 9875. OFICIO PARA EL GENERAL JUAN PAZ DEL CASTILLO, FECHADO EN CANTA EL 2 DE NOVIEMBRE DE 1824, POR MEDIO DEL CUAL EL LIBERTADOR LE TRANSMITE ÓRDENES SOBRE VARIOS ASUNTOS: MOVILIZACIÓN DE 6000 HOMBRES Y ALGUNOS BUQUES HACIA EL PUERTO DE ANCÓN, REPARACIÓN DE ALGUNAS NAVES Y ATENCIÓN A LAS QUEJAS DEL ALMIRANTE GUISE. TAMBIÉN DA NOTICIAS DE LA SITUACIÓN DE OLAÑETA EN EL CUZCO.*

Canta, 2 de noviembre de 1824.

Al General Juan Paz del Castillo.

Mí querido general:

Yo estaba en las riberas del Apurímac con el ejército, ocupando gran parte de la provincia del Cuzco, cuando supe que venían 10.000 hombres, y dos millones de pesos de Inglaterra que estaban por llegar; que el Asia había entrado en el Callao, y que Lima permanecía aún en poder de los españoles. Todos estos motivos reunidos me decidieron a venir a la costa para tomar las medidas correspondientes:

En el camino he recibido las comunicaciones de Ud., fecha fines de septiembre y también de Bogotá, y he quedado enterado de todo.

Ud. sabrá todo lo que ha pasado en el mar entre ambas marinas y nada esperamos de Chile.

Diré a Ud., en sustancia, mi intención sobre la escuadra reunida de Colombia y del Perú y sobre la conducción de las tropas enviadas a estas costas.

Pido a Ud. y suplico que haga los mayores esfuerzos para reparar ambas escuadras para que salgan al mar lo más pronto posible, trayendo consigo en convoy todas las tropas de Colombia que hayan venido del Istmo, y además todas las tropas y reclutas que se acaban de conseguir de los departamentos del Sur, del mando de Ud. El batallón Yaguachi puede también venir con este convoy si hay tiempo para que llegue a Guayaquil.

Pasto puede ser ocupado por tropas de las que vienen por Popayán; y Guayaquil puede recibir guarniciones de las tropas que vienen del Norte.

En fin, mi querido general, diré a Ud. en dos palabras que necesito que mande Ud. lo menos 6.000 hombres con el convoy de la Protector a las órde­nes del almirante Guise. Este convoy debe componerse de todos los buques de guerra de Colombia y del Perú y estos mismos buques pueden traer 1.000 hombres de transporte. De paso diré a Ud. que el batallón de milicias de Cuen­ca puede venir también por medio de una sorpresa.

Si la Bombona puede salir al mar que se aliste ligeramente y que venga con otros trasportes a buscar las tropas del Istmo y de Buenaventura. Mi objeto es recibir en primer lugar 6.000 hombres por lo menos de refuerzo y recibirlos sin peligro ninguno en el puerto de Ancón. Para esto deben venir muy bien tri­pulados los buques de guerra y listos a un combate, porque luego que pongan en tierra las tropas, deben marchar a buscar el Asia y compañía, y los traspor­tes deben volverse a Guayaquil con el buque de guerra menos útil. Para lograr este importante objeto no debe ahorrarse gasto alguno. En los buques de Colombia haga Ud. los gastos por cuenta de su gobierno y, con respecto a los bu­ques del Perú, busque Ud. dinero, prestado, o como pueda ser, tanto para repararlos, suministrar y enganchar marinerías, en inteligencia de que puede Ud. librar contra este gobierno las letras que pueda conseguir, y yo procuraré mandar veinte o treinta mil pesos volando.

Recomiendo a Ud. mucho al almirante Guise, y al intendente Soyer para que haga Ud. por ellos cuanto depende de Ud.

Es inútil decir a Ud. que esta escuadra no volverá otra vez a Guayaquil hasta haber destruido el Asia. El Congreso debe repararse inmediatamente y la Limeña entregarse al almirante Guise; Pareja que tome el mando de la Pichin­cha u otro buque de Colombia, a menos que surja algún inconveniente para ello. El almirante se ha quejado de Drinot y de Baster. Examine Ud. si tiene razón o no, y de cualquier modo procure Ud. reemplazarlos por .otros mejores jefes que no deshonren nuestro pabellón. Si el Monteagudo se puede armar en guerra, hágalo volando y pida Ud. artillería al Istmo, rogando por Dios y por los ángeles a Carreño, que es el único derecho que me queda en Colombia. Ruegue Ud. también al general Salom para que lo ayude a Ud. a equipar esta expedición y me la traiga.

Mi querido general, repito a Ud. que me mande cuantos fusiles y municiones, astas, lanzas, vestuarios, fornituras y equipo que pueda Ud. haber a la mano y conseguir, todo, todo, todo, todo con el almirante Guise que es el único que lo puede defender. Mientras tanto que salga el convoy, los reclutas pueden instruirse en el manejo de las armas, en marchar y foguear en las plazas, calles y cuarteles si no hay campo de instrucción proporcionado.

Del resultado de esta expedición depende la salud de la América y así no deje nada, nada por hacer.

El general Sucre ha quedado mandando el ejército con órdenes de continuar la campaña con mucha prudencia hasta que reciba refuerzos.

Estoy muy agradecido de todos los servicios que Ud. nos ha hecho en estas circunstancias. No soy más largo sobre este asunto porque estamos muy de prisa, pero en otra ocasión expresaré a Ud. mis más cordiales sentimientos sobre este asunto.

Valdés se ha reunido al Virrey con 2.000 hombres en el Cuzco y se asegura que Olañeta está en La Paz persiguiendo a los godos sin decidirse por la patria todavía. Yo cuento con su patriotismo por muchas razones.

Felicite Ud. a su esposa por su parto y su nuevo empeño.

De Ud. de todo corazón.

[BOLÍVAR]

P. D.: Memorias a Torres y a Flores; a Valdés que venga si quiere, que yo no se lo puedo ordenar porque ya no soy de Colombia, según la autoridad del concilio de Bogotá.

Se ha dicho que la escuadra española después de haber salido del Callao ha tocado en Chorrillos y que su objeto es ir a Pisco a robar aguardiente y a destruir los alambiques; lo aviso a Ud. para su gobierno.

Mañana parto para Lima donde debe haber entrado Urdaneta. No deje Ud. de mandar las lanchas cañoneras que se han mandado aprestar y que he pedido ya. Éstas cañoneras pueden venir embarcadas en el convoy para que bloqueen el Callao, durante la ausencia de nuestros buques.

[BOLÍVAR]

* De un impreso moderno: Bolívar, Simón, Obras Completas, Tomo II, pp. 30-32. Vi­cente Lecuna hace la aclaratoria que el texto es tomado de una copia con muchos erro­res, pero no da cuenta de su ubicación.

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