Trujillo [1], 22 de marzo de 1824.
Al señor Secretario de Guerra de Colombia.
Duplicado.
Tengo la honra de incluir a V. S. el decreto en que el Soberano Congreso Constituyente del Perú ha confiado a S. E. el Libertador el poder dictatorial de esa nación. S. E. se ha encargado de este terrible poder por salvarla de los Españoles, obrando con energía, y reuniendo las reliquias de este país: por salvar al Ejército de Colombia; por salvar a nuestro sur. La pérdida de las fortalezas de El Callao: la marcha lenta y apática de este gobierno, y la necesidad de establecer un centro de poder fuerte, dictó al Congreso esta medida extraordinaria.
En consecuencia se ha puesto en receso el Congreso, ha cesado el Poder Ejecutivo en sus funciones, y S. E. el Libertador ha nombrado al General Necochea Gobernador Político y Militar de Lima, para que continúe haciendo esfuerzos por recobrar El Castillo a fuerza de intrigas, de seducción y de ofertas, las más generosas e ilimitadas, y con el objeto de que se extraiga de Lima cuanto pueda y sea útil para el ejército, quitando al enemigo cuanto pueda serle provechoso. Sin embargo, poco o nada conseguirá Necochea porque según sus partes del 20 del presente, el enemigo se movía sobre Lima, y según todas las probabilidades estaría en ella el 26, siendo entonces necesario abandonarla. El estado político del Perú se reduce a una pequeña población dividida en facciones y partidos, amigos, unos de Riva Agüero, otros del General Tagle. Los partidarios de estos dos degeneran en Godos. Pocos patriotas, y éstos la última clase del pueblo; todos fastidiados de la guerra y de tantos sacrificios inútiles que han sido devorados por las administraciones que se han sucedido. Este es el país en que se halla el Libertador.
Dios guarde &.
[JOSÉ D. ESPINAR]
* De un copiador de Secretaría. Archivo del Libertador, Sección O’Leary, Tomo 36, folio 28.
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