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DOCUMENTO 1631. DEL ORIGINAL, O.C.B. CARTA DEL LIBERTADOR SIMÓN BOLÍVAR A JOSÉ ANTONIO PÁEZ, FECHADA EN BUCARAMANGA EL 1º DE ABRIL DE 1828, AGRADECIENDO SU EMPEÑO EN PROCURAR LA FELICIDAD Y GLORIA DE VENEZUELA; DA NOTICIAS SOBRE EL CLIMA DE AGITACIÓN QUE ENVUELVE A LA GRAN CONVENCIÓN E INFORMA QUE HA MANDADO A JUZGAR EN CARTAGENA AL GENERAL PADILLA CONFORME AL DECRETO DE CONSPIRADORES.

Bucaramanga, 1º de abril de 1828.

A S. E. EL GENERAL EN JEFE JOSÉ ANTONIO PÁEZ, ETC., ETC.

Mi querido general:

Luego antes de ayer Ibarra trayéndome las comunicaciones de Vd. y los demás amigos de Venezuela, con la agradable sorpresa de ver que todo lo que vale por allá se ha apresurado a mostrar sus opiniones a la gran convención de un modo muy contrario a las que dicen que llevan algunos diputados de ese departamento. Yo no tenía ni aun idea de que se pensara dar un paso tan atrevido y tan importante hasta que vino lindo y nos trajo la noticia, anticipándose a los mismos sentimientos que ocupan a los pueblos del sur y centro de la república. Ya habrá recibido la gran convención muchas de las representaciones de estos últimos pueblos, y asi no son los venezolanos solo los que desmienten a sus legisladores, o los instruyen con sus ideas.

No me canso de alabar el tino con que está Vd. obrando para salvar ese país de la anarquía y para ligarse con todos mis amigos en una causa común. Este paso es el que conviene para Vd. y para Venezuela, pues todos los imparciales son adictos a mí; y demás tengo amigos personales que, reunidos a la opinión popular de que Vd. goza, forman un solo cuerpo impenetrable para algunos individuos perversos que se separarán sin duda de la masa, no pudiendo corromperla. Por mi parte, doy a Vd. las gracias, pues que asegura con esta conducta la existencia positiva de Venezuela, cuya suerte no me puede ser indiferente ni aun después de muerto.

Sea cual se fuere la decisión de la gran convención, debemos todos permanecer unidos para que la España o la anarquía no se apodere de Colombia,y, por lo mismo, he de advertir de Vd. que, para que no se diga que hay dos gobiernos en la república, deben cumplirse mis órdenes y reglamentos cualesquiera que sean. Vd. ha obrado muy bien hasta ahora en todo lo que ha hecho respecto a medidas y nombramientos, pero el nombramiento de segundo jefe, las alteraciones en las leyes de correo, la suspensión de mi decreto de policía, nombramiento de secretario y otros actos, no han de ser bien vistos por los observan el orden gubernativo y la autoridad suprema, que debe ser obedecida bien sea tuerta o derecha. Yo conozco que le general Arismendi lo hará muy bien; pero Mariño debe sentirse porque es más antiguo, y demás entre nosotros no se conocen tales segundos jefes y muchos menos nombrados por los primeros, pues esta atribución pertenece exclusivamente al gobierno supremo. En fin, yo no dudo que en la gran convención dirán que hay dos gobiernos; uno en Colombia, y otro en Venezuela que Vd. ejerce, y por lo mismo, dirán que mi autoridad es despreciada y que no soy capaz de hacerme obedecer, y añadiran que es inútil hablar de gobierno central donde non hay más que nombre en realidad. Yo, por mi parte, si no he de ser respetado y obedecido más bien dejaré el gobierno, pues llamarse jefe para no serlo es el colmo de la miseria. No crea Vd que esto lo diga porque esté incómodo ni disgustado con Vd. ni de lo que se ha hecho, porque conozco que todo se ha hecho por la seguridad del país, que en efecto se ha logrado de un modo maravilloso. Sin embargo, me ha parecido conveniente para que no me quedara nada por dentro y porque Vd. sabe que soy incapaz de disfraz con Vd. Yo había pensado ir a Venezuela muy principalmente por hablar con Vd. sobre estos puntos y tomar otras medidas en el Orinoco y Maturín, donde se necesita la presencia del jefe supremo para remediar muchos de sus males y componer mejor su administración. Y ya que no he de ver a Vd. tan pronto, pues que casi tengo renunciado el viaje a Venezuela, he tenido que pasar por la pena de dar a Vd. este mal rato, pues yo sé que no es lo mismo decir las cosas secamente por escrito que de palabra y en la dulce confianza de la amistad y efusión del corazón. Así, pues me ahorrará los viajes a Venezuela. Si se sirve prestar su atención a esta carta y seguir los amistosos consejos de quien le ama más que nadie, porque le procura y anhela su felicidad y gloria en el mando y salud de Venezuela, pues Vd. debe estar seguro, mi amigos, de dos principios capitales: primero, que no le profesa amistad verdadera y pura sino el que le habla la verdad y le aconseja el bien; segundo, que la fortuna de. Vd. depende absolutamente de la de Venezuela, pues que la desgracia del país nunca puede alimentar la dicha de Vd., puesto que el navío que Vd. gobierna no puede llevarlo al puerto si naufraga en el mar.

No me extiendo más, como lo había pensado hacer cuando lo viera porque no todo se puede decir por escrito y no es fácil decirlo con agrado por esta comunicación muda e incapaz de interpretar bien los afectos ingenuos y benévolos que yo deseara manifestarle, si nos halláramos juntos discurriendo sobre los bienes y males de la patria.

El general Padilla me ha escrito de Ocaña excusándose de su atentado. Yo lo he mandado juzgar a Cartagena conforme al decreto de conspiradores, que es más expeditivo y severo que la policía de Arismendi; por lo mismo, al decreto me atengo, que no necesita de tantos consultores y jefes de diferentes opiniones y partidos. Lo mismo digo de la policía que yo he mandado establecer en virtud de una ley del congreso. El señor Sanabria puede hacer y publicar los bandos que juzgue convenientes para el cumplimiento de dicho decreto, así la policía será general, hará el bien y no le faltará legitimidad. Los jefes políticos pueden ejercerla en los diferentes cantones de Venezuela si Vd. se los manda, pero sin sueldo para no hacer más gastos.

Soy de Vd. hasta otra ocasión, afmo. amigo que lo ama de veras.

BOLÍVAR.

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