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DOCUMENTO 1586. DE UNA COPIA, O. C. B. CARTA DEL LIBERTADOR SIMÓN BOLÍVAR A JOSÉ FERNÁNDEZ DE MADRID, FECHADA EN BOGOTÁ EL 14 DE FEBRERO DE 1828, POR LA CUAL LE EXPRESA SUS SENTIMIENTOS POR SUS QUEJAS CONTRA LA “HISTORIA DE COLOMBIA”. INFORMA QUE PARTIRÁ A VENEZUELA PARA AHOGAR LOS TRANSTORNOS INTERNOS, APROVECHANDO QUE SE REUNIRÁ LA GRAN CONVENCIÓN. SOLICITA SE CONCLUYA CON LOS SEÑORES DE LA COMPAÑÍA INGLESA UNA NUEVA CONTRATA DE LAS MINAS DE AROA.

Bogotá, 14 de Febrero de 1828.

AL SEÑOR JOSÉ FERNÁNDEZ MADRID.*

Muy Señor Mío:

Después de escritos los duplicados he tenido el gusto de recibir sus apreciables cartas del 21 de noviembre y 4 de diciembre, he visto y con mucho sentimiento las quejas de Vd. en contra de la "Historia de Colombia". A la verdad, me ha sorprendido, pues, que a no esperar semejante cosa, es la primera noticia que he tenido porque aún no la he visto. Pero, amigo, confórmese Vd. con los mismos consejos y consuelos que Vd. me da. Las plumas no se pueden encadenar, amigo mío; pero no faltará otra que le haga justicia: la mía, cuando continúe lo que ha comenzado ya, dirá al mundo quien es Madrid; cuáles sus virtudes y servicios.

No debe Vd. sorprenderse al saber que el 7 del mes que entra parto para Venezuela donde me llaman intereses de mucha importancia. Aquel país ha sufrido en estos meses algunos trastornos interiores que deseo ahogar en su germen, aprovechando la oportunidad que me ofrece la convención para hacer este servicio a aquellos pueblos. Ud., desea que yo asista a la convención, mas sabrá que esto no me es permitido, ni nada haría aún cuando me fuese.

Por otra parte, la naturaleza de esa reunión y la mayoría de diputados que piensan con juicio y por la unidad, me da la esperanza de que sus resultados serán favorables a Colombia y que nada tendremos que temer de funesto. En verdad que allí asistirán algunos, cuyas ideas serán por la federación, mas los opuestos serán más fuertes; los neutrales o indiferentes naturalmente se adherirán a éstos, y, en fin, casi podemos contar con que no se destruirá la unión que debemos conservar a todo trance. Yo he dicho claramente a los amigos y enemigos que el día que se establezca la federación se decretarán los funerales de la república, y a los cuales no asistiré yo, por cierto. Todos van impregnados de este sentimiento, y aunque no me lisonjeo de que tengo fuerza, espero que amarán su propia seguridad, el bienestar de sus familias y la conservación do sus vidas.

Volvamos a nuestro negocio. Según lo que aparece en la copia de carta que Vd. me ha mandado, esos señores de la compañía no exigen sino un año de plazo para cumplir la contrata conmigo: en consecuencia, he pensado, que podría Vd. concluir con ellos una nueva contrata para el cumplimiento de la primera; mas variando los plazos y exigiéndoles garantías personales para que no venga a ser nula en ningún tiempo por las mismas razones que Vd. me ha indicado, de que esas socie­dades no tienen responsabilidad ante las leyes. Por otra parte, deseo, como Vd. debe considerar, que los plazos sean los más favorables: es decir, la primera cuarta parte, al acto de firmar la contrata; la segunda cuarta parte, a los seis meses; la tercera cuarta parte, al año, y la última cuarta parte, al año y medio de firmada la contrata, procurando que el valor sea aproximándose a las cuarenta mil guineas de la primera venta. Sin embargo, Vd. está autorizado para hacerlo de cualquier modo, pues lo que yo deseo es realizar este negocio a fin de cubrir los créditos que he contraído contra estas minas. En Caracas espero recibir sus contestaciones.

La semana pasada tuve el gusto de tener a su señora a comer en casa. Yo siempre la veo con infinito placer lo mismo que todo lo que pertenece a Vd.

Soy de Vd. afectísimo amigo.

BOLÍVAR

* A fines de 1814 se conocieron por primera vez en Tunja el Libertador y el Dr. Madrid. Este se hallaba a la sazón encargado del poder ejecutivo como miembro de la comisión que lo ejercía y arrollando, de acuerdo con su colega García Robira, la oposición de Castillo Rada, extendió el despacho en que se nombraba al Libertador capitán general de los ejércitos de Nueva Granada, y apoyó con entusiasmo y decisión todos sus planes.

Después de separados en aquella época, no volvieron a verse jamás; pero cuando el Dr. Madrid regresó en 1824 del confinamiento que los españoles le habían impuesto en La Habana, el Libertador, que estaba entonces en Lima en el colmo de sus glorias, se acordó de su antiguo amigo, y sabiendo que uno u otro malqueriente lo ofendían por la prensa, le escribió espontáneamente una carta expresiva de la más ingenua amistad y llena de afectuosa efusión. Por lo que recuerdo, pues no la tengo a la vista, le decía: "Yo no sé lo que Vd. haría en 1816, pero sé que nada pudo hacer que fuese indigno de Vd. Si continúan molestándolo, véngase Vd. a mi lado".

Estas expresiones y las contenidas en las primeras líneas de la presente carta, en que el Libertador ofrece constituirse en defensor del Dr. Madrid, pueden muy bien compararse1 a las dirigidas por el Libertador al general Salera, que tan admirablemente supo analizar el señor Larrazábal. El Libertador comenzó en efecto a cumplir su palabra en una autobiografía que dictó a sus amanuenses confidenciales, según me lo aseguraron en años pasados los señores general O’Leary y coronel Mutis, que tuvieron el honor de contarse entre ellos.

Considerando que para el señor Larrazábal tienen mucho interés todas las cosas que se refieren al Libertador agregaré que en una exposición inédita, que, por excitación mía, ha escrito el general Herrán, para que me sirva en los apuntamientos que estoy preparando sobre la vida del Dr. Madrid, se encuentra un pasaje del tenor siguiente:

"Concluiré mencionando una expresión del Libertador Bolívar. En una de tantas conversaciones de confianza que él tuvo conmigo, me dijo que deseaba saber por qué había dejado yo el colegio en que estudiaba y cómo había sido el principio de mi carrera militar. Satisfice su deseo, y como hablando de la retirada al Sur mencioné al presidente Madrid, el Libertador me hizo otras preguntas respecto de él, como a consecuencia de algún pensamiento que nuestra conversación le había recordado, y después que contesté a ellas me dijo: "No hay duda que Madrid es tan benemérito como los mártires de la Independencia que murieron en los patíbulos".—Terrezuela, 1870.—Pedro Fernández Madrid.

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