Bogotá, 16 de julio de 1828.
(A S. E. EL GENERAL J. A. PÁEZ).
Mi Querido General:
Por el correo pasado he tenido el gusto de recibir una carta de Vd., de Valencia, que deseaba ver por saber de Vd. y de Venezuela. Así me fue muy agradable todo lo que me dice y aumentó infinitamente la satisfacción de esta gente. Ayer han venido las actas de Mompox, Antioquia, Popayán y Cartagena, las únicas que faltaban en toda Cundinamarca, que se ha pronunciado de un modo muy espontáneo y exaltado; no hay cantón que no haya hecho su acta y hasta los pueblos más pequeños han querido expresar sus votos y sus sentimientos. Falta, pues, por conocer los de Venezuela y estos habitantes manifiestan la mayor ansiedad por saberlos. Los de Quito han manifestado los suyos de antemano y todos esperan que los repetirán en esta ocasión. Yo, pues, no aguardo sino que la república entera haya expresado su voluntad en esta época nueva, para poderla decir que me encargo de sus destinos y obrar de conformidad. Antes he dicho a Vd. la base principal que deberá servir a mis trabajos gubernativos, es decir simplificar la administración cuanto sea posible, adoptando muchas de las leyes antiguas, al menos en cuanto sea compatible con nuestro estado político: proteger la religión y aumentar el erario.
Por el paquete de Inglaterra tenemos avisos de que la España hace grandes preparativos para mandar una expedición de 12.000 hombres, y, al efecto, había contratado ya buques en diferentes puertos de Europa. Esta expedición debe venir a la Habana para dirigirse de allí a donde más convenga. Puede muy bien [1] suceder que sea a Colombia o a México y, desde luego, debemos estar preparados para un acontecimiento de tanta importancia, de tanto peligro, sobre todo cuando nos hallamos comprometidos, en cierto modo, en guerra con el Perú, y esto mismo me obliga a acelerar nuestras operaciones en el Sur, a fin de vengar nuestros agravios antes que se nos venga encima esa expedición.
Por este correo se le remiten al marqués del Toro letras de servicio: este antiguo amigo me dice que necesita emplearse para vivir. Me indica que serviría la inspección de milicias, pero estando en manos de Luzón, que es un antiguo servidor e inválido y sabiendo que Carabaño ha deseado este destino, no he querido despojar al uno ni desairar al otro. Sin embargo, yo recomiendo a Vd. a este amigo para que se le destine, si Vd. lo tiene a bien, una vez que está en actividad y gozando del sueldo de su grado.
Por acá está todo muy tranquilo. Tenga Vd. la bondad de dar expresiones a los amigos Peña y demás y créame su afmo. amigo.
BOLÍVAR.
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