Bogotá, 16 de Febrero de 1828.
A S. E. EL GENERAL JOSÉ ANTONIO PÁEZ.
Mi Querido General:
Recibí con indecible satisfacción la apreciable carta de 9 de enero, de Vd., en que me habla detalladamente sobre todos los negocios de Venezuela, del Oriente y del Orinoco. La carta de cinco pliegos de Vd. me ha decidido a irme por el Apure abajo hasta Guayana, y de Guayana pasar a Barcelona y Cumaná, pues veo claramente que esos dos departamentos, que no he visitado, necesitan de mi presencia para corregir todo lo que está dañando y poniendo en peligro a esos departamentos. La primer cosa que he hecho es mandar a suspender al coronel Blanco para que la municipalidad de Barinas le pruebe los cargos de acusación; segundo, he mandado al general Carreño a tomar el mando del departamento de Orinoco, y Justo Briceño queda mandando en Maracaibo hasta segunda nominación; tercero, he insistido fuertemente en que el general Monagas tome el mando del Oriente, como Vd. mismo ha pensado, para impedir el triunfo de los facciosos y un choque entre el general Bermúdez y el general Marino. Todo esto mientras que yo llego a Cumaná. Mi plan es seguir por Mérida a Barinas, embarcarme en Nutrias, ver a Vd. en San Fernando y de allí pasar a Guayana y al departamento de Maturín. Si acaso las cosas de Guayana no se han compuesto ni el orden se ha restablecido, prepáreme Vd. en San Fernando un batallón para marchar con él. El batallón de Antioquia debe pasar al Oriente, porque allí será muy útil y en otra parte quizás no, pues sus oficiales son muy enemigos míos, según lo que se me ha informado.
Yo estaré en San Fernando a fines de abril y espero que entonces Vd. se hallará allí para verse conmigo y tratar de todo, pues mi objeto es que Venezuela esté reunida y fuerte para esperar con tranquilidad los. malos o buenos resultados de la gran convención. Esta será útil a la república si llegan a tiempo los diputados del Norte y del Sur, porque entonces tenemos una mayoría considerable. Los de Valencia son soberbios. El Dr. Peña debe venir a todo trance, lo mismo que Aranda y Mendoza. Si el señor Mendoza no viene hará una gran falta, porque tiene mucha reputación entre los hombres imparciales. El general Clemente podrá desempeñar la intendencia interinamente, y si no, el señor Esteban Palacios, que es hombre de mucho juicio y muy adicto a mí y a Vd. Este último conoce muy bien las rentas y está instruido en el nuevo sistema de hacienda, así podría dividirse la intendencia, lo civil para Clemente y lo de rentas para Palacios.
Ya he mandado antes de ahora que nombrara Vd. un gobernador interino para Valencia, también se le manda el mando de la marina al general Beluche.
Yo conservaré el mando de la república durante el tiempo que esté ausente de esta capital; por lo mismo, no quedarán aquí más que unos ministros encargados de ciertos negocios generales. El general Urdaneta quedará encargado de la secretaría de la guerra, y el general Soublette irá como secretario encargado del despacho. No quiero llevar al señor Revenga, porque éste está resuelto a dejar el servicio público y porque mi marcha será más militar que administrativa.
El alférez Andrés Ibarra va a llevar estos pliegos, y servirá como oficial itinerario para prevenir mi marcha en el tránsito, además lleva orden de apurar a los diputados remolones, sobre todo al doctor Peña, que se me quiere hacer el muerto cuando más lo necesitamos. Yo ruego a Vd. que inste a este señor a que vuele, y también le ruego que no deje de tocar arbitrio alguno para que vuelen los diputados de esos departamentos, que sin ellos poco se hará.
Mi resolución es, como ya he dicho otra vez, de servir a Colombia de cualquier modo si se fortifica el gobierno; pero .no si se divide el país, porque entonces nos vamos a perder todos y yo no quiero que me atribuyan a mí la ruina.
Mucho he celebrado que Vd. se haya restablecido de sus achaques, y me ha sido muy sensible el que Vd. no haya ido al Oriente a reunir los ánimos o a castigar a los facciosos, que bien lo merecen por su pertinacia. Yo recomiendo a Vd. este negocio sobre todos, todos, todos, todos, todos, todos, todos, pues de otro modo no tendremos patria. Sin la unión, adiós de la república; adiós del general Páez; y adiós del amigo de Vd. más afmo. que lo ama de corazón.
BOLÍVAR.
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