Bogotá, 29 de agosto de 1828.
AL SEÑOR GENERAL BARTOLOMÉ SALOM.
Mi Querido General:
He recibido con mucho gusto la apreciable carta de Vd. del 5 de julio, en la cual me habla tan extensamente sobre las medidas que ha tomado en ese departamento desde su llegada, y le ruego continúe trabajando con el mismo tesón hasta que pueda ser relevado; pues ya busco el individuo que pueda llenar tan importante destino, y mejorar, o más bien completar, el bien que Vd. ha hecho a ese departamento. Yo desearía, sin embargo, que Vd. continuara todo el tiempo que le fuese posible, pues en Vd. me descargo del menor cuidado, tal es mi confianza en la acertada conducta de Vd.
Ayer se publicó en esta capital el decreto provisorio con una proclama, las cuales recibirá Vd. por este correo. Aquí han manifestado todo el aplauso que se podía desear, y no dudo que sucederá lo mismo en toda la república, pues no es otra cosa que la sanción de sus votos y deseos. En ella el pueblo ve sus intereses asegurados, al mismo tiempo que se lisonjean las esperanzas de los demagogos, ofreciéndoles una convención nacional, que, al mismo tiempo, se deja a la discreción del pueblo, que, se dice, nunca equivoca sus verdaderos intereses. Ahora queda a Vds. tratar que merezca la aprobación pública para que el remedio sea más eficaz.
Por todas partes hay apariencias de tranquilidad, si exceptuamos los puntos amenazados por el Perú. Esto es muy favorable para poder alcanzar la estabilidad que ahora tanto se necesita.
Soy de Vd. afmo. amigo.
BOLÍVAR.